Ahora bien, la mala actitud de los hermanastros perjudicaba al patrimonio familiar. Al denunciarlos, José cumplía con su obligación como hijo. Además, debemos entender que, más que reflejar una mala actitud hacia sus hermanos, las palabras de José revelan los poderosos vínculos de compenetración y afecto que existían entre él y su padre. Durante la niñez y juventud de sus otros hijos, Jacob había estado constantemente fuera de casa atendiendo a los rebaños. Pero durante la niñez de José, es probable que hubiera guardado la casa, impedido por la cojera. Padre e hijo habían buscado consuelo el uno en el otro después de la muerte de Raquel y ahora disfrutaban de una unidad entrañable. Para ellos, el uno era el padre venerado, y el otro, el hijo amado. En cambio, para los demás hermanos, y especialmente para los hijos de las concubinas, Jacob era una persona algo distante, apenas más que un jefe. Los mandaba a trabajar, pero no les mostraba el afecto de un padre; los reprendía y se quejaba de ellos, pero no les decía palabras tiernas de aprobación. Ellos, por su parte, respondían con actitudes rebeldes y desleales.
2. La túnica de muchos colores (37:3-4)
E Israel amaba a José más que a todos sus hijos, porque era el hijo de su vejez, y le había hecho una túnica con rayas de colores. Sus hermanos, al ver que su padre lo prefería entre todos ellos, lo aborrecían y no le podían hablar pacíficamente (37:3).
José era el favorito de Jacob por muchas razones:
Era el hijo de su amada Raquel, mientras que los otros hijos eran el fruto de engaños (en el caso de Lea) y arreglos especiales de valor secundario (en el caso de las concubinas). Por mucho que Bilha se haya sentado en el regazo de Raquel al dar a luz y que Raquel haya reclamado como suyo al recién nacido, no se le podía comparar con el hijo concebido por Raquel misma.
Parece ser que Jacob tenía una relación tensa con los demás hijos, quienes, de diversas maneras, le habían faltado de respeto, y, en consecuencia, se encontraba a gusto solamente con José. Los tres hijos mayores habían sido ya motivo de disgusto para Jacob: Rubén se había acostado con Bilha (35:22); Simeón y Leví habían causado serios problemas con los vecinos a causa de su venganza sangrienta de Dina (34:30). La mala actitud de los hijos de las concubinas (37:2) es reflejo de la tensión que existía entre ellos y Jacob. En cambio, José se portaba con respeto, lealtad y cariño filial.
En nuestro texto, sin embargo, se explica la preferencia en términos de que “José era hijo de la vejez de Jacob”, lo cual puede significar, obviamente, que Jacob era ya viejo cuando lo engendró, o, más probablemente, que José era el consuelo de Jacob en su vejez y después de la muerte de Raquel. El hijo que llega después de una larga espera y cuando parece que ya es imposible, siempre es motivo de especial gozo. Pensemos en los casos bíblicos de Isaac, Sansón, Samuel o Juan el Bautista. Pero José era también el hijo de la soledad de la vejez de Jacob. Antes, Jacob había estado demasiado ocupado atendiendo el rebaño de Labán como para poder disfrutar de sus hijos, pero ahora, liberado del trabajo activo al tener diez hijos en plena forma física, impedido por su propia cojera y sintiéndose muy solo por la ausencia de Raquel, tenía el tiempo y la inclinación de pasar tiempo con José.
Pero, por mucho que podamos entender la preferencia de Jacob, su favoritismo no deja de ser una actitud necia. Él mismo y su hermano Esaú habían sufrido a causa de los favoritismos practicados por Isaac y Rebeca, pero Jacob no había aprendido la lección.15 Él había sido el preferido de su madre, como Esaú lo fue de su padre, y la consecuencia fue una larga historia de envidias, rivalidades y actitudes amargas. Si no permitimos que Dios sane estas cosas, estamos condenados a repetirlas generación tras generación.
