Juegos cooperativos y educación física. Jesús Vicente Ruiz Omeñaca. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jesús Vicente Ruiz Omeñaca
Издательство: Bookwire
Серия: Juegos
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788499108582
Скачать книгу
del juego. No constituye, en consecuencia, un ente aislado, sino una parte importante y conectada con las demás dentro del proceso educativo.

      –Debemos procurar que las actividades de evaluación no rompan la dinámica de funcionamiento del propio juego. Hemos de dotarnos de medios e instrumentos que nos permitan observar en situación contextualizada. La evaluación del juego y de los progresos alcanzados por cada alumno a través de él ha de realizarse, por lo tanto, en situaciones lúdicas.

      –Debe ponerse en evidencia el progreso alcanzado por cada persona, progreso del que dicha persona debe estar constantemente informada.

      –Hemos de procurarnos diferentes instrumentos que permitan que la información cualitativa y la cuantitativa se complementen con el fin de dotar a la evaluación de una mayor calidad.

      –La evaluación debe proporcionarnos información sobre el propio proceso educativo; prestarnos datos relativos al funcionamiento de cada actividad lúdica como medio para la formación personal de cada alumno, datos, en suma, que reflejen qué funciona bien y qué es posible mejorar dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje.

      –Hemos de huir de planteamientos normativos que nos lleven a elegir, por principio, un modo concreto de evaluación. La evaluación debe estar adecuada a las características concretas del hecho a evaluar. Y éstas cambian en función de circunstancias individuales, grupales, ambientales, etc.

      B. Fines de la evaluación en la actividad lúdica

      La evaluación dentro del juego nos puede permitir:

      –Diagnosticar. Conocer las capacidades y necesidades educativas de cada uno de los participantes en el juego.

      –Individualizar el proceso de enseñanza-aprendizaje adecuando las actividades lúdicas y las ayudas pedagógicas a las necesidades y posibilidades de aprendizaje de cada alumno.

      –Motivar a los alumnos al recibir información sobre sus progresos y sobre el modo de mejorar dentro del proceso.

      –Conocer las posibilidades educativas que ofrece cada juego y las modificaciones que lo convierten en más enriquecedor.

      –Adaptar las diferentes actividades lúdicas en función de cómo se desarrolla el proceso.

      –Informar a los alumnos y a las familias de su evolución dentro de nuestra área curricular.

      C. Tipos de evaluación

      La evaluación en las actividades ludicomotrices, al igual que ocurre con la evaluación en general, puede adoptar diversas formas. Son varios los criterios que se han utilizado para sistematizar el análisis de estos tipos de evaluación. En algunos casos, dicho análisis origina categorías excluyentes; en otros, las categorías pueden coexistir y complementarse.

      Los criterios y categorías quedan resumidos a continuación:

      El uso de uno u otro tipo de evaluación, o la utilización conjunta de varias de estas formas, será el resultado de una decisión previamente reflexionada y adaptada a los alumnos y a la naturaleza de los juegos utilizados.

      D. ¿Qué, cómo y cuándo evaluar en el juego?

      Unas páginas más atrás nos planteábamos esta misma cuestión en relación con los conocimientos previos, lo que nos llevaba a la evaluación diagnóstica. Nos queda, en consecuencia, prestar atención a los otros dos grandes momentos del proceso de evaluación: los correspondientes a la evaluación formativa y a la evaluación sumativa.

      Por lo que respecta a qué evaluar, tanto en la evaluación formativa como en la sumativa, la decisión vendrá determinada, fundamentalmente, por los objetivos que planteemos dentro de la unidad de aprendizaje (será ésta una unidad didáctica, un crédito, un curso escolar o un ciclo); bien entendido que debemos concebir dichos objetivos desde la perspectiva del desarrollo de capacidades cognitivas, físicas, motrices, de equilibrio personal y de interacción y actuación social, al cuestionarnos sobre qué evaluar debemos prestar atención a aspectos encuadrables dentro de estos ámbitos, tanto en la evaluación formativa como en la sumativa.

      En lo relativo al cómo evaluar, también podemos retroceder hasta el apartado dedicado a los conocimientos previos. Como ya señalábamos en él, la selección de unos u otros instrumentos de evaluación está condicionada por el tipo de contenidos.

      Para los contenidos conceptuales será adecuado el uso de modos e instrumentos de evaluación que nos permitan aproximarnos a los contenidos más relevantes de una forma contextualizada y sin romper con la dinámica de la actividad lúdica, especialmente en el caso de la evaluación formativa. Para la evaluación sumativa y en el caso de alumnos de mayor edad, pueden añadirse otros mecanismos, como las pruebas de evocación.

      El progreso en el ámbito procedimental durante la evaluación formativa debe ser observado cumpliendo también con los principios de contextualización y de no ruptura de la dinámica lúdica. Es adecuada, en este contexto, la observación sistemática y su anotación e interpretación a través de instrumentos de evaluación poco estructurados (registros anecdóticos, etc.) o de grado medio de estructuración (escalas, listas de control, etc.). La evaluación sumativa puede verse complementada con instrumentos más estructurados y que pueden situarse fuera de la actividad lúdica (tests, baterías, etc.).

      La evolución en el campo de las actitudes es preferiblemente evaluable mediante instrumentos que permitan la observación en contexto (medios de anotación no estructurados y semiestructurados) en el caso de la evaluación formativa y, además, a través de pruebas estructuradas (ludogramas, tests sociométricos, etc.) durante la evaluación sumativa.

      Para terminar, hemos de referirnos al cuándo de la evaluación en el juego.

      Ya señalábamos que la evaluación diagnóstica se sitúa al principio de la acción educativa, descubriendo el punto de partida en el proceso de enseñanza-aprendizaje; la evaluación formativa, durante el proceso, ofreciéndonos datos relativos a la orientación que deben tomar las actividades lúdicas como medio de desarrollo de capacidades, y la evaluación sumativa, al final de dicho proceso, informándonos de los resultados obtenidos. Y dentro de cada momento de la acción evaluativa será la propia decisión del profesor la que determinará cuándo evaluar.

      Cabe, al respecto, añadir una matización. Los tres momentos de la evaluación se complementan dentro de un proceso continuo. De este modo, la evaluación del proceso y de los resultados nos proporciona información que podrá ser utilizada como evaluación diagnóstica que nos orientará en unidades educativas posteriores. En el gráfico 4 resumíamos el qué, cómo y cuándo evaluar referido a la evaluación diagnóstica. En los gráficos 6 y 7 atendemos a estas preguntas en relación con la evaluación formativa y sumativa, respectivamente.

       GRÁFICO 6. La evaluación formativa en la actividad lúdica

       GRÁFICO 7. La evaluación sumativa en la actividad lúdica

      De lo señalado hasta ahora se puede concluir que:

      A. El juego ofrece variedad