20. El Testamento fue dictado por san Francisco de Asís en la Porciúncula, probablemente en agosto-septiembre de 1226. Edición en SAN FRANCISCO DE ASÍS, Escritos. Biografías. Documentos de la época, edición a cargo de José Antonio Guerra, BAC, Madrid 41991, pp. 120-125. Es un documento precioso, que contiene muchos trazos biográficos del santo. Comienza: «El Señor me dio de esta manera, a mí, hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia […]». Hacia la mitad del texto vienen las palabras clave: «Y después que el Señor me dio hermanos, nadie me mostraba qué debía hacer, sino que el Altísimo mismo me reveló que debía vivir según la forma del santo Evangelio. Y yo lo hice escribir en pocas palabras y sencillamente y el señor papa [Honorio III] me lo confirmó». He aquí la referencia a la Regla como texto inspirado por Dios, que deberá mantenerse por siempre. De esta mención derivó el penoso conflicto posterior.
21. Joaquín de Fiore (ca.1130-1202), nacido en Celico, cerca de Cosenza, en la Calabria italiana, fundó la Orden religiosa de los florenses, cuya abadía madre se hallaba en San Giovanni in Fiore, en la Lucania, en el extremo sur de Italia. Sus obras exegéticas, de innegable tono alegórico y escatológico, inspiraron una corriente teológica que ha recibido el nombre de «joaquinismo», aunque las principales tesis de esta corriente, que contrastan con la gran tradición de la Iglesia, no se hallan —ni a la letra ni en espíritu— en los escritos auténticos del Abad Joaquín.
22. CONCILIO DE VIENNE, Const. Exivi de Paradiso (COeD 40029-32; DS 908).
23. JUAN XXII, Const. Gloriosam Ecclesiam (DS 910-916) y Const. Cum inter nonnullos (DS 930-931).
24. En otras ocasiones, Duns Escoto hablará de distinción formal a parte rei, cuando, por ejemplo, trate la distinción entre los atributos divinos, porque los atributos son substancialmente idénticos entre sí, aunque formalmente distintos, pues las razones formales de bondad, verdad y sabiduría son objetivamente distintas. Esta es, al menos, la explicación que ofrece José Antonio Merino (vid. Bibliografía) al tratar este intricado asunto.
25. «The question, though familiar, is not too easy to define. Posse agere means that a given agent is able to act yet not actually acting. Actu agere means that the agent is not merely able to act but actually acting» (Collected Works of Bernard Lonergan, University of Toronto Press, Toronto 2000, I, p. 253). Este binomio no debe confundirse con el par actus primus / actus secundus.
26. Para Aquino las potencias del alma se distinguen realmente de la esencia del alma. Por ello, también la fe se distingue realmente de la gracia habitual, porque una y otra tienen distinto objeto. La gracia eleva la esencia del alma. La virtud de la fe eleva la inteligencia humana, constituyéndola, por así decir, en potencia intelectual sobrenatural; y la dispone también —con una distinción genética, pero no necesariamente temporal— a creer en concreto en tal o cual artículo de la fe. La fe tiene, por tanto, dos funciones inseparables: capacitar a la inteligencia para creer y activar el acto de fe. De lo contrario entraríamos en una dinámica de sucesivas habilitaciones y actualizaciones, una serie interminable ad infinitum.
27. Aquino considera, en cambio, que la causalidad sacramental es siempre «física» e instrumental.
28. Así como la medicina más perfecta es aquella que evita la enfermedad (mejor, por tanto, que la medicina que cura la enfermedad después de contraída), así también la redención más perfecta es aquella que libra del pecado original antes de tenerlo. María ha sido, pues, la criatura más perfectamente redimida, porque de antemano se le aplicaron los méritos de su Hijo, para que su Hijo se encarnase (sin obra de varón) en una mujer inmaculada.
