Lo anterior lo llevó a cabo al solicitarle “a su Majestad”, que guardara la designación que él discurrió para las tierras y territorios que estaba conquistando bajo la denominación de la Nueva España, como se puede ver en las siguientes palabras:
Por lo que yo he visto y comprendido cerca de la similitud que toda esta tierra tiene a España, así en la fertilidad como en la grandeza y fríos que en ella hace y en otras muchas cosas que la equiparan a ella, me pareció que el más conveniente nombre para esta dicha tierra era llamarse la Nueva España del Mar Océano, y así en nombre de Vuestra Majestad se le puso aqueste nombre. Humildemente suplico a Vuestra Alteza lo tenga por bien y mande que se nombre así.59
Teniendo presente ese parecer para nombrar como Nueva España al todavía incierto territorio que estaba conquistando, y compararlo, con esa otra consideración para denominar a la provincia que rodeaba a la ciudad de Temixtitan como Mexico, notamos diferencias. Pues mientras que lo relacionado con la designación de la Nueva España son manifiestas sus razones, en el caso de Mexico se advierte un parecer constreñido por la economía de palabras, sin previo referente o fundamento, que dificultan una fácil comprensión de lo que está expresando la frase: “me pareció, para que mejor se puedan entender, que débese decir de la manera de Mexico...”.
La falta de motivo o fundamento para la propuesta de un sustantivo con el cual se identificará a la provincia que circunda a la ciudad de Temixtitan, sólo deja ver que en todo caso a partir de dicha enunciación ya no se referirá a las ciudades y señoríos asentados en la provincia que circundan la Ciudad de Temixtitan, como lo había señalado que lo haría la primera vez que refirió los llanos de Culua, sino que las pasará por alto en su concreción y sólo los designará bajo la mención genérica de Mexico.
Con el establecimiento de esa acción denominativa de la provincia que circunda a la ciudad de Temixtitan, considero que Fernando Cortés dio por satisfecho lo que hasta entonces había expuesto de manera dispersa, general y vaga sobre las ciudades y señoríos que se localizaban en dicha provincia.
Así, aquellas individualidades y características que podían anotarse de la provincia quedaron resumidas en la expresión “y las otras [ciudades] que en este capítulo dije,” para ya no volverlas a tratar en sus contextos, hoy diríamos geo-políticos, sino referidas y comprendidas bajo esa nueva designación.
Pero a más de esa propuesta preventiva de enunciación narrativa para lo que seguiría narrando, yo deduzco que en la misma frase está implícita otra propuesta dirigida a los reyes de Castilla, para que avalaran la designación de Mexico, para nombrar a la provincia que rodeaba a la ciudad de Temixtitan.60
Lo anterior lo infiero de considerar el “me pareció”, con el que Cortés abre la oración que estoy analizando, como una acción escritural muy personal e íntima para sus interlocutores primarios, que no hay que olvidar eran don Carlos y doña Juana su madre, reyes de Castilla y Aragón, que terminarían aprobando o desaprobando lo actuado y aún lo signado y designado por el remitente.
Luego de establecer esa acción retórica muy personal e íntima, por cierto no común en la narrativa de la Carta, a pesar de estar escrita en primera persona del singular, establece la palabra “entender”, que es clave en la composición de la oración. Dicho vocablo no tiene un sentido único como lo muestra el Diccionario de Autoridades.61 En él, por lo menos hay ocho entradas diversas con sus correspondientes sentidos y precisiones. Sería aburrido y tedioso mostrar aquí cada una de ellas, por lo cual sólo elijo la que considero tiene que ver con la búsqueda del esclarecimiento de la oración, y en tal sentido comprendería el significado de: “advertir, hacer saber, u explicar a uno alguna cosa, para que se sepa y advierta”. Visto así el sentido de “entender” como advertir, que es lo mismo que aconsejar, se podría llegar a comprender lo que sigue en la propuesta, esto es que está aconsejando “débese decir de la manera de Meſico…”.