La naturaleza exacta de la túnica que Jacob regaló a José es debatida, porque el lenguaje es oscuro:16 ¿Fue de muchos colores, o ricamente decorada, o de mangas largas? Lo importante no es la forma de la prenda, sino su significado. De inmediato, simbolizaba para los demás hijos el favoritismo de Jacob y la exaltación de José, y, por tanto, despertaba en ellos aún más resentimiento. Pero es posible que significara algo más: que Jacob estaba pensando conceder a José una posición de prestigio en la casa. De ahí los temores de los hermanos: ¿Qué pretende nuestro padre con esto?
Es completamente comprensible que los hermanos reaccionaran negativamente contra el favoritismo de Jacob. Se sentían rechazados y dolidos. Pero quizás existiera en ellos también un motivo más mundano: puede que temieran que el amor de Jacob, simbolizado por la túnica regalada a José, acabaría en su exclusión, o al menos su perjuicio, en el momento del reparto de la herencia familiar. A fin de cuentas, si Jacob empleó la manipulación y el engaño para hacerse con la primogenitura, bendición y herencia que pertenecía a Esaú, no tendría remilgos en quitarles a ellos la herencia y dársela a José.
Además, es posible que Rubén, el primogénito, hubiera perdido el derecho a la primogenitura. Este era el probable significado de su ultraje en 35:22, tal como se nos explica en 1 Crónicas 5:1-2: Rubén… era el primogénito, pero, habiendo profanado el lecho de su padre, su primogenitura fue dada a los hijos de José ben Israel. Los hermanos ya sospechaban que la túnica era evidencia de que eso iba a ocurrir: al más joven de los once, Jacob pensaba concederle la primogenitura como hijo de la esposa amada.17 Los otros hermanos, naturalmente, se sentían desacreditados e injustamente ofendidos.18
Así pues, en 37:2, José logró ofender a sus hermanastros Dan, Neftalí, Gad y Aser, hijos de las concubinas, al delatarlos ante su padre. Ahora, ha logrado ofender a los hermanastros Rubén, Simeón, Leví y Judá, hijos de Lea, al vestir una túnica que simbolizaba su probable adquisición de la primogenitura. De hecho, tendrían que haber odiado al padre, no al hijo; José no les había hecho nada injusto. Pero la gente suele convertir en cabeza de turco al más débil. En todo caso, aquí vemos a José en su doble papel de hijo amado y hermano aborrecido. ¿Nos recuerda a alguien?
3. Los sueños de José (37:5-11)
Y soñó José un sueño, y lo declaró a sus hermanos, diciéndoles: Oíd este sueño que he soñado (37:5-6).
La tercera causa de la animosidad de los hermanos hacia José se encuentra en los sueños que tuvo. Como es frecuente en esta clase de relato bíblico, el autor nos ofrece primero un resumen (37:5) y luego una explicación más extensa (37:6-8).19
¿Les contó el sueño a sus hermanos por malicia o por ingenuidad? Parece que lo segundo. La Biblia nunca sugiere lo primero y es una lectura completamente arbitraria la que da a las palabras de José un tono orgulloso o altanero. En cambio, el texto constata explícitamente la maldad de la reacción de los hermanos. Si hubieran tenido un mínimo de sensibilidad espiritual, si hubieran admitido lo que era una creencia de aquel entonces: que los sueños pueden ser un medio de revelación divina, habrían debido reflexionar que Dios es libre de comunicar el mensaje que quiera, y también para elegir al mensajero.20 Es una necedad cargarte al mensajero únicamente porque no te gusta el mensaje.
He aquí, estábamos atando gavillas en medio del campo, y he aquí, mi gavilla fue levantada y se mantenía erguida, mientras que vuestras gavillas, puestas alrededor, se postraron ante mi gavilla (37:7).
El sueño tiene un significado tan obvio que el texto bíblico no necesita darnos la interpretación. Por supuesto, con el tiempo iba a cumplirse a la perfección (42:6, 9).
Aquí empieza una serie de sueños en la historia de José, siempre en parejas: los dos de José, el del copero y el del panadero, y los dos del faraón.
También comienza aquí una serie de asociaciones entre José y el grano, que actúa como una especie de hilo conductor para dar unidad a todo el relato de la historia de José:
1 Los hermanos, al echarlo al pozo, se sientan para comer pan (37:25).
1 En