La técnica del dorado a la concha, con oro molido aglutinado con un ligante y aplicado a pincel, se ha utilizado especialmente en los cabellos de diversos personajes. Y atendiendo a la edad del representado, se ha utilizado plata para los ancianos y oro para los niños y jóvenes, caracterizando a los personajes y dotándolos de mayor realismo. Se denomina peleteado a la técnica de oscurecer con trazos la unión entre el cabello y el encarnado del rostro, tratando de mitigar la brusquedad existente entre ambas zonas[57]. Un ejemplo de este tipo de técnica de peleteado ha sido estudiado en la Piedad de la iglesia de San Martín de Valladolid, obra de Gregorio Fernández y policromado por Diego de la Peña. En los cabellos de Cristo aparecen escamas de oro sobre la capa parda oscura[58].
En las capas de color propiamente dichas, se emplean dos componentes fundamentales: el pigmento[59], que confiere el color, y el aglutinante[60], que sirve para cohesionar las partículas de pigmento. Pero es este aglutinante el determinante de la técnica, magra o grasa. También se utiliza el llamado medio o vehículo, sustancia que permite hacerla más fluida y manejable la pintura al aplicarla.
Los pigmentos empleados entre los siglos XVI y XVII ya se utilizaban desde la antigüedad, especialmente los de origen natural mineral (bermellón, azurita, malaquita, oropimente, rejalgar y tierras), vegetal (negro de humo y carbón, colorantes como el índigo, la gualda y la rubia o laca de granza) o animal (Kermes). Algunos de los pigmentos artificiales usados desde la Antigüedad son el albayalde, minio, bermellón artificial y cardenillo. Excepcionalmente cayeron en desuso el azul egipcio, sustituido por la azurita o lapislázuli. Se han ido incorporando nuevos pigmentos artificiales, como el esmalte, amarillo de plomo y estaño, y algunas variantes de azules y verdes de cobres artificiales. A principios del siglo XVIII, empiezan a aparecer nuevos pigmentos sintéticos modernos, como el azul de Prusia en 1740. Se descubren nuevos elementos químicos, como el zinc, cobalto y cromo, que dan lugar a nuevos pigmentos que se incorporan a la paleta del pintor[61].
Las técnicas artísticas más utilizadas en policromía son: pintura al temple y pintura al óleo. Reciben el nombre en función de la naturaleza del aglutinante que utilizan. Así pues, para el temple se usa un aglutinante magro (cola animal, goma vegetal o arábiga y huevo), presentan aspecto más mate respecto al resultado óptico obtenido con las pinturas al óleo, y son más sensibles y menos resistentes al paso del tiempo. Y la técnica al óleo, cuyo aglutinante es graso (aceite de linaza o de nueces), de aspecto brillante, más resistente al paso del tiempo, aunque modificándose de color.
7.2.Motivos decorativos
Las ornamentaciones que aparecen en las indumentarias de las esculturas, a menudo, son significativas de un periodo, centro artístico o maestro. También a través de las decoraciones ornamentales de los retablos se han concretado distintos periodos. La clasificación hasta ahora más conocida y determinante en el panorama polícromo la constituye la aportación anteriormente citada del profesor Dr. Pedro Luis Echevarría Goñi. Antecediéndole, destacan las contribuciones en este mismo tema aportadas por Sánchez-Mesa Martín, en torno a la policromía de Alonso Cano[62], o los autores, por todos conocidos, Gómez Moreno, M. E. o Martín González, J. J. Sin embargo, aún hoy son necesarios estudios pormenorizados[63] de las distintas escuelas, artistas o periodos en torno al tema polícromo, que sigan aportando luz y clarificando la riqueza de esta expresión artística eminentemente española. Mientras, estudios más concretos en torno a las técnicas de ejecución y ornamentación sobre policromía se llevan a cabo por investigadores-restauradores, concretándose fundamentalmente en las actas del ICC.
