Entre barricadas. Máximo Hernán Mena. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Máximo Hernán Mena
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789876918534
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temporalidades es decisiva para dar coherencia y espesor a la trama de recuerdos y sucesos a los que se quiere aludir. Se postula generalmente que esa manera de disponer los tiempos responde a los intereses del personaje que cuenta o del narrador pero, en gran medida, también está poniendo de manifiesto una temporalidad particular que puede brindar una imagen de la crisis y de la fragmentación del recuerdo en una época. En la memoria colectiva conviven y se confrontan recuerdos problemáticos y contrapuestos que en la ficción están dramatizados en las voces de los personajes.

      Halbwachs también señala la importancia del espacio físico, del lugar, para el anclaje de la memoria colectiva y para la relación de los hombres con los otros y con sus recuerdos compartidos. La imagen de supuesta inmovilidad que acompaña a los espacios físicos (podría reflexionarse qué sucede con las grandes ciudades en permanente expansión y cambio) es el punto de encuentro entre un grupo social y sus recuerdos, como una geografía supuestamente “muda e inmóvil que nos circunda” (188).

      7. Para una comprensión de lo real

      A pesar de los intentos por separar literatura e historia,4 esfuerzos que se iniciaron hace veinticinco siglos, para Ivan Jablonka (2016: 12) los aportes más renovadores y potentes se generan en textos que trabajan en sus límites y que toman herramientas de ambas. Entonces, tanto la historia como la literatura producen “conocimiento de lo real” porque consiguen no solo representar lo real, sino también explicarlo y tratar de comprenderlo. En ambas, la escritura no es un mero soporte para mostrar resultados, sino que se transforma en el cuerpo de una indagación, en el despliegue de la incertidumbre y la búsqueda.

      Estos contactos se hacen más certeros a lo largo del siglo XX con el surgimiento de lo que Jablonka denomina “literaturas de lo real”, herederas de las novelas realistas, y que, en la era de los fenómenos de masas, son muestras del “lenguaje del individuo” que intenta resistir frente a los embates de la violencia y la aniquilación. Los cruces y contactos entre la historia y la literatura son profundos y productivos ya que existen textos literarios que despliegan un “razonamiento histórico”, y porque ambas manifiestan una “vocación por la narrativa”, es decir, necesitan contar, narrar, para exponer preguntas y certezas. De acuerdo con Barthes y White, Jablonka señala que la novela ejerció una influencia decisiva sobre la historia en el siglo XIX a partir de su capacidad para dramatizar lo conflictivo y para representar tipos y personajes. A principios del siglo XIX, autores como Benjamin Constant, Madame de Staël, Bonald y Chateaubriand generan un “cambio de literatura” con novelas que son al mismo tiempo historia, epopeya, poema. Surge así con Los mártires [1809] y Las memorias de ultratumba [1848] de Chateaubriand una suerte de “novela histórica de tesis” (Jablonka, 2016: 55) que obliga a replantear la relación de los sucesos y documentos con la imaginación y la ficción. A partir de este momento, los relatos se tornan, no solo más verosímiles, sino más “vivos”: “la ficción se ha vuelto menos ficticia que la historia” (56-57).

      Por otro lado, Jablonka (2016: 112) realiza una lectura crítica de los postulados del linguistic turn, en particular de algunas reflexiones de White, que igualan la literatura y la historia como meras construcciones discursivas, con lo cual le niegan a esta última un “régimen cognitivo propio”. Así, reconoce en este giro la influencia de varias corrientes de pensamiento como el pirronismo (que empuña contra todo la duda generalizada), el panpoetismo (que incluye a la historia entre todos los géneros literarios, impulsado por el modelo saussureano) y la crítica del poder. A su vez, también menciona a historiadores como Arnaldo Momigliano, Carlo Guinzburg, Krzysztof Pomian y Roger Chartier, quienes efectuaron una lúcida crítica frente al relativismo y el escepticismo absoluto impulsados por el linguistic turn: “todos pusieron de relieve que el historiador tiene por misión la búsqueda de la verdad, que se somete en última instancia a lo real y que su saber es verificable, probado por textos, testimonios, vestigios, monedas e incluso técnicas de datación” (Jablonka, 2016: 114-115).

