Utopías inglesas del siglo XVIII. Lucas Margarit. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Lucas Margarit
Издательство: Bookwire
Серия: Colección Mundos
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788869343001
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del estado, entablando una lucha por quién podía manejar la máquina. Muy pronto, estos oscuros navegantes se sumergieron en estos asuntos, ya estaban pensando en cómo, por su cuenta, podían conducir a toda la nación hacia la Luna.

      Los autores no se ponen de acuerdo en cuanto al origen de las plumas ni saben precisar cuándo por primera vez se las empleó para los fines detallados; se hace difícil saber de qué tipo de aves las obtienen, pues algunos nombran a unas y otros a otras. Los más eruditos utilizan un nombre tan intrincado que los impresores no hallan letras para expresarlo, pues es un jeroglífico abstruso que no puedo traducir por ser el nombre de un colectivo. Seguramente se trata de un ave bien extraña, con una infinidad de cabezas, garras, ojos y dientes que si intentara describirla resultaría un relato tan fantástico que afectaría el crédito de la crónica auténtica en el que se inserta. Por el momento, será entonces suficiente que abrevie el asunto de la siguiente manera: estas aves monstruosas, que llamaré colectivo, pueden verse muy de vez en cuando y me atrevería decir que aparecen solo en épocas de grandes revoluciones y de desolación y destrucción para el país. Es entonces cuando arroja sus plumas con frecuencia y estas son recogidas por los dueños de las tierras sobre las que caen, y nadie puede hacerlo más que ellos. Ni bien las recogen, las envían a la corte y por ello obtienen nuevos títulos y se les llama con un nombre aún más difícil de pronunciar que el de las aves, aunque con un significado parecido a “representante”. Cuando las plumas se colocan en las filas correspondientes, con la gran pluma en el centro, y todas estén aprontadas, ellos obtienen el venerable título de Consolidadores, pues llaman a la máquina Consolidador, y este nombre le será dado aquí para que el lector pueda por él reconocerla.

      Permítanme, sin embargo, detenerme un poco sobre la dignidad y belleza de estas plumas, que se ven solo en estos parajes remotos y en ninguna otra parte del mundo. Cada pluma tiene diferentes colores y, según la variedad de clima, suelen ser más brillantes y claras más pálidas y tenues, pues el sol les otorga un aspecto más fuerte o débil. El cañón del cálamo está lleno de una substancia con cuerpo que otorga fortaleza, brinda brillo y color a la pluma; el color se vuelve brillante o más lánguido y pálido según la cantidad de la substancia, cuando esta escasea o está seca y han perdido toda su humedad, entonces las plumas carecen de utilidad y en poco tiempo ya no sirven.

      […] Lo dicho confirma que esta máquina provee el método más seguro para efectuar el pasaje y, salvo ese único episodio [al que aludí previamente], nunca fracasó en ningún viaje y si el orden normal de los elementos se observa, no debería presentarse ningún inconveniente. Las mejores plumas resultan ser las negativas, cuyo número suprime de inmediato cualquier movimiento de caída ni bien se lo percibe. Estas plumas negativas representan el reaseguro de los viajeros, las demás sirven para flotar o para todo lo que signifique volar hacia la Luna sobrepasando las nubes, pero las plumas negativas nunca sirven para subir aunque se presente la ocasión, es por eso que estas plumas, que fueron fermentadas por el fuego y flotan más, fueron llamadas por los antiguos plumas de alto vuelo y, por cómo se yerguen, parecen estar orgullosas de su nombre. Ahora bien, tomadas en conjunto las plumas son algo muy atractivo, son fuertes, largas y bellas, su cañón está perfectamente insertado y el cálamo lleno de la materia substancial, que les otorga fortaleza; poseen un gran temperamento y poderes bien calibrados para la operación para la que fueron concebidas. Como he dicho anteriormente, son colocadas sobre dos enormes alas extendidas y gobernadas por esa llama sublime que, oculta en receptáculos apropiados, provee la ventilación a las cavidades mencionadas y, así, produce vida y movimiento. Es opinión de algunos hombres eruditos que cuando el fuego cae se produce el movimiento y que el movimiento tiende al fuego: esto ya no puede considerarse algo maravilloso, puesto que al producirse en el centro de esta máquina podría llevar a toda una nación hacia el mundo de la Luna.