29. Nació Tomás de Aquino en 1224/25 en Roccasecca, cerca de Aquino, en la parte septentrional del Reino de Nápoles. En 1239, se matriculó en la Universidad de Nápoles, donde realizó sus estudios de filosofía, previos a los de teología, aunque sin graduarse en artes. Allí vistió en 1244 el hábito dominicano. Se trasladó a París, donde completó su formación como novicio dominico, de 1245 a 1248. En este año marchó a Colonia, donde se formó hasta 1252 a la vera de san Alberto. De regreso a París en 1252, comenzó como bachiller sentenciario, preparándose para llegar a ser maestro. En la primavera de 1256 se graduó como maestro, pero no pudo tomar posesión de la cátedra para extranjeros hasta agosto de 1257, y la regentó hasta junio de 1259. De 1269 a 1272 ocupó nuevamente una cátedra en París. Falleció el 7 de marzo de 1274, en el monasterio de Fosanova, camino del segundo concilio ecuménico de Lyon.
30. Hay tres ediciones completas de sus obras: la edición piana, ordenada por el papa san Pío V y publicada en Roma en 1570, en 18 volúmenes (el último es la Tabula aurea), con el comentario de Cayetano a la Summa theologiæ; la edición de Fiaccadori (parmesana), Parma 1852-1873, en 25 vols.; y la edición de Vivès (parisina), París 1871-1880 (2ª ed. 1889-1890), en 34 vols. La edición piana, por haber sido patrocinada por san Pío V, aunque muy estimada, es rara y de difícil consulta. La Comisión Leonina (establecida en el convento de Santa Sabina, en Roma), inició la edición crítica en 1882, todavía en curso, aunque muy adelantada. Se recomienda la edición on-line Corpus thomisticum, publicada por Enrique ALARCÓN, en: http://www.corpusthomisticum.org/
31. Cfr. Summa theologiæ, I, q. 7, a. 4c.
32. Summa theologiæ I, q. 2, a. 3c.
33. La esencia del hombre es su racionalidad. En otros términos: sólo el hombre es ser-racional (los ángeles, aunque son intelectuales, no son racionales). La esencia de Dios, en cambio, es puro existir. Propiamente, por ello, no podemos saber qué es Dios («quid sit Deus»), porque el esse, tomado como actus essendi, no es inteligible. En cambio, sabemos que es verdadera la proposición «Deus est», o sea, que Dios existe. Dicho con mayor precisión, es verdad que Dios es «el ser que existe por sí mismo».
34. Summa theologiæ, I, q. 3, a. 4c.
35. «Nec oportet, si dicimus quod Deus est esse tantum, ut in errorem eorum incidamus, qui Deum dixerunt esse illud esse universale quo quælibet res formaliter est» (De ente et essentia, cap. VI [ed. Sestili]): cuando afirmamos que Dios es esse sin más (simplemente), no debemos caer en el error de quienes dijeron que Dios es el esse universal por el cual todas las cosas son formalmente. Dios no es, por tanto, el esse común que hace existir todo o en el cual todo subsiste, como parece habían pensado algunos neoplatónicos, aunque no todos. Parece como si Aquino hubiese vislumbrado proféticamente la cuestión del ser heideggeriano… No se olvide que Martin Heidegger redactó su tesis doctoral sobre Tomás de Aquino, y su tesis de habilitación, sobre un discípulo directo de Juan Duns Escoto.
36. Remito, aquí, a la sorprendente afirmación de Hugo de San Víctor sobre la creación, transcrita en el capítulo 2, supra, § 7 a.
37. «Diversum est esse, et [id] quod est, distinguitur actus essendi ab eo cui actus ille convenit» (De veritate. q.1, sed contra 3 y ad 3.). Fácilmente se advierte, al hilo de las anteriores consideraciones, la importancia que reviste para el teólogo su particular opción filosófica, y la seriedad y trascendencia de las recomendaciones del magisterio pontificio, desde León XIII, al señalar sus preferencias por los principios metafísicos mayores del Aquinate.
38. «Deo autem convenit esse actum purum et primum; unde ipsi convenit maxime agere, et suam similitudinem in alias diffundere, et ideo ei maxime convenit potentia activa; nam potentia activa dicitur secundum quod est principium actionis» (De potentia, q.1, a.1c).
39. «Dicendum quod potentia Dei semper est coniuncta actui, id est operationi (nam operatio est divina essentia); sed effectus sequuntur secundum imperium voluntatis et ordinem sapientiæ. Unde non oportet quod semper sit coniuncta effectui; sicut nec quod creaturæ fuerint ab æterno»