El esgrafiado es una técnica basada en un método de dibujo, que permite sacar a la luz una capa subyacente (normalmente, dorado pulido) mediante la acción de rascar, rayar o rajar la capa directamente superior (capa de color al temple o al óleo). Mediante el instrumento denominado grafio[65], se saca el oro contorneando el dibujo, o bien, extrayendo planos del motivo. También, se utiliza frecuentemente para decorar los fondos de los tejidos. A veces, modulados acorde a los volúmenes de la talla, resultando más concentrados y profusos en los salientes, acentuando así la sensación de mayor luminosidad, y en los entrantes menos abundantes y separados proyectando mayor sombra. Las huellas que resultan de esgrafiar una superficie entre otras son: rajado o rayado, zig-zag, moaré, escamado, damero, moteado o picado, ojeteado, roleos o trazos de dibujo[66].
Las decoraciones esgrafiadas han sido recurrentes desde finales del siglo XV hasta el XVIII. En las policromías de estilo hispano-flamenco, de principios del siglo XVI, suponían la técnica decorativa de estofas por excelencia, mientras que en los siglos posteriores se combinó con las técnicas de estofados a punta de pincel y punzonados. El efecto visual que genera esta práctica ofrece policromías eminentemente planas, en donde la luminosidad transferida por los dorados subyacentes compite con los tonos planos cromáticos superiores.
Técnicamente, las decoraciones a punta de pincel son un método de pintura basado en un sistema aditivo, que nace de la superposición de sucesivas capas de color sobre una superficie, alcanzando efectos de tridimensionalidad e imitación de las telas labradas, en el caso de las indumentarias. La terminología que se utiliza en sus distintas acepciones está relacionada con la herramienta con la que se aplica el color, el pincel, o con el efecto de imitación de telas, estofa o estofado. La aplicación de color a pincel lleva intrínseca una intención plástica por parte del artista que la produce, cuya característica fundamental es proporcionar efectos de volumen y tridimensionalidad con cierta rapidez y de modo efectista. Al utilizar esta técnica en la ejecución de los motivos decorativos se observan distintos efectos, clasificados en torno a manchas que rellenan de color el motivo; a base de tintas planas, degradadas o superposición de capas. O bien, siluetean y/o contornean los volúmenes del motivo, creando efectos de sombra/luz, cuando se alterna tono claro y oscuro para acentuar la proyección de la luz, o proyectando la sombra del motivo[67] (Fig. 15).
La recreación de la ornamentación con esta técnica va tomando protagonismo con la introducción de los motivos al estilo romano o grutescos del periodo renacentista, ganándole la partida a la hasta entonces hegemonía de los estofados esgrafiados. Durante dicha etapa, se favoreció una mayor libertad creadora que derivó en la ampliación de la gama de matices cromáticos, en detrimento de la luminosidad transferida por los dorados esgrafiados.
Fig. 15. Detalle de indumentarias ornamentadas a pincel.
Los punzonados son decoraciones incisas efectuadas sobre los dorados. La técnica está basada en un método mecánico, por el cual, mediante un punzón se practican hundimientos secuenciales en la lámina metálica, normalmente pulida, con un dibujo determinado por la forma de la cabeza del punzón. El resultado es una superficie dorado-pulida con una serie de huellas rehundidas que crea efectos de contraste entre brillo y mate. Se aplica sobre zonas reservadas de oro o plata, decorando los fondos de las indumentarias o los contornos e interiores de los motivos decorativos. La herramienta que se utiliza son los punzones, instrumentos que, aplicados por presión o percusión, dejan la huella de su cabeza impresa en la superficie sobre la que se aplican. Implican una acción de golpear para estampar. La huella queda rehundida o en realce según cómo esté grabada la figura en la cabeza del punzón. Según la forma de la huella matriz se denominan: rectangular embotada, rectangular, trama, ojeteado, moteado o picado de lustre, flor, soles, etc.[68] Estas decoraciones se suelen combinar con las técnicas antes mencionadas, contribuyendo decisivamente en los efectos de tridimensionalidad y volumen en las indumentarias (Fig. 16).