Los motivos decorativos se definen como aquellos elementos de carácter ornamental que adornan las indumentarias de las esculturas. A principios del siglo XVI, y bajo la influencia de la policromía hispano-flamenca, predominan las formas geométricas, materializadas en forma de estrellas, roleos o trenzados. También se representan líneas rectas o curvas, como elementos distribuidores del espacio, encuadrando o separando elementos en la decoración. Destacan las formas de arabescos, lacerias, siluetas recortadas, encadenados, meandros, formas romboidales, retículas o redes, dameros y escamados, entre otras.
Fig. 13. Zarcillo de acanto. A menudo, se representan piedras preciosas fingidas, consignadas a las orillas o remates de los ropajes, imitando perlas, esmeraldas, diamantes, rubís y jaspes.
El grutesco o grotesco, de procedencia clásica romana, es la forma fantástica por excelencia. Tiene su origen en los descubrimientos arqueológicos de las grutas de Tito y la Domus Aurea de Nerón en el último tercio del siglo XV, su introductor en España fue Diego de Siloé tras su regreso de Italia. Estos motivos combinan las formas del mundo real y fantástico, combinan bichas, monstruos, quimeras y follajes. Es característico del periodo italianizante o renacentista, ya que después del Concilio de Trento se recomendó su desuso. Otro tipo de motivos fantásticos son los inspirados en híbridos de figuras humanas o animales, tales como grifos, quimeras, basiliscos, hidras, etc.
Las formas humanas o antropomorfas se manifiestan metamorfoseándose en figuras fantásticas, como hermes, cariátides o figuras aladas durante el periodo manierista fantástico. A medida que avanza el siglo XVII con la introducción de las doctrinas trentinas en el denominado periodo contrarreformista, el repertorio ornamental humano se centra en temas de origen religioso, como angelotes alados, querubines, miniaturas de Cristo, la Virgen, Padres de la Iglesia, etc.
Las formas vegetales o fitomorfas son las más recurrentes, y se desarrollan prácticamente en todos los periodos artísticos. Se basan en modelos procedentes de la flora natural, reproduciéndolas con mayor o menor fidelidad, o basándose en ellas para crear modelos figurados. Como motivos individuales destacan las representaciones florales en todas sus manifestaciones, y como motivos vertebradores del espacio destacan las formas propiamente vegetales formando rameados o ascedentes[64], más o menos estilizados, de entre los que destacan los zarcillos de acanto.
Fig. 14. Detalle de distintas huellas de esgrafiados.
Un motivo concreto o esquema compositivo compuesto por varios motivos se repite reiteradamente sobre el espacio polícromo, distinguiendo entre las distintas ropas, y/o entre cenefa y vestido. En las representaciones más sobrias, el traje se exhibe en tonos lisos, reduciéndose la ornamentación a los orillos. A menudo, se encuentran ejemplos de obras en las que la ornamentación inunda todo el espacio volumétrico, a excepción de las encarnaduras. La ausencia o existencia de ornamentación en una obra, su presencia de forma masiva en toda la indumentaria o exclusivamente en las cenefas, imprime un factor estético y visual fundamental en su estudio. En estas últimas, la percepción visual de los motivos dependerá directamente del contraste tonal y/o cromático de los distintos elementos y del trazado de sus contornos. La ornamentación se organiza o distribuye en torno a un esquema compositivo preestablecido previamente por el pintor. La composición ornamental puede variar entre obras de un mismo retablo, así como en las distintas vestimentas que cubran a un personaje. Las cenefas u orlas de las indumentarias no son ajenas a la composición ornamental, presentando normalmente estructuras ordenadas o geométricas. Habitualmente, el programa decorativo atiende al valor estético de la simetría, compuesto por motivos que se repiten y distribuyen en torno a un eje imaginario en sentido vertical y horizontal, adaptando sus formas a los volúmenes de la talla, como por ejemplo los candelieri.
7.3.Técnica en los motivos decorativos
Otro de los aspectos más relevantes a tener en cuenta, a la hora de abordar el estudio de los motivos decorativos, lo implica la técnica artística con la que se ejecuta dicho ornato, es decir, el conjunto de procedimientos y recursos de los que se sirve el arte de la policromía para recrear la imitación de tejidos,