Ambas cinturas están basadas en un modelo circular, aunque la cintura escapular es muy ancha y se abre hacia atrás, pues la escápula sólo se une a la columna por medio de un músculo, por lo que puede moverse con libertad en el tronco. Cada mitad de la cintura escapular está formada por dos huesos: la escápula y la clavícula (esta última es un delgado hueso que articula la escápula con el esternón y participa en el sostén del peso de los brazos). A medio camino alrededor de la cintura y en cada lado se encuentra la cavidad glenoidea de la escápula, que acomoda la cabeza del húmero en la articulación del hombro.
En la cintura pélvica, el anillo óseo es completo en un círculo hermético hacia delante y hacia abajo. Cada mitad está compuesta por un único hueso coxal que posee una cavidad acetabular muy profunda para la cabeza del fémur en la articulación de la cadera. Desde una perspectiva posterior, los dos huesos pélvicos están firmemente unidos a la columna –desde el sacro– por las articulaciones sacroilíacas. La cintura está integrada en el esqueleto axial y no permite movimientos accesorios, salvo los propios de la cadera.
CAPÍTULO 4
EL MÚSCULO
Exceptuando los movimientos ameboides de algunas células blancas de la sangre y células del tejido conectivo, así como los movimientos en forma de latigazo de los cilios de ciertas células, todos los movimientos son el resultado de la contracción de las células musculares. El latido del corazón, la expulsión de la orina, las heces o un feto, el ritmo del movimiento intestinal o la dilatación y contracción de las pupilas son todos buenos ejemplos de estos movimientos.
El tejido muscular está formado por fibras musculares rojas dispuestas en haces. Las fibras son unas células alargadas muy especializadas caracterizadas por su poder de contracción bajo una estimulación.
Los músculos asociados con el esqueleto y los responsables de los movimientos de las extremidades y del tronco representan aproximadamente la mitad del peso del cuerpo y contienen la mitad del agua corporal. Su funcionamiento es el factor capital de la producción y gasto energéticos, pues incluso un pequeño paseo incrementa el consumo de oxígeno basal cinco o seis veces más que en reposo.
Los tejidos musculares varían en velocidad, fuerza y duración de sus contracciones. Algunos actúan como consecuencia de un esfuerzo consciente; otros funcionan inconscientemente. Ciertos músculos se contraen sólo si se estimulan mediante impulsos nerviosos, mientras que otros poseen un patrón inherente de contracción, y unos terceros responden a ciertas hormonas. Estas diferentes funciones se asocian con distintos tipos de estructura muscular:
1.El músculo liso (no estriado, involuntario o visceral) es el más primitivo. Forma la túnica contráctil de los vasos sanguíneos y las cavidades para los órganos internos, como los intestinos y la vejiga, estructuras que trabajan de forma automática, aunque bajo el control consciente, y están reguladas por el semiindependiente sistema nervioso vegetativo o autónomo. El grado de control es variable: algunos músculos lisos, como los de la vejiga, poseen un ritmo intrínseco que sólo se modifica gracias a la estimulación nerviosa. Todo músculo liso es estimulado a contraerse al ser estirado. La célula muscular lisa típica tiene forma de huso, unos 250 μm de longitud y un gran núcleo oval en el medio.
Figura 4.1: Fibra muscular lisa
2.El músculo estriado (esquelético, somático, voluntario) posee fibras más intrincadas que aparecen en el microscopio como estrías cruzadas. Se encuentran en los músculos que están unidos al esqueleto y que se hallan bajo el control consciente del sistema nervioso central. Estas células estriadas pueden ser muy largas, llegando a alcanzar varios centímetros desde la unión de un músculo principal a otro. Cada una de ellas contiene cientos de núcleos, situados a un lado de la célula, y cada célula recibe cerca de su zona intermedia la terminación de una fibra nerviosa desde el cerebro o la médula espinal. En esta unión, la célula muscular y la fibra nerviosa dan lugar a una complicada estructura: la unión mioneural o placa motora terminal.
3.El músculo cardíaco, verdadera pared del corazón, ocupa una posición intermedia. Sus fibras son estriadas, pero no están bajo control voluntario, y las células están ramificadas, por lo que el músculo forma una red. En cada célula existen menos de doce pares de núcleos, situados cerca del centro. Cada célula posee un ritmo intrínseco y no existe una clara demarcación entre ellas.
Figura 4.2: Fibras musculares estriadas (según Gray)
Figura 4.3: Dibujo de una placa motora terminal de rata. Obsérvese la arborización terminal del axón y la acumulación de núcleos en esta región (de A Companion to Medical Studies, Vol. 1)
Figura 4.4: Músculo cardíaco
LA CÉLULA MUSCULAR
La célula muscular se ha especializado para la conversión de la energía química en fuerza contráctil, elongándose a lo largo de su eje de contracción. Está cubierta por una membrana excitable, el sarcolema, mientras que su citoplasma se denomina sarcoplasma. Aquí suele haber un gran número de mitocondrias grándes y muchos granulos de glucógeno, y una característica especial es la presencia de filamentos protei cos contráctiles, los miofilamentos, que se encuentran por toda la célula y sólo son visibles en el microscopio electronico. Cuando los miofilamentos se agrupan pueden ser visibles en el microscopio y se conocen entonces como miofibrillas.
Figura 4.5: Interacción entre la miosina y la actina (de A Companion to Medical Studies, Vol. 1)
Los miofilamentos son de dos tipos: finos y gruesos. Los filamentos gruesos consisten en una proteína, la actina, de forma fibrilar, aunque también puede ser de forma globular. Los filamentos finos consisten en otra proteína, la miosina. Cada molécula posee una cabeza redondeada y una larga cola. Las colas de las moléculas se organizan conjuntamente para formar un pequeño filamento, mientras que las cabezas se proyectan a los lados de los filamentos. Los dos tipos de filamentos están situados uno al lado del otro, produciéndose la fuerza contráctil entre moléculas opuestas, en las que los glóbulos de actina y las cabezas de miosina actúan conjuntamente como si fuera una cremallera. Cuando ambos filamentos se polarizan en la orientación de sus moléculas, se produce la contracción sólo en una dirección, es decir, un músculo puede contraerse activamente, pero no puede extenderse activamente.
En el músculo liso los filamentos se organizan a lo largo del eje longitudinal de la célula. No existe un patrón regular, por lo que no son visibles estrías transversas. No existe ningún límite a la amplitud de acortamiento, por lo que un músculo liso, aunque se contrae con lentitud, puede ejercer una gran tensión durante un largo período de tiempo (una actividad tónica bajo la influencia del sistema nervioso autónomo y del hormonal, importante para el funcionamiento del corazón y los vasos sanguíneos, los intestinos, la vejiga y las zonas con paso del aire).
En el músculo esquelético existe una disposición regular en la longitud de las dos clases de filamentos, produciendo la típica apariencia estriada transversa asociada con la agrupación de filamentos en miofibrillas que permiten una contracción rápida. Una fibra muscular puede acortarse alrededor de la mitad de su longitud en estado relajado, que es el grado de contracción requerido a un músculo esquelético para generar una amplitud completa de movimiento en las articulaciones que controla.
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