Los frutos del árbol de la vida. Omraam Mikhaël Aïvanhov. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Omraam Mikhaël Aïvanhov
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9788412328622
Скачать книгу
Eva (la materia). Para los Iniciados que poseen la verdadera ciencia, la materia tiene su origen en el espíritu, surgió del espíritu. La materia no pudo aparecer a partir de la nada, es el resultado del trabajo de Dios Mismo. Dios es todo. Todo lo que existe es su creación. Cómo creó Él la materia, es un misterio, el mayor misterio, no únicamente para los materialistas sino también para los espiritualistas. La materia más grosera, la más impura puede transformarse y volver a encontrar su pureza original cuando está en las manos del espíritu. Por otra parte, lo que hay que comprender también, es que jamás podría medirse el poder del espíritu si no se viera sobre la materia los efectos de ese poder. Si la materia no existiera, no se sabría nada sobre el poder del espíritu.

      Al escribir el Génesis, Moisés ocultó en el relato de la creación del primer hombre y de la primera mujer toda una filosofía concerniente a la creación del universo. Pero hay que comprender: Adán no es ese pobre diablo que se ve en las tiras de historietas comiendo la manzana en un jardín: éste es el Adán que han representado para los niños. ¡Si conocierais la historia tal como la cuentan los búlgaros! Cuando Dios sorprendió a Adán debajo del manzano, le preguntó: “¿Qué estás haciendo aquí? – Iadam Gospodi...” (Es decir: yo como, Señor). ¡Estaba comiendo la manzana! “Pues bien, dijo el Señor, en adelante te llamarán Adán...” Y luego, cuando Dios preguntó: “¿Dónde está tu compañera?” Respondió: “Evea, Gospodi” (es decir: ahí está, Señor). “Bueno, dijo Dios, que se llame Eva desde ahora...” Y así queda demostrado que Adán y Eva son nombres de origen búlgaro. Porque, no sé si sabéis que, ¡hablaban búlgaro en aquella época en el Jardín del Edén! Como todavía no estaban bautizados, llegó el momento de hacerlo y son ellos mismos quienes encontraron sus nombres. Dios aprovechó la ocasión, se dijo: “Ya está, en lugar de romperme la cabeza para encontrarles un nombre, es sencillo. “¿Yo como? – Bien: Adán. – ¿Ahí está? – Muy bien: Eva...” Espero que no dudéis de la veracidad de esta interpretación.

Macintosh HD:Users:Philippe:Desktop:adam.k-p.jpg

      Hochmah es la región de la luz, que es la primera emanación de Dios. En el comienzo del mundo Dios dijo: “¡Hágase la luz!” La primera criatura, el origen, el comienzo de todo, fue la luz. La luz es el Cristo, y el Cristo es el sol. ¿Por qué el espíritu de Cristo está situado en el sol, o sea en la séfira Tipheret? En realidad se trata del mismo espíritu bajo dos aspectos diferentes; el espíritu de Cristo es idéntico al espíritu solar. Pero, evidentemente, cuando digo el Cristo, no se trata aquí de Jesús. Jesús es un personaje histórico que vivió en Palestina, que tenía una misión sobre la tierra. El espíritu del Cristo existe desde el origen de la creación. Él es el Verbo, por quien todo fue hecho.

      Pero aquí también, cuando digo “el espíritu del sol” hay que comprenderme. No hablo del sol físico, astronómico, sino de un mundo espiritual en donde viven seres que tienen toda una cultura y una civilización. El espíritu de sol es el Arcángel Mikhaël.

      El Cristo, el Arcángel Mikhaël, son representaciones diferentes del mismo principio, el segundo Principio de la Santísima Trinidad. La entidad solar que se llama Mikhaël, está vinculada al Cristo, al Verbo, porque el espíritu del Cristo, es el espíritu del sol. Y Melkhisedek también, a quien san Juan describe rodeado por siete candelabros de oro y sosteniendo en la mano siete estrellas y una espada que surge de su boca, es también una expresión de la luz, del Verbo. Los nombres son diferentes, pero el Principio es siempre el mismo.

      ¿Comprendéis mejor ahora cómo el estado de pasividad de Dios – que no era en realidad pasividad tal como se la entiende habitualmente – se transformó en una actividad en la materia y con la materia? Dios quiso entrar en la materia, quiso penetrarla para manifestarse a través de ella bajo la forma de plantas, de animales, de seres humanos. Sólo que se requiere mucho tiempo: tanto tiempo necesitó el Creador para entrar en la materia, tanto, o quizá más, necesitará Él para salir de ella. Porque Él está también limitado en el marco del tiempo. Él, que estaba en la eternidad, salió de allí para entrar en el tiempo, que está medido, fragmentado en instantes. Dicen los Libros sagrados de la India que cuando Dios regrese a su estado primordial, todo desaparecerá y entrará en la noche, en el sueño. Ahora, es el día: Dios despertó, creó el mundo. Después Él se dormirá, será la noche y todo dormirá con Él, ya no habrá nada. Luego, amanecerá un nuevo día, una nueva creación, y nadie sabe cómo será, qué seres aparecerán, qué formas adoptarán.

      Al descender en la materia, Dios se sumergió en ella hasta sufrir la inmovilidad de las piedras. Sí, Dios habita incluso en las piedras. Nada está privado de su presencia. Incluso las piedras tienen en ellas una partícula divina. Entonces, para emerger de la materia y crear por fin seres dotados de movimientos, de sentimientos, de pensamientos, ¿cuánto tiempo será necesario?

      Cuando un artesano trabaja una materia para inventar nuevas formas, es posible que los primeros intentos no siempre tengan éxito: a veces es necesario romperlos y volver a fundirlos. Pues bien, la naturaleza trabaja de esta forma: se la ve hacer innumerables ensayos y bosquejos para llegar a crear la perfección de las formas individuales. Se ven también vestigios de esos ensayos. Sólo para el rostro, los órganos de los sentidos o de la reproducción ¡cuántos ensayos ha hecho! Y en las conchas, las flores, los insectos ¡cuántas formas experimentó antes de lograr por fin perfeccionar las formas y las funciones! Los humanos no se dan cuenta del trabajo que se ha tomado la naturaleza para llegar a crear la humanidad. Cuántas humanidades desaparecieron porque las formas aún no eran perfectas, entonces el Alfarero destruía las vasijas para crear otras nuevas...

      Por lo demás, eso es el karma: el karma es la consecuencia de una actividad que aún no está a punto, que aún no está suficientemente esclarecida, que no es totalmente armoniosa o desinteresada. Son tanteos, y esos tanteos no se hacen sin recibir algunos golpes. Esto es el karma, ese vínculo de las causas y efectos. El hombre salió del estado primordial de paz, de felicidad, de “pasividad”, quiso crear, pero no consiguió hacerlo como es debido, y por eso sufre. ¿Quiere eso decir que ya no debe hacer nada? No, debe actuar. – Sí, ¡pero sufriremos! – Desde luego, sufriremos, pero aprenderemos, evolucionaremos y un buen día ya no sufriremos más. Cuando consigamos trabajar correctamente, ya no habrá más karma.

      El Bonfin, 25 de Septiembre de 1963

      18 La Balanza cósmica, Col. Izvor nº 237, cap. IV-1: “Adán y Eva: el espíritu y la materia”.

      19 Del hombre a Dios, Col. Izvor nº 236, cap. XI: “El cuerpo de Adam Kadmom”.

      20 Del hombre a Dios, Col. Izvor nº 236, cap. VIII: “Cuando el Eterno trazó un circulo en la superficie del Abismo”.

      Конец