Fig. 16. Combinación de motivos y técnicas.
Las corlas o corladuras[69] son una técnica propia de la pintura, basada en la adición de capas de pintura transparente coloreada o veladuras sobre una superficie metálica pulida (oro o plata), teniendo como finalidad modificar el aspecto visual de la superficie corlada con intención de imitar el oro, piedras preciosas coloreadas e incluso telas brillantes[70]. Se localizan en enveses de mantos y mangas, cenefas, peanas, báculos e imitación de pedrerías fingidas[71]. Se obtiene una superficie que permite reflejar el brillo del metal, oro o plata, y modificar su color mediante la veladura aplicada. De esta técnica derivan acabados como las doraduras o bronceados empleadas en retablos.
Las platas corladas en colores verdes y carmesíes destacan durante la primera mitad del siglo XVI, prohibiéndose doraduras y plateados por su mala conservación, no siendo muy extendidas durante el siglo XVII. Alcanzan su mayor protagonismo durante el siglo XVIII, ampliando la grama cromática, y experimentando mayor auge en la zona mediterránea, con influencia de Salzillo y la escuela napolitana. Durante el periodo rococó y la admiración de las lacas orientales, no solo se incrementó su uso, sino que se advirtió un cambio evolutivo en la técnica, pasando de las mezclas basadas en aceites cocidos a las de alcohol[72] (Fig. 17).
Fig. 17. Interior del manto corlado en verde sobre dorado pulido.
Sobre la superficie de aparejo o preparación, previo al trabajo de embolado y dorado, se realizan decoraciones incisas o aplicadas sobre dicho estrato.
Las decoraciones incisas constituyen trazos realizados con un objeto punzante, más o menos romo, sobre el aparejo húmedo o seco, interponiendo en algunos casos una plantilla o haciendo uso de algún instrumento como reglas, tablas, etc. Cuando la superficie aún está húmeda, la línea que se graba es ligeramente curva en forma de U, creando motivos o formas más orgánicas. Cuando la superficie está totalmente seca, la línea grabada presenta una bordes cortantes en forma de V. A menudo, estas líneas incisas se utilizan como meras líneas guía para ayudar a componer el ornamento.
Durante el periodo de las policromías chinescas (c. 1735-1775) se ponen de moda los motivos cincelados sobre el aparejo o también conocidos como motivos de buen gusto”o “edio relieve” Se establecen tres tipologías en función del motivo representado: decoraciones chinescas, compuestas por rocallas cinceladas sobre el aparejo; países, compuestos por paisajes o pequeñas arquitecturas cinceladas; y cartones enlazados, aguas, grietas, enrrejillados, telas de buen gusto o papeles a medida, calificativos para las formas geométricas entrelazadas empleadas para los fondos de cajas o lisos de retablos[73].
Las decoraciones aplicadas sobre la preparación o denominadas en relieve, presentan los motivos decorativos realzados con respecto a la superficie polícroma. Normalmente, se aplican o construyen sobre la capa de aparejo. Uno de los métodos más simples es la denominada a mano libre o barbotina, en donde el yeso se aplica a brocha o por goteo del pincel. Otro método es la pastilla creada mediante molde, para posteriormente desmoldarla y adherirla a la superficie, o bien, crear el volumen mediante la técnica de la manga pastelera o estampillado del motivo. Se utilizan para imitar los brocados de tres altos. El brocado aplicado es la técnica de relieve más compleja, en ella, se moldea una lámina de estaño mediante martilleado uniforme sobre una matriz de piedra, madera o metal. La oquedad resultante se rellena con una pasta específica para posteriormente adherirlo a la superficie. (Fig. 18).
Fig. 18. Elementos en relieve.
8.BIBLIOGRAFÍA GENERAL
Actas do Congresso Internacional Policromía. A escultura policromada religiosa dos séculos XVII e XVIII: Estudo comparativo das