Recado confidencial a los chilenos (2a. Edición). Elicura Chihuailaf. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Elicura Chihuailaf
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9789560012906
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ciclo de producción, de conversación con la Tierra. Es la fecha, como usted sabe, en que se produce la noche más larga del año y el inicio de las lluvias más intensas que prepara a la naturaleza para acoger y favorecer el maravilloso crecimiento de la nueva vida. Es la imitación que hacemos la gente al lavarnos o bañarnos al inicio de cada jornada de labores, nos dicen.

      Año Nuevo. El sol dio un «paso de gallo», kiñe trekan alka, siguen diciendo nuestros antiguos, y las noches comenzarán a acortarse lentamente cediendo su tiempo a la luz. Wvño trekatui pun, la noche retrocede lentamente. Ya!, zew mitray ta antv / ¡Ya!, ha descansado el sol –dicen.

      Al amanecer, todavía bajo Wvñelfe / el Lucero del Alba, con una vara se golpea los troncos de los árboles frutales para despertarles la savia. Luego –tocando instrumentos musicales: trutruka, lolkiñ, kullkull, trompe y kaskawilla, para manifestar el contento por la llegada del Nuevo Año–, niños, niñas, jóvenes, adultos y ancianos acudían al estero, la vertiente más cercana, para darse un baño en las tibias y purificadoras aguas de We Tripantv. Después, vueltos hacia el Oriente –donde habita Genechen– se hace Llellipun rogativa, al lado de los árboles frutales donde previamente se dejaron coligüe y ramas de foye canelo, kvlon maqui y triwe laurel.

      Enseguida se trae la leña para avivar las llamas del fogón. Se acarrea agua. Se realiza el sacrificio de un animal y de algunas aves. Se desayuna con un sabroso ñachi (sangre, generalmente de ovejuno, cuajada y aliñada con culle o limón, ají y verduras) o apol (bofes rellenos –con sal, ajo, ají– y cocidos) y karitun (crudo de hígado). Luego se continúa con la preparación de abundante comida y muzay (cuyo primer sorbo compartimos con la Madre Tierra).

      En el transcurso de la mañana cada cual se da el tiempo para salir a caminar por el campo para encontrarse y conversar con la naturaleza: la gente de la comunidad, el agua, el aire, los cerros, los bosques, los pastos, las piedras, los animales, los insectos, los pájaros, las nubes. Después se reúne la familia para almorzar. Se dirige posteriormente hacia el palituwe –lugar destinado al palín– para mirar y participar en el palikantun, el juego de la chueca.

      En algunos sectores existía la costumbre de recibir la visita de familias provenientes de otras comunidades, con las cuales compartían por varios días.

      En la noche, a orillas del fogón, las familias compartimos el muzay –bebida de gvlliw piñón, wa maíz o kachilla trigo– y la comida: mvltrvn «catuto» pan de trigo cocido y molido en la kuzi piedra para triturar; millokiñ bolitos de arvejas; puré de piñones; ilo carne; poñi papas con meskeñ –ají tostado y molido–; kako mote de kinwa, de maíz o de trigo; lokro korv sopa con molido de piñón o trigo; kollof cochayuyo; rvmul kofke pan cocido en el rescoldo («las tortillas»), entre otros alimentos.

      Hay conversación, hay cantos, cuentos, adivinanzas y se juega awarkuzen el juego de las habas.

      También de preferencia en esta fecha suele realizarse el katanpilun (ceremonia de perforación de las orejas de las niñas para ponerle chaway aros, y en que la abuela materna le entrega su nombre a su nieta); el misawvn (dos personas que para recordar y afianzar su amistad comen en un mismo plato); el konchotun (ceremonia de «compadrazgo»); y el lakutun (ceremonia en la que el abuelo paterno le entrega su nombre a su nieto).

      Un día de We Tripantv, en Berlín (Alemania Democrática), mi amigo, mi hermano mapuche lafkenche Santos Chávez, en su niñez soñador y pastor de ovejas; y soñador, grabador y pintor en su adultez (aunque «somos unos niños en este mundo», dice), me habla de la poesía de la madera:

      Antes de entrar a una academia de arte estaba en mí el deseo de entender a mi propio pueblo, a mi gente. Entender desde un punto de vista siempre positivo, que es lo que me sugería mi relación con la Naturaleza, la geografía donde nací y donde viví gran parte de mi niñez como pastor y mi adolescencia como trabajador campesino.

