Pero esta acción dubitativa de los modos de escribir dicho sustantivo quedó resuelta definitivamente en la Tercer Carta de Relación, donde ya no tuvo duda de que debería de escribirse con “x”, por lo cual en los dos formatos en que se encuentra estampada, la manuscrita o la impresa, se grafió con “x”. Circunstancia que se repite en la Cuarta y Quinta cartas y en todo el resto de la documentación cortesiana, que sólo se verá modificada en la edición de Lorenzana, cuando este arzobispo editor le añadió el acento.
Cortés y su dicho de Mexico
Como ya quedó señalado en páginas anteriores, Fernando Cortés en su Segunda Carta de Relación, consignó por primera vez la existencia del sustantivo Meſico (Mesico o Mexico), en uno de los segmentos en que dividió su misiva.48 El párrafo de referencia, es el segundo de esa segunda parte, en la que yo considero está dividida la Carta en cuestión.
Esa segunda parte está antecedida por la narrativa del largo periplo del puerto de Chalchimeca,49 que se inició el 21 de abril 1519,50 hasta la propia entrada a la ciudad de Temixtitan, 8 de noviembre de 1519, para luego seguir narrando momentos de su estancia y algunas primeras aproximaciones de su comprensión del complejo entramado social, político y religioso existente en ese heterogéneo y dilatado territorio en el que al parecer señoreaban los poderes establecidos en la gran ciudad de Temixtitan.
La segunda parte de la Carta sigue con algunas advertencias sobre lo limitado que pudieran ser las descripciones de los grupos humanos que estaba conquistando y sometiendo para la corona de Castilla, sobre todo por la: “tanta admiración que no se podrá creer, porque los que acá con nuestros propios ojos las vemos, no las podemos con el entendimiento comprender.”51
Después continúa con la descripción de la gran ciudad de Temixtitan, su señorío y las acciones que estaba llevando a cabo para su conquista militar; toda vez que, según la exposición de Cortés, su pacífica ocupación, que narró en la primera parte de su carta, habría sido trastocada por la nefasta intromisión de Diego Velázquez en la persona de Pánfilo de Narváez, quien al desembarcar en las costas de Chalchimeca a principios de mayo de 1520, comenzó a romper el orden por él establecido; de tal suerte que no le quedó más remedio que salir a combatirlo, pues las acciones de aquél estaban echando por tierra la “ocupación pacífica” que había logrado de buena parte de aquellas tierras y señoríos.52
A su regreso a la ciudad de Temixtitan el 24 de junio de 1520, encontró a los habitantes de la ciudad y ciudades circunvecinas amotinados, no sólo contra los españoles sino también contra el mismo Moctezuma, por lo que Cortés tuvo que salir huyendo para rehacer su ejército y el de sus aliados, con el fin de conquistar la ciudad por las armas.53
Pero aún antes de entrar de lleno a esas narrativas, en el segundo párrafo de esta segunda parte de la Carta en comento, inicia con una composición escritural un tanto cuanto anómala, en relación a todo lo narrado hasta ese momento, pues escribió una oración compacta que por lo mismo resulta poco clara y que de una u otra manera levanta suspicacias, pues cómo ha de leerse: “Antes que comience a relatar las cosas de esta gran ciudad (Temixtitan) y las otras que en este capítulo dije, me parece, para que mejor se puedan entender, que débese decir de la manera de México...”.54
Quiérase que no, dicha declaración resulta, por decir lo menos, confusa. Leída una y otra vez abre más dudas de interpretación que certezas de sentido. Por lo que es necesario ensayar algún tipo de interpretación de lo que está expresando.
Inexplicablemente ese párrafo no ha llamado la atención de estudiosos y críticos de nuestro tiempo, inclusive se puede decir que han rehusado analizarlo.55 Más aún, por extraño que parezca, ni a los primeros editores y tipógrafos de la Carta les significó algo aquella primera mención del sustantivo Mexico, con todo y el respeto que mostraron por la posible duda escritural que hubiese transmitido Fernando Cortés. Así que lo dejaron pasar sin algún llamado editorial especial, como pudiera haber sido la introducción de una letra capital al inicio del párrafo o siquiera en el que le antecede, por ser la parte que considero da principio a una segunda parte de la narrativa.56
Dejando de lado ese desdén o falta de exploración de lo que significan ese conjunto de palabras, no estaría mal arriesgar alguna posible interpretación.
Considero que aquella composición retórica contiene una propuesta de designación para la provincia que circundaba la ciudad de Temixtitan, que en la primera referencia que hizo de ella, dentro de la narrativa de la Segunda Carta de Relación, no manifestó su designación, pues muy seguramente no quiso distraer la atención de la descripción que le llevó Alvarado cuando por primera vez la vio y describió, después de ir a “saber el secreto de aquel humo” que salía de la sierra, que hoy conocemos como el volcán Popocatépetl, y que refirió de la siguiente manera:
Transcripción: E yen / do a ver esta sierra toparon un camino y preguntaron a los naturales de la tierra que iban con ellos / que para donde iba; y dijeron que a Culua; y que aquél era buen camino; y que el otro por donde nos querían / llevar los de Culua no era bueno. Y los españoles fueron por él hasta encumbrar las sierras / por medio de las cuales entre la una y la otra va el camino; y descubrieron los llanos de Cul /ua y la gran ciudad de Temixtitan y las lagunas que hay en la dicha provincia de que adelante haré / relación a vuestra alteza; y vinieron muy alegres por haber descubierto tan buen camino, y Dios sa / be cuánto holgué yo de ello.57
Teniendo presente aquella descripción y el propio señalamiento de que más adelante hará relación de esa provincia, parece inequívoco que escogió esa segunda parte de la Carta, para referirse a ella, comenzando con aquella frase críptica de “me parece, para que mejor se puedan entender [las ciudades y señoríos que pueblan aquella provincia], que débese decir de la manera de Mexico.”58
La secuencia y unión de aquellos dos momentos escriturales me llevan a señalar que aquel acto de designación obedece a una planeación estricta del lugar donde debería de quedar su propuesta, pues no podía insertarse en aquella primera parte en la que estaba dando cuenta del encuentro inicial y descripción de todos los territorios que estaba recorriendo y conquistando, sino en la segunda parte donde se encuentra el texto que valora todo aquello que refirió y describió en la primera.
Así que el planteamiento de la mención del nombre de la provincia en esta segunda parte de la Carta es un acto totalmente deliberado, que muy seguramente buscaba dejar muy clara su intención de no confundir lo narrado con ese segundo momento donde hará otros tipo de valoraciones y de ese planteamiento insólito, pues dentro de su narrativa no hay antecedente previo de su evocación y por lo tanto no cuenta con referencia argumental, ya no sólo digamos el propio sustantivo Mexico, sino ni aun de la frase “me parece, para que mejor se puedan entender [las ciudades y señoríos que pueblan aquella provincia], que débese decir de la manera de Mexico”.
Antes de pasar a otra cosas no se puede dejar de mencionar lo paradójico que resulta ese esfuerzo de Cortés por marcar esa peculiaridad con el poco caso que se le ha puesto a más de que no se ha extrañado en sus narrativas la descripción más puntual de los componentes físico humanos existentes en aquella provincia, tal y como lo prometió en la primera referencia genérica que hizo sobre la misma, y que finalmente terminó eludiendo cuando refirió su concreción sustantiva bajo el nombre de Mexico. Operación retórica que permitió eliminar las individualidades y subsumir las diferencias