28 Cfr. BOUHIER, A., op. cit., p. 235.
29 En la descripción de las distintas zonas de predominio de la estructuración del suelo labradío en “agras” se seguirá, fundamentalmente, el estudio exhaustivo realizado por BOUHIER sobre el complejo agrario gallego realizado entre 1959-1976. BOUHIER, A., op. cit., pp. 233 y ss.
30 Con el término “bancal”, se hace referencia a una superficie llana, o de débil pendiente, sostenida en su parte inferior por un talud de tierra (“ribazo”).
31 Con el término “socalco” se designa a una figura muy similar, aunque a diferencia del bancal, el “socalco” se apoyaba en su parte inferior, no en un talud de tierra, sino en un muro de contención formado por piedras o de piedras y tierra.
32 Los campos cerrados son terrenos formados por la asociación de parcelas muy grandes, cercadas de forma irregular, con una superficie de 2 a 3 o 4 hectáreas cada una, repartidas entre el labradío, el tojal (“toxal”) y el pasto, sin que los límites que separan los trozos se encuentren materializados por señales concretas, muros (“valados”).
33 Para ver con detalle los municipios afectados vid. BOUHIER, A., op. cit., p. 239.
34 Las “cortiñas” son las parcelas más próximas a las casas, sometidas a un cultivo muy intensivo de cereales y cultivos hortícolas de manera individual por cada familia, sin imperar ningún régimen de cultivo colectivo –como sí ocurre con las “agras”–. Las “cortiñas”, cercadas con el fin de aumentar su protección, se llevan los mayores cuidados, especialmente en la fertilización y el riego, y se les reservan las tierras más fértiles. Cfr. CABANA, A., “Lo que queda, op. cit., pp. 41 y ss.
35 Los “quartiers” –también llamados “cuarteles” o “campos”– son subsectores que dividen el interior del “agra”, aunque sin delimitación por hito físico alguno, y en el que quedan agrupadas, según los casos, un número más o menos amplio de parcelas.
36 Un área equivale a una unidad de superficie de cien metros cuadrados.
37 Según FERNÁNDEZ DE ROTA, el tamaño de las explotaciones era, de ordinario, reducido. Tomando como base el Censo de 1972 para comparar los Municipios de Pontedeume (Mariña), Vilarmaior (Mariña y transición a “Zona Media”) y Monfero (“Zona Media” y Montaña), afirma dicho autor que la mayor amplitud media de las explotaciones se encontraba en la “Zona de Montaña”. Si en la “Zona Media” el intervalo más frecuente era de 5 a 9,90 hectáreas, en la Montaña se situaba entre las 10 y 19,90 hectáreas. No obstante, hay que tener en cuenta que buena parte de estas explotaciones de mayor tamaño de la zona de la Montaña era improductiva o, en todo caso, de baja productividad. El problema del minifundio se agravaba si se tiene en cuenta el tamaño de las parcelas que formaban una explotación. Además, la superficie media por parcela era, en el Municipio de Monfero, de 0,329 hectáreas, y en el de Vilarmaior de 0,218 hectáreas. Sin embargo, eran frecuentes las parcelas inferiores al “ferrado” (que en dicha zona equivalía a 548 metros cuadrados). Cfr. FERNÁNDEZ DE ROTA, J. A., Antropología de, op. cit., pp. 24 y ss. En relación al tamaño de las explotaciones y al grado de parcelación vid. también CASAL, B., op. cit., pp. 57 y ss.; BARREIRO FERNÁNDEZ, X. R., op. cit., pp. 121 y ss. y 199 y ss.; SAAVEDRA, P., Economía, op. cit., pp. 215 y ss.; LISÓN TOLOSANA, C., op. cit., pp. 16 y ss.; SAAVEDRA, P., A vida, op. cit., p. 84.
38 Para ver los municipios afectados por el sistema de las grandes “agras” vid. BOUHIER, A., op. cit., p. 282 (nota 97).
39 Cfr. CARDESÍN, J. M., op. cit., pp. 132 y ss.
40 Para ver con detalle los municipios afectados vid. BOUHIER, A., op. cit., p. 350.
41 Para ver con detalle los municipios afectados vid. Ibídem, p. 358.
42 Para ver con detalle los municipios afectados vid. Ibídem, p. 376.
43 Para ver con detalle los municipios afectados vid. Ibídem, p. 388.
44 Para ver con detalle los municipios afectados vid. Ibídem, p. 404.
45 Cfr. GARCÍA RAMOS, A., Estilos consuetudinarios y prácticas económico-familiares y marítimas de Galicia: Memoria premiada por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Imp. del Asilo de Huérfanos del S.C. de Jesús, Madrid, 1909, pp. 95 y ss.; BLANCO-RAJOY ESPADA, B. y REINO CAAMAÑO, J., “Diversas formas de condominio en la región gallega”, en Foro Gallego, 47-48, mayo-junio 1948, pp. 195 y ss.; MARTÍNEZ-RISCO Y MACÍAS, S., “Lagunas, op. cit., p. 727; LÓPEZ GRAÑA, J. A., op. cit., pp. 454 y ss.; LORENZO FILGUEIRA, V., op. cit., p. 66; RODRÍGUEZ PARDO, J. L., “Os dereitos reais na Lei de dereito civil de Galicia”, en Revista Xurídica Foro Gallego, 189, A Coruña, 1996, pp. 50 y ss.; DÍAZ FUENTES, A., Dereito Civil, op. cit., p. 101; ESPÍN ALBA, I., “Comunidades de bienes”, en AA.VV., Manual de Derecho civil gallego, coord. por LETE DEL Río, J. M., Ed. Colex, Madrid, 1999, pp. 86 y ss.; DÍAZ FUENTES, A., “Instituciones”, en Galicia. Dereito, coord. por GARCÍA CARIDAD, J. A., t. L, Hércules de Ediciones, A Coruña, 2006, p. 120; SAAVEDRA, P., “Algunhas diversidades internas na Galicia dos séculos XVI-XIX”, en Lingua e territorio, Consello da Cultura Galega: Universidade de Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, 2006, p. 119.
46 Destaca LORENZO FILGUEIRA que “desde el problema de los «marcos» o mojones dispuestos para señalar las lindes –el cierre más alto dificultaría el cultivo- hasta el problema de las servidumbres de paso de unas a otras; desde los muros de cierre generales, hasta los cultivos similares a fin de llevarlos a cabo de la manera más conveniente a todos; desde las aguas en común, hasta los pastoreos de ganados en momentos en que no existe cultivo específico y queda «a campo» el agro antes