      De dicho mundo aprendí que no hay que ser pretencioso con lo que uno hace. Eso lo sabe toda persona que trabaja la Tierra y que aprecia y vive la morenidad de ella revelándonos su, nuestra, propia morenidad.

      Así cada cual se va formando un concepto de lo que ha vivido –o de lo poco que ha vivido–, porque la gente nunca termina de ser, pues nadie jamás podrá decir: «yo lo sé todo». Uno va aprendiendo de vivir. Yo cuando niño tuve un universo abierto: lleno de estrellas, de árboles, de pajaritos, de cabritas, y el Sol.

      Entonces, cuando llegué a las artes del grabado, comencé a abordar mucho la cosa geográfica, en el sentido telúrico, en lo que dice relación con el movimiento de la Tierra. En definitiva, comencé de lleno a abordar el misterio del mundo. Elegí el material que más tocaba mis sentimientos: la madera.

      Cuando trabajo la madera es como que estoy sintiendo mi tierra, eso me hace retornar –en cualquier lugar que me encuentre– a los caminos de mi niñez; y me hace permanecer abrazando la morenidad que fluye desde mi corazón.

      El pensamiento es como el viento. El misterio de la vida es como el viento, como aquello que no sabemos cómo –de qué modo– sucederá mañana. Pero si mis manos –y lo que yo siento– me acompañan, mis herramientas pueden hacer silbar el viento en los ojos y el corazón de los que –aquí o en nuestra tierra– miran mis grabados.

      Esta es nuestra palabra ya escribiéndose, pero al lado de la oralidad –«oralitura», decimos sus oralitores–. La palabra sostenida en la memoria, movida por ella, desde el hablar de la fuente que fluye en las comunidades. La palabra escrita no como un mero artificio lingüístico (no me estoy refiriendo a la función de artificio que todo lenguaje contiene permanentemente), sino como un compromiso en el presente del sueño y la memoria. El mapuzugun, el hablar de la Tierra, un idioma aglutinante y declinable, conformado por sus respectivos dialectos e idiolectos, como el castellano, como todos los idiomas del mundo.

      En China –país de «cultura milenaria»–, por ejemplo, se dice que todavía se usan tres dialectos: el mandarín, el de Cantón y el de Fokien. Y dos de las tres religiones oficiales son de origen indígena: el taoísmo y el confusionismo.

      En Chile ¿son los mismos dialectos castellano-chilenos en el norte, centro o sur? ¿El lenguaje de los santiaguinos es el mismo lenguaje –sus giros idiomáticos– que el empleado por los chilotes? ¿El idiolecto de los habitantes de Temuco es el mismo que el utilizado por los habitantes de localidades urbanas y rurales de Cunco (Aguas que suenan «Cum cum» en las estrechas laderas de su derrotero), Curacautín (Pato silvestre que semeja una piedra) o Vilcún (Lagartija), aún enlazados en la visión del volcán Llaima (Zanja)?

      Le digo esto porque –como usted recordará– hasta algún tiempo atrás, sectores de su sociedad interesados en denostarnos decían que el mapuzugun no era más que un dialecto carente incluso de algún arte con la palabra. Desconocían el vlkantun canto poético; el epew relato; la konew adivinanza; la nvtram conversación (como arte); el weupin el arte del discurso –historia–, que se revela en todos los acontecimientos solemnes: mafun casamiento; en eluwvn funeral; rukatun construcción colectiva de una casa; en el mingako preparación colectiva de un terreno para sembrar.

      En nuestra cultura se estima altamente privilegiada la persona poseedora de tales «atributos» del pensamiento. Genpin, poseedor de la Palabra, lo llaman.

      «Cuidémonos de decir que la poesía nació en Chile con la llegada de los que trajeron la palabra castellana, porque las palabras y las melodías existían antes», dice Volodia Teitelboim.

      Ahora, frente a la concreción de la escritura hay quienes la consideran un proceso de aculturación. Mas, se dice que la escritura la inventaron los fenicios, por lo tanto ¿las posteriores adopciones escriturales, aún en el uso de grafemas semejantes o muy diferentes, serían solo evidencias de procesos de aculturación generalizado? Entonces ¿de qué modo se dio la tradición oral en todas las culturas del mundo? ¿Cuáles fueron, cuáles han sido, las