Entre barricadas. Máximo Hernán Mena. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Máximo Hernán Mena
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789876918534
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1950-2000

      La novela es una lectura muy válida de la realidad que no todos están dispuestos a aceptar.

      Hugo Foguet

      El tiempo humano seguirá siendo siempre rebelde.

      Marc Bloch

      1. Desarrollo del campo cultural y literario tucumano

      Con el aporte de figuras como Juan Bautista Alberdi, Nicolás Avellaneda y, posteriormente en los años finales del siglo XIX, con la llegada de Amadeo Jacques, Paul Groussac, entre otros intelectuales, el clima cultural de la provincia se modifica considerablemente y se trazan esquemas de desarrollos futuros. Dos instituciones decisivas en esos años son el Colegio Nacional, fundado en 1864, y la Escuela Normal, creada en 1875 (Martínez Zuccardi, 2007: 4-5). En esas instituciones se formarán importantes políticos e intelectuales de la provincia. Una síntesis de esta efervescencia se puede cotejar en palabras de Eduardo Rosenzvaig:

      El [18]82, año prometeico en el que, a seis de existencia, la Escuela Normal da tres docenas de profesores diplomados, entre ellos media de mujeres; termina la construcción del teatro Belgrano y el gran puente de quebracho sobre el Salí, y tres veces a la semana salen a la calle La Razón y Los Debates, dos El Republicano, una El Católico. (Rosenzvaig, 2008: 275)

      Formación de docentes, actividad en los teatros, publicaciones periódicas. Sobre este último aspecto es importante tener en cuenta el relevamiento realizado por Manuel García Soriano sobre los orígenes y el desarrollo del periodismo desde el siglo XIX. El periodismo “nace” en Tucumán con la impresión del Diario Militar del Ejército Auxiliar del Perú (1817-1819), luego de que el general Belgrano introdujera la imprenta. En 1820 aparecerá El Restaurador, que funciona como tribuna política, al que le seguirán muchas otras publicaciones. Mientras que en 1872 se funda La Razón, según García Soriano (1972: 7-9), el “primer gran periódico tucumano”, el primer diario informativo moderno de la provincia que se mantendrá en circulación hasta 1887. Fundado por Ernesto Colombres, en 1883 aparece el diario El Orden, que luego será dirigido por León Rosenvald, y que se convertirá en el diario hegemónico en Tucumán hasta la aparición de La Gaceta (pp. 30-40).

      Sin embargo, las tensiones políticas también se reflejan en las dinámicas culturales, ya que el 28 de junio de 1903 se funda una “sociedad literaria” llamada Biblioteca Alberdi, impulsada por el entonces gobernador Lucas Córdoba. Esta biblioteca se convierte en una institución fundamental de la cultura tucumana. Llega a alcanzar en 1937 los cien mil lectores a razón de un promedio de ocho mil lectores por mes y realiza numerosos eventos culturales (Rosenzvaig, 2008: 237-240).

      De alguna forma, la creación de estos centros de cultura funcionó como punto de partida para otras tareas y para la labor política. De acuerdo con esto, puede constatarse que varios integrantes de este grupo acompañarán luego a Juan B. Terán durante la proyección y el gobierno de los primeros años de la Universidad de Tucumán. El historiador Roberto Pucci señala que para Juan B. Terán la nueva universidad tendría que cumplir una misión modernizadora, democrática y regionalista (Darmanin-Chaparro, 2013: 69) para fomentar el desarrollo económico, social e intelectual de la provincia y de la región norte del país (Pucci, 2012b: 18). La Universidad se inaugura el 25 de mayo de 1914 y en abril de 1921 fue transferida a la órbita de la Nación. Posteriormente, se transformará en una institución clave en la vida de la provincia.

      Yo creo que la Facultad cambió todo, porque la Facultad nos hizo leer, leer teoría literaria […] Ya empezamos a leer Huidobro, Neruda, los poetas franceses, Éluard, Apollinaire, todos los surrealistas, Milosz, etc. Y yo creo que esa fue la característica nuestra, que ya no tomábamos ni como una tarjeta postal, folclórica, la literatura, sino como una cosa muy profunda y muy seria. Creíamos en la seriedad de nuestro trabajo literario.

      La tarea cultural que emprenden, sobre todo en sus comienzos, no se reduce a discusiones filosófico-literarias sino que tratan de concretar sus objetivos ampliando los límites culturales de la ciudad a los barrios periféricos. Así, organizan representaciones de títeres, charlas, conciertos […] De allí el nombre de La Carpa que […] queda como símbolo del “cobijo imprescindible, porque hacía mucho frío y afuera llovía: era el frío de la cursilería literaria y la lluvia