EZEKIEL HOPKINS [1633-1690]
sermón titulado “A Discourse Upon Providence”, 1692
Sus ojos ven, sus párpados escudriñan a los hijos de los hombres. Toma a Dios en tu consejo. En cielo está por encima del infierno. Dios puede decirte en todo momento qué planes está incubando el averno contra ti.
WILLIAM GURNALL [1617-1679]
“Christian in complete armour, or, a treatise of the saints war against the Devil”, 1655
Sus ojos ven, sus párpados escudriñan a los hijos de los hombres. Cuando un delincuente o acusado de un delito es llevado ante un juez, y se sienta en el banquillo para ser instruido de sus cargos, el juez lo mira fijamente, y a la vez, ordena al acusado que levante la mirada y fije también los ojos en su cara: «Míreme –le dice el juez– y exprese cuanto tenga que alegar». Pero por regla general, el acusado ciñe el entrecejo e inclina la cabeza; ¡el peso de la culpa presiona la cabeza hacia abajo! Quien sabe que no ha obrado bien tiene la mirada turbia, y no se atreve a mirar cara a cara; trata de evitar que el juez le mire. Algo parecido sucede con el Señor, gran Juez del cielo y de la tierra: “Sus párpados escudriñan a los hijos de los hombres”. Dios escudriña a cada uno como un juez somete a prueba a un reo, mirándole a los ojos, y lee los rasgos de maldad impresos en su rostro. No en vano decimos en lenguaje coloquial que alguien “tiene una mirada culpable”, o “lleva el delito impreso en los ojos”. En el gran pánico general descrito en Apocalipsis,83 los que huyen despavoridos piden esconderse de la mirada de Aquel que está sentado en el trono. No pueden mirar a Cristo ni soportar que Cristo les mire, porque: los párpados de Cristo escudriñan a los hijos de los hombres. Por ello los obradores de maldad: “ocultan sus planes, y sus obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce?”.84 La maldad no resiste la mirada, no soporta la observación de ojo alguno, y menos aún del ojo de la justicia. Ocultar en el rostro la culpabilidad del corazón es muy difícil, tan difícil como dejar de verla.
JOSEPH CARYL [1602-1673]
Vers. 5. Jehová prueba al justo; pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece. [Jehová prueba al justo y al impío; su alma aborrece al que ama la violencia. RVR] [El Señor prueba al justo y al impío, y su alma aborrece al que ama la violencia. LBLA] [YHVH prueba al justo, pero su alma aborrece al malvado, y al que ama la violencia. BTX] [El Señor examina a justos y a malvados, y aborrece a los que aman la violencia. NVI] [El Señor sondea al justo y al malvado, él detesta al que ama la violencia. BLP] [El Señor examina tanto a los justos como a los malvados y aborrece a los que aman la violencia. NTV]
Jehová prueba al justo. No dice que los aborrece, tan solo que los prueba. Le son preciosos y, por tanto, los refina con aflicciones. Ni uno solo de los hijos del Señor puede aspirar a librarse de la prueba, y ciertamente, nadie con una mente cuerda aspira a ello, porque la prueba es el canal de numerosas bendiciones.
Mi felicidad en este mundo 85
no es vivir sin cargar la cruz
sino percibir el poder del Salvador
santificando cada pérdida.
Las pruebas endulzan la promesa
dan nuevo vigor a la oración
me conducen directo a sus pies
me hacen humilde, y me mantienen así.
Si en el mundo no enfrentara pruebas
ni fuera corregido con castigos
¿Acaso no tendría motivos
para pensar que he sido reprobado? 86
Los bastardos escapan de la vara
hundiéndose en los deleites terrenales
pero los verdaderos hijos de Dios
no deben tan siquiera intentarlo.
¿Puede haber razón más convincente por la cual no deberíamos mostrar desconfianza y esforzarnos en tratar de eludir la prueba? Pues en realidad, lo que estamos tratando de eludir es una bendición.
Pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece. Y si Dios los aborrece, ¿cuál es la razón por la que deba yo levantar el vuelo y escapar de ellos? Si Dios los aborrece, no les tengo temor. ¡Amán era poderoso en palacio mientras contó con el favor real pero, cuando el rey lo aborreció, hasta los sirvientes de menor rango tardaron poco en pedir la horca para el hombre ante el cual tan a menudo habían temblado!87 Fijémonos en la marca negra en los rostros de nuestros perseguidores, y no tendremos necesidad de huir de ellos. Si Dios entra en liza y toma parte en la disputa, sería absurdo cuestionar el resultado, o evitar el conflicto.
C. H. SPURGEON
Jehová prueba al justo. Con la excepción de nuestros pecados, nada hay tan abundante en este mundo como las tribulaciones que resultan de ellos, que son como los mensajeros de Job, que llegaban uno tras otro.88 Puesto que no habitamos en el paraíso, sino en el desierto, hemos de esperar una tribulación tras otra; como a David se le acumulaban los adversarios: un oso después de un león,89 un gigante90 después del oso, un rey después del gigante,91 y tras el rey, los filisteos;92 así también los creyentes: tan pronto acaban de combatir la pobreza, tienen que luchar contra la difamación; y tan pronto acaban de luchar contra la difamación, tienen que hacerlo contra la enfermedad; son cual obrero que nunca cesa en su trabajo.
HENRY SMITH [1560-1591]
en un sermón titulado “The Trial of the Righteous”, 1578
Jehová prueba al justo. Las épocas de aflicción y persecución sirven para separar lo precioso de lo vil, desenmascaran al falso creyente apartándolo del verdadero. La persecución es la piedra de toque de un cristiano, un lapis lydius93 que revela de qué metal están hechos los hombres: de plata o de estaño, de oro o de escoria, de trigo o cizaña, sombra o sustancia, carnales o espirituales, sinceros o hipócritas. Nada habla sobre la santidad con mayor propiedad y solidez que una persecución. Cuanto más perseguidos están los santos en este mundo, más destacan y relucen: el mantenerse firmes en duras pruebas dice mucho de su integridad interior.
THOMAS BROOKS [1608-1680]
“The Crown and Glory of Christianity or Holiness, the Only Way to Happiness”, 1662
Jehová prueba al justo; pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece. Notemos el singular contraste entre estas dos frases. Dios odia a los malos, y por tanto, en contraste, ama a los justos; pero aquí se dice que los prueba; en consecuencia, hemos de concluir que para Dios, amar y probar, es la misma cosa.
C. H. SPURGEON
Vers. 6. Sobre los malos hará llover calamidades; fuego, azufre y viento abrasador será la porción del cáliz de ellos. [Sobre los malos hará llover calamidades; fuego, azufre y viento abrasador será la porción del cáliz de ellos. RVR] [Sobre los impíos hará llover carbones encendidos; fuego,