      Cuando se considera la longitud del viaje y la diversidad de las regiones que la máquina atraviesa, no puedo sino mencionar que la misma es atacada a menudo por feroces vientos y queda en medio de furiosas tormentas que la apartan bastante de su ruta. El artefacto se enfrenta con muchos obstáculos. Por un lado, tenemos los vientos oblicuos, que no soplan de cualquiera de los treinta y dos puntos, sino de modo retrógrado y transverso; en su idioma los llaman pensionazima, que podría traducirse como “brisas de corte”. Por otra parte, existe un viento que sopla en forma contraria al pensionazima, es el clamorio, algo así como “viento del país”, es generalmente muy tempestuoso y agitado por fuertes ráfagas en uno y otro sentido,(42) soplidos y detonaciones repentinas, algunos truenos, ocasionales fogonazos producidos por el calor y estruendos que recuerdan los disparos de un pelotón. Hay muchas otras explosiones internas que están ocasionadas por el calor del sistema que a veces no circula adecuadamente y estalla en borrascas menores de viento caliente que, en ocasiones podría provocar que las plumas se prendan fuego, lo cual sería más o menos peligroso según cuáles de las plumas ardan, pues algunas son más combustibles que otras, según su cálamo y cañón estén impregnados de la substancia mencionada anteriormente. Como es de imaginar, el mecanismo padece de frecuentes convulsiones y desarreglos provocados por estos vientos, que dificultan el viaje, pero las plumas negativas siempre aportan moderación y templanza y vuelven todo a la normalidad.

      Pero, ¿qué no podría hacer un cuerpo como este? ¿Qué no podría realizar en el aire semejante elemento? Cuando una cosa es ensamblada con otra y consolidada apropiadamente en un poderoso consolidador, y no cabe duda de que podrá ir hasta la Luna y cualquiera podrá sentirse tan mejorado por tan maravilloso experimento, se producirá un vuelo maravilloso como ningún hombre ha realizado jamás, pudiendo regresar tan sabio como cuando se fue. Bueno, señores, ¿y qué si ahora nos llaman voladores de altura y nos endilgan un centenar de otros epítetos despectivos y distintivos? ¿Quién no quisiera ser un volador de altura y ser transportado y consolidado en una máquina de tan sublime elevación, con la que habían ascendido hasta las nubes hombres comunes, monarcas, parlamentarios, sí, y hasta naciones enteras. Y todo realizado con tal arte, ¿qué más puede esperarse de un viaje a la Luna? Y, por ahora, no hay más que agregar a la descripción del consolidador.

      El primer viaje que realicé a ese país fue en una de estas máquinas y puedo afirmar sin dudarlo que no volvería, pero, ahora, al haber estado allá tantas veces como me lo permitió esa modalidad, es de esperar que les ofrezca algún relato de ese país, pues poco puedo decir del camino. Solo esto entiendo, que cuando la máquina se ha elevado hasta cierta altura es ayudada por las alas artificiales, que tan útiles resultan para evitar que se precipite hacia el suelo lunar o caiga hacia esta región nuevamente. Esto podría suceder dado que, pasado un determinado punto, se produce una alteración de los centros y la gravedad, el equilibrio modifica sus tendencias y la calidad magnética está por debajo del mismo, se inclina, como es de esperarse, y busca un centro que halla en el mundo lunar, lo que permite que aterricemos a salvo sobre esa superficie.

      Me habían dicho que no necesitaba llevar conmigo ninguna letra de cambio ni carta de crédito,(43) pues desde mi primera llegada los habitantes serían muy corteses conmigo; jamás han padecido ninguno de nuestros mundos para que naciese en ellos el deseo de productos que ahí se originen. Se les puede mostrar cualquier cosa con toda libertad o hablar de lo que se nos ocurra o exponer sin tapujo cualquiera de las rarezas que se produzca en el país. No me detendré en las costumbres, geografía o historia del lugar más de lo necesario para familiarizar al lector sobre el hecho de que no hallé diferencias en lo que a naturaleza se refiere, salvo lo que comente más adelante. Es todo igual que acá, un mundo simple, con gente como nosotros, como si fuesen personas que habitan un lugar remoto de nuestro mismo continente.

      Todas las criaturas son de las mismas especies que las nuestras, hombres, mujeres, bestias y pájaros, aunque no así los insectos. Los hombres no son ni mejores ni más grandes que los de aquí, hay mujeres honestas y putas de todo tipo, países, naciones y tribus iguales a los de esta parte del cielo. El mismo sol brilla sobre ellos y los planetas son tan visibles como lo son acá: sus astrólogos son tan afanosamente impertinentes como los nuestros, solo que a través de los maravillosos telescopios de los que hablé anteriormente han hecho extraños descubrimientos de los que nosotros nada sabemos. Con esos instrumentos pudieron fácilmente descubrir que este mundo es su luna y su mundo, nuestra luna. La primera vez que los visité, las personas que se me acercaban me llamaban “el