Juegos cooperativos y educación física. Jesús Vicente Ruiz Omeñaca. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jesús Vicente Ruiz Omeñaca
Издательство: Bookwire
Серия: Juegos
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788499108582
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target="_blank" rel="nofollow" href="#fb3_img_img_9260d787-9e6e-532f-a362-30e37a950aeb.jpg" alt=""/>C. Ajuste la propuesta lúdica de clase teniendo en cuenta los dos principios anteriores.

      D. Propicie un clima afectivo y social en el que todos los alumnos se sientan seguros.

      E. Formule preguntas y proporcione información orientada hacia el aprendizaje, a partir de la experiencia vivenciada por cada alumno dentro del contexto lúdico.

      F. Y, finalmente, informe al alumno de sus progresos y necesidades de mejora.

      Por lo que respecta a la comunicación profesor-alumno dentro de la actividad lúdica, existen varios estudios (Pierón 1988; Le Boulch, 1991) que establecen prescripciones al respecto. Aunque la perspectiva constructivista no marca caminos unívocos en este sentido, algunos de los planteamientos hechos por los citados autores son extensibles a la comunicación en el juego:

      A. Presentar el juego con claridad e incidir en los aspectos más significativos.

      B. Vincularlo con actividades anteriores.

      C. Informar dentro del juego a cada alumno, centrándose en aspectos concretos y orientando la comunicación hacia la reflexión y la búsqueda de soluciones.

      D. Convertir los intervalos de descanso y el final de la actividad lúdica en momentos para el diálogo y para la expresión de vivencias vinculadas al juego.

      Pero, además de la interacción entre profesor y alumno, la que establecen entre sí los alumnos está reclamando su carta de ciudadanía como fuente de aprendizaje. A ella dedicamos el próximo apartado.

      La perspectiva constructivista nos lleva a considerar las interacciones que se establecen entre alumnos como potenciales fuentes de aprendizaje. El compañero de juego adopta, desde este planteamiento, ese papel de mediador entre el alumno y los contenidos de aprendizaje que tradicionalmente se ha atribuido al profesor. Algunos estudios avalan esta idea. Johnson (citado por Coll y Colomina, 1990) realizó una revisión de distintas investigaciones, de las que concluyó que la relación entre alumos en el contexto educativo resulta de gran importancia para la adquisición de competencias sociales, el control de impulsos agresivos, la relativización de los puntos de vista superando el egocentrismo, el incremento de aspiraciones o el rendimiento escolar. Mosston (1978), por su parte, al analizar los diferentes métodos aplicables a la Educación Física, abogó también por la participación del compañero, observando la acción motriz y propiciando el feedback.

      Por otro lado, las relaciones que se dan en las situaciones de juego en clase de Educación Física son próximas a las que se establecen fuera del contexto escolar y rompen la asimetría profesor-alumno permitiendo la reciprocidad. Todo ello las convierte en más funcionales y significativas.

      Pero para que se produzca un adecuado proceso de aprendizaje en las relaciones entre iguales debemos crear el entorno adecuado que lo haga posible. Cabe, pues, preguntarnos por las situaciones más propicias para que los alumnos aprendan de sus compañeros. Hemos elegido tres vías:

      A. Tomando como referencia lo que hace el compañero. En los momentos en los que la actividad lúdica implica la resolución conjunta de una o varias situaciones-problema, el alumno puede observar, analizar y reelaborar la información e imitar a otros jugadores en la búsqueda de soluciones eficaces. El compañero se convierte así en modelo para el aprendizaje.

      B. Distribuyendo responsabilidades. Esta forma de actuación implica coordinar la labor propia con la de cada compañero de juego y adoptar papeles complementarios. Pero requiere un proceso previo de análisis de la actividad lúdica, de distribución de roles dentro del grupo y de asunción de responsabilidades. En este proceso, cada miembro del grupo puede aportar a los demás ideas y estrategias para la resolución de las demandas del juego, motivación, actitudes, valores y medios para la reflexión sobre cómo actuar.

      C. Confrontando puntos de vista. Cuando los alumnos discrepan sobre la forma de afrontar el juego o sobre la percepción de un hecho acontecido dentro de la actividad lúdica y argumentan su propia postura, se crea un campo para el aprendizaje, tanto en lo relativo a cómo dialogar y resolver conflictos, como en lo referente a los caminos para la resolución de las situaciónes-problema que plantea el juego.

      ¿Qué podemos hacer para crear estas situaciones de interacción educativa entre alumnos?

      Como señalaremos en próximos capítulos, debemos propiciar un clima de juego que genere aceptación, colaboración, respeto mutuo y apoyo entre los alumnos. Sólo dentro de este contexto la acción educativa que ejerce el compañero de actividad lúdica en los ámbitos cognitivo, motriz, afectivosocial y eticomoral podrá aprovecharse en toda su extensión. Es importante, en consecuencia, promover las estructuras cooperativas de juego que fomentan la comunicación intragrupal y el feedback entre iguales, ofrecer modelos adecuados de actuación sobre los que basar la observación, informar a los alumnos sobre los aspectos relevantes en cada actividad lúdica y participar en la consecución de un clima relajado en el que la comunicación, la distribución de responsabilidades y la confrontación de puntos de vista estén siempre favorecidos.

      Los planteamientos sobre evaluación han evolucionado a la par que los relativos a la educación. Desde esta perspectiva la evaluación ha de ser abordada, como señala Blázquez (1990), dentro de «un nuevo concepto de educación basado en la necesidad de cuidar más los aspectos formativos, capacitar a los alumnos para aprender por sí mismos y adecuar los planes y programas a situaciones significativas capaces de asegurar el progreso individual y de grupo».

      Próximo a esta idea, Coll (1991, pág. 125) define la evaluación como el conjunto de actuaciones «mediante las cuales es posible ajustar progresivamente las ayudas pedagógicas a las características y necesidades de los alumnos, y determinar si se han cumplido o no y hasta qué punto las intenciones educativas están en la base de dicha ayuda pedagógica».

      Estas consideraciones iniciales, que no podíamos soslayar, nos orientan en la intención de insertar la evaluación dentro del juego en un planteamiento constructivista del aprendizaje.

      Desde el constructivismo, evaluar implica tomar decisiones y actuar en torno a tres aspectos concretos: los relativos a qué, cómo y cuándo evaluar. Pero antes de centrarnos en estos aspectos, queremos referirnos a:

      –Los principios que deben regir la evaluación de los aprendizajes y del proceso enseñanza-aprendizaje dentro de la actividad lúdica.

      –Los fines de la evaluación en el juego.

      –Los tipos de evaluación existentes.

      A. Principios de la evaluación en el juego

      El constructivismo nos conduce más a la reflexión y a la decisión que a las prescripciones. Con todo, existen algunos principios que deben regir la evaluación dentro de la actividad lúdica y que son acordes con los planteamientos constructivistas.

      Así: