ANDREW ALEXANDER BONAR [1810-1892]
“Christ and His Church in the Book of Psalms”, 1859
Vers. 1. En Jehová he confiado; ¿Cómo decís a mi alma, que escape al monte cual ave? [En Jehová he confiado; ¿Cómo decís a mi alma, que escape al monte cual ave? RVR] [En el Señor me refugio; ¿cómo decís a mi alma: Huye cual ave al monte? LBLA] [En YHVH me he refugiado, ¿cómo decís a mi alma, que escape al monte cual ave?? BTX] [En el Señor hallo refugio. ¿Cómo, pues, se atreven a decirme: «Huye al monte, como las aves»? NVI] [En el Señor confío, ¿cómo podéis decirme: “Vuela a los montes como un pájaro”. BLP] [Yo confío en la protección del Señor. Así que, ¿por qué me dicen: «¡Vuela como un ave a las montañas para ponerte a salvo! NTV]
En Jehová he confiado;23 ¿Cómo24 decís a mi alma, que escape al monte cual ave? Los tres primeros versículos de este salmo contienen un relato de la tentación de desconfiar de Dios, en cierta ocasión que no especifica, pero que había provocado en David un gran desasosiego. En los días en los que habitaba en la corte de Saúl, es probable que por su seguridad le aconsejaran que escapara; pero en unas circunstancias en las que su huida podía haber sido considerada una falta de lealtad y un incumplimiento de sus obligaciones con el rey; o bien, una demostración de cobardía personal. Su caso era como el de Nehemías cuando sus enemigos, bajo el pretexto de amistad, esperaban entramparle con sus consejos al sugerirle que huyera para salvar su vida.25 Si lo hubiera hecho, habrían encontrado base para acusarle. Pero Nehemías replicó con valentía: “¿Un hombre como yo ha de huir?”; y David, haciendo gala de un espíritu similar, rechaza también escapar exclamando: “En Jehová he confiado; ¡cómo decís a mi alma que escape al monte cual ave?” ¡Cuando Satanás no puede derribarnos por presunción, usa todas sus habilidades para destruirnos por desconfianza! Usará incluso a nuestros amigos más entrañables para que traten de minar nuestra confianza en Dios. Y empleará una lógica tan plausible que, a menos que afirmemos de una vez por todas nuestra confianza inamovible en Jehová, conseguirá que imitemos al pájaro cobarde, que huye a las montañas ante el menor peligro.
C. H. SPURGEON
En Jehová he confiado; ¿Cómo decís a mi alma, que escape al monte cual ave? (algunos traducen “que escape al monte, oh ave”) Saúl y sus allegados se habían burlado de David abucheándole con tales escarnios,26 que no concebían que tuviera otra salida que huir: buscar refugio adentrándose en las montañas y deambular saltando de un lugar a otro como un pájaro tonto; pero en su astuto ardid para acorralarle y atraparle, no tuvieron en cuenta a Dios, que era su consuelo, descanso y refugio.
THEODORE HAAK [1605-1690]
“Translation of the Dutch Annotations, as ordered by the Synod of Dort”, 1618
En Jehová he buscado refugio; ¿Cómo decís a mi alma, vuela gorrión a tu monte? Sí, a “tu monte”, del cual tan seguro estás que viene tu socorro.27 Esta mueca burlona es porque ese monte te dará el amparo que da a un gorrión: cobijo de las tormentas y otras inclemencias del tiempo, pero jamás un verdadero refugio que te ponga a salvo de nuestro poder.
SAMUEL HORSLEY [1733-1806]
“The book of Psalms : translated from the Hebrew, with notes, explanatory and critical”, 1816.
En Jehová he confiado; ¿Cómo decís a mi alma, que escape al monte cual ave? La confianza incomparable de los santos queda reflejada en este poema que Anne Askew,28 torturada y quemada en la hoguera en Smithfield (1546), compuso y cantó mientras estaba en Newgate:
Cual caballero armado,
dispuesto para la batalla,
pelearé con este mundo,
y Cristo será mi escudo.
La fe es el arma invencible,
que jamás falla en la necesidad:
y con ella me abriré paso,
en medio de mis enemigos.
Con la fuerza irresistible
y el poder que Cristo me dé,
prevaleceré hasta el fin,
por encima de todos los demonios
La fe de nuestros padres,
contada por justicia,
me lleva a ser audaz,
y a no temer nada en el mundo.
Me gozo ahora en el corazón,
y confío en seguir haciéndolo;
porque Cristo está de mi parte,
y hará llevadera mi aflicción.
Tú has dicho, Señor, que asistirás
a quienes fieles te imploran:
abre, por tanto, la cerradura
y envía tu poder irresistible.
Más enemigos tengo ahora
que cabellos sobre mi cabeza:
no consientas que me perviertan,
lucha tú en mi lugar.
A ti confío mi protección,
de todas sus intenciones crueles:
no me amedrantarán con sus urgencias;
porque tú eres mi deleite.
No estoy dispuesta a consentir
que mi ancla se deslice,
mi embarcación resistirá,
todos los embates de las olas.
Casi no me atrevo a escribirlo
en prosa, ni tampoco en rima;
más quiero mostraros de una visión
que recientemente he tenido.
Contemplé un trono real,
donde debía haberse sentado la justicia,
pero en su lugar estaba uno
de ceño fruncido, y mente cruel.
La justicia había sido absorbida,
por un torrente de rabia:
Satanás, en sus excesos,
ha chupado la sangre del inocente.
Entonces pensé, Señor Jesús,
cuando tú nos juzgues a todos,
difícil resulta imaginar
lo que va a caer sobre estos hombres.
Y no obstante, Señor, es mi deseo,
sea cuanto sea que me hagan,
que no tengan