124 Ver al respecto las notas 115 y 116.
125 En hebreo עֲצָמָֽי niḇhălū de בָּהַל bahal; y נִבְהֲלָ֣ה niḇhălāh de בָּהַל bahal; el verbo que utiliza el salmista para referirse a cómo siente sus huesos y el estado en que se encuentra su alma es exactamente el mismo.
126 Apocalipsis 21:4; 22:3-5.
SALMO 7
SALMO DEL CREYENTE DIFAMADO
Título: “Sigaión de David, que cantó al Señor acerca de Cus, el Benjamita”. Por lo que se desprende de las observaciones de los eruditos, y de comparar este Salmo con el único otro Sigaión que encontramos en la Palabra de Dios,1 el título de este salmo significa probablemente “cánticos variables”,2 y se asocia a la idea de contraste entre tristeza y alegría. Ciertamente, el salmo de nuestras vidas se compone también de estrofas variables: unas saltan alegres aupadas por la métrica sublime de triunfo, en tanto que otras cojean arrastradas por el ritmo sombrío del lamento. Aunque en la música de los santos aquí en la tierra predomina el bajo, sin lugar a dudas. Nuestras experiencias son tan inestables como el tiempo en Inglaterra.
Del título podemos deducir la ocasión para la cual fue compuesto. Parece ser que Cus, de la tribu de Benjamín, había acusado a David ante Saúl de traición, de conspirar contra la autoridad real.3 Y que el rey, movido tanto por sus propios celos de David, como por la amistad que probablemente mantenía con el tal Cus el Benjaminita, no dudó un instante en darle crédito.4 Quien se mueve cerca del trono está en posición de hacer mucho más daño al calumniar a otro que cualquier difamador vulgar y corriente.5
Vamos pues a llamar este salmo CÁNTICO DEL CREYENTE DIFAMADO. Pues demuestra que aún el más amargo y doloroso de los males, como la calumnia, puede darnos motivos para componer un Salmo. ¡Qué bendición tan grande sería si fuéramos capaces de convertir incluso los acontecimientos más adversos y desastrosos en tema de una canción, devolviéndole así la pelota a nuestro gran enemigo! Aprendamos esta lección de Lutero, que dijo en cierta ocasión: «David compuso Salmos; vamos a componerlos también nosotros, y a cantarlos lo mejor que sepamos para honrar a nuestro Señor, y para abuchear y mofarnos del diablo».6
C. H. SPURGEON
Sigaión.7 Aunque algunos han intentado ver en este término una referencia a las realidades y contrastes morales en este mundo según se describen en el propio salmo, lo más probable es que se trate de una expresión referente a la propia naturaleza de la composición poética. Transmite la idea de algo errático (en hebreo שִׁגָּי֗וֹן, “extraviarse, divagar”) en su estilo. Tiene algo inquietante que lo diferencia de los demás salmos. Ewald8 sugiere, por tanto, que podría traducirse como «una oda confusa», un ditirambo.9 Esta característica de emocionalidad cambiante en el estilo, y una cierta forma errática en el sentido, encajan perfectamente con el único otro pasaje en la Escritura donde encontramos ese mismo término, el capítulo tres del libro Habacuc.10
ANDREW ALEXANDER BONAR [1810-1892]
“Christ and His Church in the Book of Psalms”, 1859
Estructura: En los dos primeros versículos el salmista expone la gravedad del peligro planteando su oración (7:1-2); y acto seguido (7:3-5), defiende solemnemente su inocencia invocando al Señor para que se levante en juicio (7:6-7). Sentado en su trono, el Señor escucha de nuevo la apelación del suplicante calumniado (7:8-9); absuelve a su siervo; y amenaza a los malvados (7:10-13). Sigue con la visión del calumniador atrayendo maldición sobre su propia cabeza (7:14-16); mientras David se retira del juicio cantando un himno de alabanza a su Dios justo (7:17). Tenemos aquí el material para un hermoso sermón sobre un texto paralelo: “Ningún arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y la recompensa que obtendrán de mí, dice Jehová”.11
C. H. SPURGEON
Versión poética:
DOMINE DEUS MEUS IN TE SPERAVI
¡O mi Dios y Señor! en ti he esperado
líbrame, pues, de todos los peligros,
sácame del poder de los tiramos,
que me persiguen con furor activo.
Como leones quisieran destrozarme,
y rabiosos esperan conseguirlo,
cuando no haya ninguno que me salve,
ni pueda librarme de sus tiros.
¡O mi Señor y Dios! si estoy culpado,
si es verdad que haya hecho algún delito,
si hay alguna injusticia en mis acciones,
o en mis obligaciones un descuido:
Si he vuelto mal por mal, o si engañado
en algún grave caso he delinquido;
entonces es razón que me atropellen,
y voluntario a tu furor me rindo.
Que pongan acechanzas a mi vida,
que caiga entre sus manos sin arbitrio,
que huellen el terreno en que yo caiga,
y que en mi propia sangre esté teñido.
Que me den al desprecio y al oprobio,
y que en fin logren sepultar conmigo
toda mi gloria reducida a polvo,
si es que gloria en mi vida he merecido.
Pero mi Dios, si me hallas inocente,
si en mí no ves ni culpa ni delito,
levántate, Señor, y con tu enojo
disipa esos injustos enemigos.
Levántate Dios santo y poderoso,
y ejecuta el precepto, que tú mismo
a todos nos has dado, cuando mandas
al justo defender contra el inicuo.
Y entonces todo el pueblo rodeando,
tu augusto tabernáculo divino,
alabará tu nombre soberano,
y la santa equidad de tus juicios.
Sube a tu tribunal, toma tu asiento,
empieza a examinar este litigio,
que solo toca a ti juzgar la tierra,
y cuantos pueblos habitan sus recintos.
Júzgame en él, mi Dios, pues yo no dudo,
que tú me juzgarás según tu estilo,
según la integridad de mi conducta,
y según la inocencia que en mí has visto.
Allí nada aprovecha la malicia,