Incorrupto. Pedro Mozas Rello. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Pedro Mozas Rello
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788417895846
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todo ello hablaba sin tapujos aquel sacerdote. A medida que leía sus artículos, la admiración de la periodista iba en aumento. En uno de ellos, aquel hombre se dirigía al mismísimo Papa y le reprochaba no tomar medidas en el asunto de los casos de pederastia. ¡Y a los pocos días, el sumo pontífice pedía perdón en nombre de la Iglesia y condenaba dichos casos! ¿Quién podía ser tan osado y conseguir algo semejante?

      Aún tenía que llegar a algo que le había tocado muy de cerca. Leyó con mucho interés una de sus más recientes publicaciones en aquel blog, «LOS MUY DIGNOS INDIGNADOS», donde opinaba precisamente del movimiento 15-M:

      «¿A quién puede sorprender que, en plena campaña electoral, un nutrido grupo de gente indignada e insatisfecha haya irrumpido en escena y haya quitado el protagonismo a los partidos políticos? Desde luego, razones no les faltan. La principal, un veinte por ciento de paro en la población y más de un cuarenta por ciento de paro juvenil. Pero no la única. ¿Cómo no mostrarse desencantados con una clase política incapaz de ofrecer propuestas atractivas a su electorado y plagada de dirigentes que no muestran ningún reparo en incluir en sus listas electorales a imputados en casos de corrupción?

      Toda una generación se ha rebelado ante un modelo económico obsoleto, el inaceptable nivel de desempleo y la dictadura del bipartidismo que parece no tener fin. Las nuevas tecnologías han estado y están de parte de estos muy dignos indignados. Su forma de rebeldía les ha llevado no solo a protestar en calles y plazas, sino a compartir esas protestas a través de las redes sociales. ¿Acaso importa que sean desalojados de sus concentraciones en espacios urbanos, cuando su verdadera concentración está en el ciberespacio? Sus reivindicaciones han ido fraguándose a nivel real y creciendo a nivel virtual. Ahí es donde radica su fuerza.

      Probablemente, este movimiento permanecerá latente tras las elecciones, pero no desaparecerá. Esperarán respuesta a los problemas planteados y, si no la hay, despertarán con más fuerza. Y tarde o temprano, serán los políticos quienes caigan en sus redes».

      Después de haber leído todo aquello, reconoció que ya le caía bien sin haberle conocido. Investigó un poco más y le resultó un personaje fascinante. Lo que no encontró en ninguna parte, fue una imagen suya. Normalmente, las personas a las que entrevistaba eran conocidas o las había visto en algún reportaje, pero de él no tenía ninguna referencia.

      Había visualizado un sacerdote bajito, rechoncho y medio calvo. No sabía por qué. Simplemente se lo imaginaba así. Desde luego, no le había puesto ni la cara de Keanu Reeves en Constantine, ni la de Antonio Banderas en The Body. Pensaba en un hombre mayor, quizá más del estilo de Anthony Hopkins en The Rite.

      Cuando lo tuvo ante ella, al principio sus ojos se dilataron y su corazón comenzó a latir muy deprisa. Luego, sin saber cómo ni por qué, sintió una gran paz en su interior. Nunca lo había visto antes, pero era como si le conociera desde siempre. También él sintió que estaba ante alguien especial. En ella vio un ser de luz. Le extendió su mano para recibirla y Ángela, sin más preámbulos, le dio un beso en la mejilla. Él sonrió y lo tomó como una muestra de confianza. Ambos se encontraron cómodos frente a frente. Ni el sacerdote estaba acostumbrado a la prensa, ni la periodista a realizar entrevistas sobre asuntos tan poco «terrenales», pero desde el primer momento la comunicación y algo más fluyó entre ellos. El reportaje fue todo un éxito. La tirada se agotó en los kioscos el mismo día de salir a la venta y se realizaron varias ediciones más. Qué ironías tiene la vida —pensaba—. No hace mucho tiempo, casi me vendía al mejor postor y ahora se me rifan. Ángela pasó a convertirse muy pronto en una reputada profesional dentro de su sector y empezaron a lloverle suculentas ofertas de distintos medios de comunicación que querían incorporarla a su plantilla a cualquier precio.

