Una historia sepultada. Felipe I. Echenique March. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Felipe I. Echenique March
Издательство: Bookwire
Серия: Pùblicahistórica
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9786078636815
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      Ya entrado en el terreno de la recreación del formato, Barcia asume un nuevo modelo frente a aquella Segunda Carta de Relación impresa en caracteres góticos, en 28 folios de 30.7 x 23 cm cada uno, que dan cabida a desplegar a lo más cuarenta y ocho renglones por folio, y cuya narrativa parece desbordarse en sus 2,592 renglones, donde apenas se notan algunos descansos obligados tras las catorce letras capitulares, que parecieran indicar grandes apartados, dentro de los cuales, en ocasiones, se ven otras pequeñas separaciones (veinte en total) anunciados por letras mayúsculas de un tamaño mayor que las que se usaron después de los puntos y seguidos y con algún adorno, pero sin llegar a ser capitales y que apenas hacen perceptible el comienzo de párrafo (treinta y cuatro en total), de tal suerte que cuesta mucho trabajo diferenciar unos párrafos de otros por lo apretado de la composición tipográfica, que en mucho caracteriza a las ediciones que se hicieron con aquella tipografía gótica.

      La novedad implantada por Barcia, de introducir capítulos en la edición de las Cartas, le llevó a dividir la Segunda Carta en cincuenta y cinco capítulos; la Tercera en cuarenta y siete, y la Cuarta en veintitrés, con sus respectivos títulos indicativos, que en algunos casos llegan a coincidir con las capitales de la edición princeps, pero no en otras ocasiones, ya que los capítulos establecidos por Barcia implicaron el reconocimiento y análisis del texto no sólo para marcar las separaciones, sino para redactar esas pequeñas llamadas que resumen en unas cuantas líneas la narrativa que se despliega en los siguiente renglones, párrafos o páginas, y que ayudan tanto a la lectura como a las revisiones en las que se buscan datos y hechos específicos. Cuando actualiza nombres lo hace en los encabezados que son de su creación, pero no adentro de las narrativas que siguió a pie juntillas la edición impresa en caracteres góticos, y en la cual se estamparon los nombres de ciudades, provincias o señores, tal cual se supone los escribió Cortés, a menos que se pudiera presumir que el impresor uniformó criterios para la designación de los mismos, tomando como base, no sé bajo qué supuestos, para designar de una u otra manera tales o cuales nombres.

      Por otra parte, aquella edición de Barcia y la del mismo Lorenzana habían dejado de manifiesto la ausencia de la Primera Carta de Relación de la que daba cuenta Fernando Cortés en la Segunda, como enviada en 1519. Al no haberse publicado y desconocerse su paradero llevó a Barcia a realizar ingentes búsquedas en los repositorios españoles sin que hubiera alcanzado su objetivo. Por desgracia la edición de Lorenzana no deja ver que al arzobispo le hubiese preocupado la ausencia de aquella Primera Carta y en consecuencia hubiese realizado parecida búsqueda en los archivos de la Nueva España.

      Una búsqueda infructuosa

      El mismo Robertson trató esta notoria ausencia en su historia de Carlos V, aclarando que ello se debía a la necesidad de una obra específica para detallar lo concerniente a lo que, ya para esos años se denominaba universalmente como América, tanto en sus antecedentes naturales y humanos como en sus consecuentes para los propios habitantes de la ya entonces América y de Europa. Aquel señalamiento y compromiso se hicieron realidad a los pocos años cuando se viera publicada su Historia de América (1777).

      Para William Robertson era incuestionable que la figura de Fernando Cortés no podía quedar fuera de sus preocupaciones y reflexiones y, para que las mismas quedasen totalmente sustentadas, según los requisitos de la época, requería toda la documentación generada por el capitán general. Así que dentro de la documentación conocida hasta entonces, observó la falta de la Primera Carta de Relación que el mismo Cortés había referido en la Segunda, haber enviado.

      La notoria ausencia de aquella Primera Carta de Relación llevó al historiador escocés a solicitarle al embajador inglés, Roberto Murray Reith, que atendía las relaciones con la corte de Viena, que buscara dentro de la biblioteca imperial para ver si localizaba en dicho repositorio aquel manuscrito, ya que señalaba Robertson, en algún tiempo Carlos V residió en aquella ciudad, por lo que se podía sospechar que allí pudiera localizarse, además de que las pesquisas de Barcia no habían alcanzado aquellos acervos.

      La ausencia de la primera carta autógrafa de Cortés, se hizo notar entonces,