3.2. Sobre reediciones
En ocasiones, las editoriales independientes o comerciales deciden volver a publicar o mantener en circulación un libro determinado. Del mismo modo, las políticas editoriales de las instituciones académicas, a través de sus órganos de publicación, juegan un rol importante en el llamado “rescate” de una obra27 o, mejor dicho, en la puesta en discusión de una obra que ha dejado de circular en las librerías. Porque reeditar es en gran medida actualizar un texto, volverlo al presente o, más precisamente, poner en diálogo el presente con el pasado vigente de ese libro. Volver a publicar un libro es una forma de volver a traer a la luz (como una analogía al trabajo de un arqueólogo con los fósiles). El relanzamiento del libro puede ser acompañado por presentaciones en diferentes ciudades, aparición de reseñas en el periodismo cultural y la puesta en tensión de la obra a partir de nuevos enfoques críticos y teóricos. La obra vuelve a circular como libro, a ser leída en un todo como libro. Regresa a los anaqueles de librerías, a formar parte de las novedades de una editorial o una biblioteca. Ahora se encuentra al lado de otros libros recientes, se convierte en contemporánea.
Mucho de la reedición tiene relación también con el halo de “necesidad” que acompaña a este suceso. De algún modo, la reedición saca a la obra de lo que podría llamarse una cierta contingencia de la lectura (puede ser que se la encuentre o no, por búsqueda o casualidad) y, al actualizarla, la hace presente, la convierte en una lectura imprescindible, le brinda un nuevo tiempo y la acerca a nuevos lectores. El libro sale al encuentro de sus lectores porque es necesario. La reedición señala que una obra ha conseguido superar el desafío y la trampa de la novedad y ha logrado trascender su propio tiempo para transformarse en una obra de otros tiempos o de todos los tiempos.28 También asombra pensar que en una reedición el pasado vuelve a ser presente y, por sobre todo, futuro. Porque, a diferencia de un libro que se publica y que comienza su propio derrotero (a excepción de esos libros que no eran publicados pero de los que se conocía su existencia), uno reeditado porta ya una historia, tiene su trayectoria, la perspectiva de su existencia y de sus lecturas anteriores. Resurge y se proyecta desde un lugar completamente nuevo, legitimado, pero al mismo tiempo en riesgo y desafiante.
A partir del relevamiento realizado puede constatarse que se reeditaron treinta y tres de las novelas.29 Se mantiene una de las tendencias registradas con las primeras ediciones ya que dieciséis de las obras fueron reeditadas también en Buenos Aires. Con referencia a las realizadas en el extranjero pudieron constatarse las reediciones de El fuego sombrío, de Wéyland, en Barcelona en 1971 por el sello Bruguera;30 la de Aire tan dulce, de Elvira Orphée, en Caracas en 1977 por Monte Ávila, y la de Tierra incógnita, de Adolfo Colombres, en Quito por Libros Egüez en 2012.
Por su parte, en la provincia volvieron a publicarse once de las novelas. A la tarea de la Universidad Nacional de Tucumán como entidad editora, se suma lo realizado por El Cruce Cartonero en Tucumán desde 2011. El Cruce Cartonero se encargó de reeditar prácticamente la obra completa de Eduardo Perrone (Preso común, Visita, francesa y completo y Días de reír, días de llorar) y la primera novela de Sara Rosenberg (Un hilo rojo) que no había conocido ediciones en la Argentina. El caso del escritor Eduardo Perrone es emblemático, ya que se hablaba de su obra, pero muy pocos habían podido acceder a sus novelas, y solo en el formato de fotocopias. A partir de esta situación, y en el marco de las experiencias de editoriales cartoneras, que publicaban ediciones o reediciones de textos de autores consagrados u olvidados, El Cruce Cartonero puso nuevamente en circulación la narrativa de Perrone entre lectores y críticos.
Respecto de las novelas de Julio Ardiles Gray, en 1968 el CEAL publicó Las puertas del paraíso e incluyó junto a esta obra dos novelas previas que configuran una trilogía: Los amigos lejanos (1956) y Los médanos ciegos (1957). Se configuró así una suerte de antología de su obra en un solo tomo.
El caso de la obra de Elvira Orphée debe ser destacado ya que en los últimos quince años cinco de sus novelas fueron reeditadas por sellos diferentes (Compañía General Fabril, Vergara, Fundación Victoria Ocampo, Bajo La Luna y Eduvim), incluida su primera obra, Dos veranos. En este proceso tuvo mucho que ver la tarea de revalorización que llevó a cabo el escritor Leopoldo Brizuela. En el caso de la reedición de la primera novela de Orphée realizada por Eduvim, la obra forma parte de la serie “Narradoras argentinas”. Mientras tanto, las dos novelas publicadas por Hugo Foguet fueron reeditadas; así, Frente al mar de Timor vio una segunda edición por Perfil en 1998, y la reedición de Pretérito perfecto en 2015 por Eduvim fue una de las más esperadas por los lectores ya que la novela circulaba solamente como fotocopia. Es llamativa la cantidad de obras publicadas en los años 70 que fueron reeditadas. Este fenómeno puede asociarse a que varias de las novelas publicadas en esos años aluden en sus páginas, subrepticiamente o explícitamente, a la atmósfera de terror, a prácticas represivas y al terrorismo de Estado. Es este el caso de las obras de Foguet, de La última conquista de El Ángel, de Orphée (que alude a la práctica de la tortura) y algunas obras de Perrone. Al respecto, la segunda novela de Foguet fue publicada en 1983, pero sin embargo aborda sucesos de comienzos de los años 70 y hace referencias a la desaparición de personas y a la violencia imperante.
En cuanto a Juan José Hernández, la editorial Adriana Hidalgo se consagró a reeditar toda la obra del escritor tucumano y reunió sus ensayos en Escritos irreberentes (2003), su poesía en Desiderátum (2001) y en el volumen titulado La ciudad de los sueños (2005) se compiló su única novela y todos sus libros de cuentos. Por su parte, Eduardo Rosenzvaig estableció un vínculo muy estrecho con la Universidad Nacional de Tucumán, en la que se desempeñó como docente e investigador, y así es que prácticamente la totalidad de sus novelas fueron publicadas por la Facultad de Artes y por la de Filosofía y Letras de esa casa de estudios.
Otro autor que merece ser destacado es Adolfo Colombres, quien hasta la actualidad sigue escribiendo y dando a conocer sus libros. Su primera novela, Siete