      La literatura tiene algo de adyuvante epistemológico. Sensibiliza a los historiadores respecto de lo que ignoran o desconocen: el papel del azar, la idea de contingencia, la dimensión privada de los grandes acontecimientos. La literatura es una caja de herramientas cognitivas de la que pueden tomarse modelos de historicidad o de ejemplaridad, categorías de percepción de lo real, filosofías del tiempo y formas de interpretación del mundo. (Jablonka, 2016: 123)

      Al mismo tiempo, el historiador francés expone ciertas marcas o herramientas que la historia comparte con la literatura y que, en gran parte, pueden encontrarse en las novelas del corpus. En esos textos se procura generar efectos de verdad, a partir de la inserción de los personajes en un período histórico identificable, con la inclusión de detalles que “hacen aparecer lo real” en la narración, y a partir de la generación de “efectos de presencia” que procuran al mismo tiempo hacer ver, hacer creer y hacer comprender. Asimismo, se busca llegar desde la representación hacia una comprensión, a un razonamiento sobre lo real. Este tipo de textos busca comprender lo que hacen los hombres a través del tiempo, es decir que ponen en funcionamiento un método para entender a un sujeto y su devenir, en el pasado, el presente y el futuro. Por lo tanto, intentan desplegar en la medida de lo posible explicaciones causales, sistematizan y organizan los acontecimientos para comprenderlos y, por lo tanto, proceden a una puesta en orden del mundo.

      En este sentido, la ficción no es ni verdadera ni falsa sino que establece otro tipo de relación con la realidad por fuera de estas variantes. Existen entonces ficciones intransitivas que son las que no establecen un vínculo con lo real. Mientras tanto, la ficción “transitiva”, que de algún modo remite al mundo, puede hacerlo a través del género de lo increíble (los mitos, las fábulas), lo verosímil (aquello que es creíble) y las verdades superiores, es decir, aquellas que llevan el efecto de lo real a niveles muy elevados: “La literatura, entonces, revela lo que no sabíamos: los destinos desconocidos, los sufrimientos ignorados, las pequeñas humillaciones de todos los días, pero también las fisuras, las contradicciones” (Jablonka, 2016: 200). Sin embargo, a partir de esta dualidad inicial en relación con lo real, Jablonka identifica una tercera variante en la cual no participa la mímesis. Se produce en lo que denomina como “ficción-revelación”, y varias novelas del corpus pueden ser relacionadas con esta modalidad ya que es una ficción que “puede provocar una suerte de comprensión instantánea y proporcionar así al lector la clave necesaria para decodificar lo real” (201). Jablonka denomina “ficciones de método” a aquellas herramientas que se ponen en juego en la ficción y la historia para dar cuenta de lo real. Pueden mencionarse entonces el extrañamiento (iniciar un proceso de desfamiliarización con lo que se cuenta), la plausibilidad (la construcción de una narración “apuntalada, visible y humilde”), la puesta en juego de conceptos y teorías (la utilización de “imágenes-conceptos” para exponer una teoría), y el empleo de procedimientos narrativos (se produce entonces un “efecto de dramatización” que reaviva lo que se relata). De este modo, la ficción se transforma “en una de las herramientas que sirven para buscar y construir lo verdadero” (222).

      1. Entre los teóricos y críticos que estudiaron la novela se encuentran Friedrich Schlegel, Hermann Cohen, Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Erich Auerbach, y con posterioridad, Fredric Jameson, Tzvetan Todorov, Julia Kristeva, Northrop Frye, Marthe Robert, entre otros.

      2. Cf. Bajtín (1989), Lukács (2010), Tacca (2000), Barthes (2005), Kundera (2006), Goytisolo (2013), Wood (2016).

      3. El término testis proviene de tertius y designa a las terceras personas que certificaban un contrato en el derecho romano (Benveniste citado por Ricœur, 2008: 212).

      4. Sobre los cruces y diálogos entre ficción e historia, cf. Jablonka (2016), Auerbach (2014), Fernández Prieto (1998).