De esta manera, el parecer íntimo de Cortés no está fundado en una realidad preexistente, sino en un consejo, que bien a bien no se ve de dónde salió, pues no hay antecedente, sino sólo el consecuente de que de ahí en adelante “débese” llamar Mexico a la provincia que circunda a la ciudad de Temixtitan, como un todo mayor que comprende y da cuenta de todas las partes sin mencionarlas en sus individualidades, y donde la propia ciudad de Temixtitan un día puede quedar subsumida, pues es parte del todo.
No sería una pérdida de tiempo explorar la posibilidad de que el sustantivo Meſico (Mexico), fuera una propuesta de Fernando Cortés para referir la provincia y luego a la misma ciudad de Temixtitan, si se acompaña de la documentación que da cuenta de esa propuesta y su desarrollo en el tiempo.
Notas del Capítulo I
1 Habrá quien pueda pensar, por la forma en que se han publicado los trabajos de Pedro Mártir de Anglería que en el Epítome o mejor conocido como Cuarta Década, que se publicó en 1520, ya se daba cuenta de lo actuado por Cortés en la Nueva España. Sin embargo, lo consignado por Anglería en cuanto a los nombres con que se identificaban las tierras al occidente de la isla Fernandina o de Cuba, eran sólo los de Ulua, Collua, Oloa, Hacoluacan, Coluacana y Coluacán, que debieron proporcionar los informantes de Diego Velázquez a los procuradores de Fernando Cortes, con los que seguramente se entrevistó a finales de 1519 o principios de 1520. A más de los ya referidos, no se consignan otros nombres ni siquiera el de la Nueva España. De todo ello nos ocuparemos en un apartado especial. Cfr., Pedro Mártir de Anglería, Décadas del Nuevo Mundo, traducción de Agustín Millares Carlo, estudio y apéndice de Edmundo O´Gorman, México, José Porrúa e Hijos, 1964, 2 vols.
2 Cfr., Hernán Cortés, Cartas de Relación, op. cit., sobre todo la Segunda. Para una confrontación de los sustantivos referidos por Cortés con los nombres que hoy llevan los pueblos es muy útil el trabajo de doña Eulalia Guzmán, en su edición de la Primera y Segunda Cartas de Relación, en Relaciones de Hernán Cortés a Carlos V sobre la invasión de Anáhuac, México, Libros Anáhuac, 1958. En dicha erudita edición, en notas de pie de página, la investigadora anotó tanto las identificaciones que hoy llevan los pueblos como el modo en que ella suponía debieron escribirse. Por ejemplo, cuando en la Carta de Relación se consignó el sustantivo Sienchimalen, en la nota al pie de página señaló: “Xicochimalco (hoy Xico, Veracruz) pp. 115-116; Teyrnacan , doña Eulalia transcribió Teixuacan, que hoy sería Ixhuacán, p. 118. Este nombre en la versión manuscrita conservada en Viena, foja 5, se puede leer tryenaca), etcétera.
3 Cortés se cuidó de no llamar reino o imperio a lo que estaba conquistando, sino que les asigna referentes de menor escala como es el de señoríos, Cfr., el primer párrafo con que se anuncia la Segunda Cartas de Relación: “Cuenta largamente del grandísimo señorío del dicho Mutezuma, y de sus ritos y ceremonias y de cómo se sirven”. Op. cit., p. 31.
4 En la primera edición de 1522 se pueden leer en su portada ya desatadas las abreviaturas, pero respetando puntuación: Carta de relación enviada a su Sacra majestad del emperador nuestro señor por el capitán general de la nueva españa: llamado fernando cortes. En la cual hace relación de las tierras y provincias sin cuento que han descubierto nuevamente en el yucatan del año de XIX a esta parte: y ha sometido a la corona real de su Sacra Majestad. En especial hace relación de una gradisima provincia muy rica llamada Culua: en la que cual hay muy grandes ciudades y de maravillosos edificios: y de grandes tratos y riquezas. Entre las cuales hay una más maravillosa y rica que todas llamada Timixtitan: que esta por maravillosa arte edificada sobre una grande laguna, de la cual ciudad y provincia es rey un grandísimo señor llamado Muteeçuma: donde le acaecieron