Crecimiento de los extremos
Aunque el crecimiento de cada extremo de un hueso largo es un crecimiento propio, una epífisis aparece más temprano que la otra y se fusiona más tarde, siendo, además, la principal responsable del crecimiento en longitud. En el brazo, estos “puntos de crecimiento” principales se encuentran en el extremo del hombro para el húmero y en el extremo de la muñeca para el radio y el cúbito. Por su parte, en la pierna, los hallamos en el extremo de la rodilla para los tres huesos. La destrucción completa de una epífisis causa detención del crecimiento y atrofia, mientras que una destrucción parcial causa una distorsión del crecimiento en la que la extremidad se desvía hacia fuera desde el lado aún activo.
Unos pocos huesos, de forma prioritaria en la bóveda craneal, la mandíbula y la clavícula, no están pre-formados por cartílago, pero se osifican de manera directa de un tejido membranoso primitivo y no presentan ninguna epífisis.
Remodelación
El cartílago articular, o superficie articular, que cubre los extremos libres de la epífisis, persiste a lo largo de toda la vida. Es una porción del sistema cartilaginoso original que no ha sido sustituido por hueso formado en el centro secundario (epifisario) de osificación. La diáfisis del hueso crece en grosor por la formación de hueso nuevo dentro del periostio. Cuando se añade hueso externamente, se reabsorbe en el interior, por lo que la diáfisis se mantiene tubular, es dura sin ser compacta y hace sitio a la médula ósea. Este proceso de reposición externa y reabsorción interna se denomina “remodelación”. La remodelación también se produce en la metáfisis (la metáfisis es el “cuello” del hueso, exactamente en la zona de la diáfisis de la placa epifisaria).
Crecimiento
El feto va creciendo de forma continua, pero su tasa de crecimiento varía considerablemente. Es lenta durante los primeros dos meses, alcanza su punto más alto en el cuarto y quinto meses y desciende otra vez al final del embarazo. La tasa de crecimiento desciende rápidamente después del nacimiento y luego más lentamente hasta la pubertad, cuando aparece una aceleración del crecimiento. Se detiene el crecimiento en estatura hacia los dieciocho años en los hombres y los dieciséis en las mujeres, debido a la fusión epifisaria en los huesos largos. En los ancianos desciende la estatura debido a la incurvación y a los cambios degenerativos de la columna vertebral. Las proporciones del cambio de los diferentes componentes del cuerpo se muestran en la figura 3.7. Al inicio de la vida fetal, la cabeza es desproporcionadamente grande como consecuencia del desarrollo precoz del cerebro; en la edad madura, las extremidades inferiores son las que realizan una mayor contribución. Antes de la pubertad, las piernas crecen más rápido que el tronco, y los chicos son por lo general más altos que las chicas porque tienen un período prepuberal más prolongado. La mayoría del incremento en los adolescentes se produce en el tronco.
Factores que controlan el crecimiento de los huesos
Cuando el crecimiento en estatura depende del crecimiento en longitud de los huesos largos, el cual está relacionado con el crecimiento de las placas cartilaginosas epifisarias, la tasa de crecimiento y la estatura final están determinadas por la tasa de proliferación de células del cartílago en la placa de crecimiento y su duración activa. Estos datos pueden afectarse por cierto número de factores.
Figura 3.7: Muestra de las proporciones del cambio del cuerpo durante el crecimiento y el desarrollo (de A Companion to Medical Studies, Vol. 1)
Existe una gran influencia genética: los gemelos idénticos tienen una estatura similar y los padres altos tienden a tener niños altos. La malnutrición en la infancia impide el crecimiento. Existe un íntimo control del crecimiento óseo realizado por ciertas glándulas endocrinas. Las hormonas del crecimiento secretadas por el lóbulo anterior de la hipófisis promueven el crecimiento desde el nacimiento hasta la adolescencia por su efecto sobre la proliferación de las células del cartílago. Un exceso de la secreción en la niñez estimula el crecimiento epifisario y causa gigantismo, alcanzando la persona una altura de 2,13 o 2,44 m. Su acción en el adulto es menos espectacular, pero existe hipertrofia del esqueleto y tejidos débiles, especialmente en las manos, pies, cara y lengua (condición conocida con el nombre de acromegalia). Una deficiencia de la hormona del crecimiento en una etapa temprana de la niñez es una de las causas del enanismo. Las hormonas de la glándula tiroides son también importantes: en una deficiencia congénita (cretinismo) existe atrofia e imbecilidad, y las epífisis retrasan su aparición y su fusión hasta la edad adulta. Las hormonas sexuales, secretadas por los órganos sexuales y las glándulas suprarrenales, causan el tirón del crecimiento en los adolescentes.
Edad del esqueleto
Existe mucha variación en los estadios en los que aparecen signos de madurez y desarrollo sexual. Tales rasgos, por ejemplo, serían el comienzo de la menstruación y el desarrollo del vello púbico. Un chico o una chica con una edad cronológica de trece o catorce años puede ser todavía un crío o virtualmente un adulto. La edad real del desarrollo se calcula mejor estudiando las fechas de aparición de los centros epifisarios secundarios de osificación en los huesos largos y los centros primarios en los huesos cortos, como los que se encuentran en la muñeca. Es entonces posible juzgar la edad esquelética como un buen índice de madurez. Las edades esquelética y cronológica pueden diferir, pero no más de dos años.
Los huesos duros del esqueleto pierden su plasticidad durante la vida como capacidad para responder a la tensión, de igual forma que los árboles responden al viento y al tiempo atmosférico. Cuanto más trabajo les hagamos realizar, mayor hipertrofia se producirá, sobre todo como respuesta a una presión o empuje muscular, siendo la disposición interna de las trabéculas óseas una solución mecánica a los problemas de ingeniería impuestos.
Figura 3.8: Sutura
ARTICULACIONES Y MOVIMIENTOS
Tipos de articulaciones
Las articulaciones entre los huesos varían en relación con la movilidad de las diferentes partes del esqueleto, siendo algunas bastante inmóviles. Los principales tipos son los siguientes:
1.Fibrosas. Pueden ser como suturas (fijas) en zigzag entre los huesos del cráneo, cuyas irregularidades se articulan mediante una delgada banda fibrosa, a menudo obliterada por la osificación en la senectud; como una sindesmosis, que permite alguna extensión y movimiento, como la articulación distal de la tibia y el peroné, o como una placa ancha o membrana interósea entre pares de huesos (radio y cubito, tibia y peroné).
2.Cartilaginosas. Los cartílagos que cubren los extremos del hueso se unen gracias a una placa de grueso fibrocartílago, como, por ejemplo, el cojín entre las dos mitades de la pelvis por delante de la sínfisis púbica, o el disco intervertebral entre las vértebras. El movimiento de esta articulación es limitado, pero la totalidad de los movimientos entre vértebras adyacentes puede ser considerable.
3.Las articulaciones sinoviales permiten movimientos libres. Los extremos del hueso se cubren con cartílago articular hialino liso y la cavidad articular se encierra dentro de la bolsa formada por la cápsula articular fibrosa, extendiéndose desde un hueso a otro y continuándose con el periostio. Los ligamentos del tejido fibroso y duro mantienen juntos los extremos del hueso. El primero de estos ligamentos es el ligamento capsular principal al que se suman bandas localizadas dentro de la cápsula y ligamentos accesorios que atraviesan la articulación o la exteriorizan en su