      La segunda entrevista que Ángela le hizo al polifacético párroco fue también sobre los polémicos conflictos entre religiones. Sabía que la opinión de alguien como él no dejaría indiferente a nadie y esa vez tampoco se equivocó:

      —¿Por qué tantos enfrentamientos a lo largo de la Historia, padre? ¿Tanto se diferencia una religión de otra?

      —Todo lo contrario. Hay más semejanzas de las que pueda parecer.

      —¿Por ejemplo?

      —Las tres principales religiones coinciden en el monoteísmo, la creencia en un solo dios, y las tres se basan en textos sagrados: la Biblia, el Corán y la Torá.

      —Y las tres tienen mediadores.

      —Así es. El judaísmo tiene rabinos, el Islam tiene la figura del imán y los cristianos tenemos sacerdotes. Pero eso no es todo.

      —¿Hay más coincidencias?

      —Muchas más. Las tres creen en el Cielo y en el Infierno, en ángeles y demonios, en el ayuno como forma de expiación, en el pecado...

      —¿Ha dicho ángeles y demonios? ¿En las tres?

      —Sí, la existencia de entidades maléficas y contrarias a un Dios benevolente es compartida tanto por el cristianismo como por el Islam. Pero como ambas religiones son monoteístas, dichas entidades no pueden equipararse con Dios.

      —¿Y el judaísmo?

      —El judaísmo llega aún más lejos. Tiene varias corrientes y algunas de ellas consideran incluso idolatría la creencia en un ser maligno.

      —Son muchos paralelismos.

      —Si examina con atención el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, encontrará numerosos personajes y eventos que aparecen tanto en la Biblia como en la Torá judía. Al leerlos, verá nombres como Adán, Noé, Abraham, Moisés, Jesús, Juan Bautista...

      —Los mismos protagonistas...

      —Todos no, pero muchos de ellos sí. Y si hablamos de pasajes concretos, le llamará la atención que se narren en los distintos libros acontecimientos como el Diluvio, el Éxodo, la tentación de Cristo... Las similitudes son tantas que podrían llenar cientos de páginas.

      —Ahora comprendo por qué durante un tiempo se habló de la buena convivencia entre las tres culturas.

      —No, no se equivoque. Eso es un mito.

      —¿Un mito? ¿Quiere decir que eso fue mentira?

      —Sí, solo fue una invención. Desde la invasión del Islam en el siglo VIII hasta su expulsión en el siglo XV por los Reyes Católicos, la historia de la Edad Media en España se centra en las luchas entre cristianos y musulmanes para controlar los territorios que los reyes godos perdieron por culpa de su mala gestión.

      —Además, España no participó en las Cruzadas, ¿no?

      —No. El Papa Urbano II se lo prohibió. Pidió a los españoles que centraran sus esfuerzos en reconquistar sus propios territorios.

      —Y así lo hicieron.

      —Sí. En la Alta Edad Media solo la guerra defensiva se consideraba justa, pero ese concepto cambió con la Reconquista española. De hecho, la Reconquista de la Península Ibérica fue un modelo ejemplar para las Cruzadas. Urbano había declarado la necesidad de luchar para liberar a los cristianos orientales y a Jerusalén. Pero desde su punto de vista, si tenías al «enemigo» en casa, debías quedarte para expulsarlo.

      —Pero, entonces, ¿lo de Alfonso X el Sabio también es un mito?

      —Bueno, es cierto que Alfonso X fundó la Escuela de Traductores de Toledo y la Escuela de latín y árabe de Sevilla. Y también que en ellas reunió a profesores e intelectuales de las tres religiones. Pero sus razones para tener colaboradores musulmanes eran más bien pragmáticas.

      —¿Qué quiere decir con eso?

      —Que esas colaboraciones no fueron precisamente un intercambio cultural ni religioso. Lo dispuso así para conocer algunas ciencias.

      —¿Se refiere a la Medicina?

      —Sí, entre otras. No era tonto y estaba al corriente de que los árabes tenían buenos médicos. ¿Por qué cree que le llamaban