Otras instituciones del medio tuvieron también una importante influencia en el desarrollo cultural de la provincia. En 1947 un grupo de artistas, escritores e intelectuales se reúnen para realizar conciertos, conferencias, presentaciones de libros, exposiciones de pintura. Nace así la peña El Cardón, que funcionará como lugar de encuentro y discusión. Una de sus figuras principales y su primer presidente fue Gustavo Bravo Figueroa.13
Una labor decisiva cumplió el Consejo Provincial de Difusión Cultural creado en enero de 1959 bajo el impulso del escritor y periodista Julio Ardiles Gray y con el apoyo del entonces gobernador radical Celestino Gelsi (Flawiá de Fernández y Steimberg de Kaplan, 1985: 32). El organismo estuvo inspirado en la Carta Real de própositos de la BBC de Londres y en el Fondo de Cultura Económica mexicano. Funcionaba como un ente descentralizado integrado por diferentes departamentos que respondían a las diversas disciplinas artísticas (1985: 34), con autonomía financiera, ya que los fondos que se ejecutaban provenían de las ganancias de los juegos de azar recaudadas por la provincia y de los ingresos de los espectáculos previstos (1985: 33). En el ámbito de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, se crea en 1964 la Dirección de Cultura y Costumbres para coordinar actividades entre la Universidad y el Consejo Provincial de Difusión Cultural.
Respecto de las revistas culturales, es preciso agregar a la ya mencionada Revista de Letras y Ciencias Sociales la aparición de publicaciones como Sustancia,14 Cántico, Norte y Humanitas, entre otras.15 Las revistas funcionan como espacios de resonancia ya que, según Nilda Flawiá de Fernández, estimulan la labor intelectual y amplifican un diálogo/discusión entre interlocutores diversos al difundir teorías estéticas y políticas. Una mención aparte merece el resurgimiento16 de la “Página literaria” del diario La Gaceta desde 1956 y bajo la dirección de Daniel Alberto Dessein. Ana María Risco destaca que en 1956 la página inicia un proceso de afianzamiento y reconocimiento en el campo cultural regional y nacional que alcanza su auge en los 70.17
En el período considerado, la “Página literaria” de La Gaceta se constituyó como espacio consagratorio, en el que coexistían poéticas diversas que se mantenían en disputa y tensión. Esta dinámica del suplemento, según Risco (2009: 15), permite “documentar la dinámica del campo literario regional y su relación y coordinación con el campo literario nacional”. Este proyecto cultural se sustenta en diferentes tipos de colaboraciones como ensayos, reseñas, entrevistas, críticas, polémicas. Por otro lado, el público estaba concebido como un lector culto no especializado. La selección de los textos respondía a un criterio de “calidad y representatividad”, y la variedad de perspectivas respondía a la necesidad de “reflejar la compleja y múltiple realidad cultural argentina en su conjunto” (272).
2. Sobre literatura, región y novela en Tucumán
David Lagmanovich señala con acierto que gran parte de la literatura argentina “gira” en torno a Buenos Aires, pero que este centro no totaliza las representaciones culturales y ficcionales de todo un país. Para este autor, el problema no radica en la producción de los bienes culturales sino en las posibilidades de su circulación. Para Lagmanovich (1974: 11), la región verdaderamente “distinta” en el concierto de zonas del país es la región del norte o del noroeste (NOA), que comprende las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca y La Rioja. Por eso, para él, lo importante es trazar un panorama general, no desde una mirada “provinciana” o “regional”, sino que vuelva a insertar las escrituras del NOA en la literatura argentina, como “capítulo” de la historia literaria argentina (1974: 12-13).18 El escritor Walter Guido Wéyland, al reflexionar sobre la novelística de Alberto Córdoba y aludiendo a la “literatura regional”, señalaba que lo regional es un modo de captar lo “universal”:
Es falla grave y generalizada de los argentinos […] el negar carácter universal a las manifestaciones artísticas y literarias que expresan el país en su múltiple y diferenciada riqueza de motivos. ¡Como si el hombre de la Patagonia, de las pampas y de los reductos precordilleranos viviera al margen del universo, o como si su estructura anímica, sus pasiones y sus conflictos fueran los de un poblador de otro planeta! (Wéyland, 1967: 7-8)
De este modo, la mirada de región traza una escritura del país y del universo. Y esa mirada es crítica porque trata de comprender al hombre en su lugar y en su tiempo. La novela se propone reescribir la región en su devenir. Sin embargo, es notorio el contraste entre el gran número de escritores que apostaron al género novelístico para escribir Tucumán y aquellos autores que lo hicieron en otros territorios de la región.19 En cuanto a los estudios generales sobre la novelística en Tucumán, desde la segunda mitad del siglo XX se realizaron los análisis más sistemáticos sobre la producción literaria, siempre en relación con otros textos de la región del NOA. Estos trabajos estudian tanto la lírica como la narrativa breve y la novelística. Respecto de los relevamientos y la reflexión crítica sobre la novelística es preciso destacar los aportes de Lagmanovich (quien en 1974 publica uno de los primeros libros sobre literatura regional en la Argentina, cf. también 2010), Octavio Corvalán (2008) y Nilda Flawiá de Fernández (1987, 1993, 1995, 1998). Tanto Lagmanovich como Corvalán trazan un panorama parcial de la novelística en Tucumán y analizan aspectos estéticos y escriturarios en las obras de Elvira Orphée (Dos veranos, 1956; Uno, 1961; Aire tan dulce, 1966), Tomás Eloy Martínez (Sagrado, 1969), Juan José Hernández (La ciudad de los sueños, 1971), para poner especial énfasis en lo publicado por Julio Ardiles Gray (La grieta, 1952; Los médanos ciegos, 1957, El inocente, 1964) y Hugo Foguet (Frente al mar de Timor, 1976; Pretérito perfecto, 1983). En el caso de Lagmanovich, el crítico señala que en las obras de los escritores mencionados se construye una “visión conflictiva” en la representación de Tucumán. Mientras tanto, Nilda Flawiá de Fernández estudió las obras de Julio Ardiles Gray y, en varios artículos, realizó los primeros aportes sobre los cruces y las tensiones entre historia y ficción en Pretérito perfecto de Hugo Foguet. Por su parte, la investigación de Victoria Cohen Imach (1994) analiza La ciudad de los sueños, de Hernández, en conjunto con novelas de Antonio Di Benedetto, Daniel Moyano y Héctor Tizón, y traza relaciones entre obras y estéticas desde los conceptos de campo intelectual y periferia. Posteriormente, Eduardo Rosenzvaig (2010) trazó un nuevo y más completo panorama que menciona otras novelas y sus vinculaciones con el universo del azúcar y allí incluyó, entre obras publicadas desde mediados del siglo XX, novelas de Pablo Rojas Paz, Alberto Córdoba, Adolfo Colombres, Eduardo Rosenzvaig, Dardo Nofal y Osvaldo Fasolo.20 Con referencia a las novelas y a las temáticas seleccionadas para este proyecto, los artículos críticos abordan una o dos novelas del período y las analizan desde perspectivas discursivas diversas. En este sentido, y hasta la actualidad, los análisis se centran en cuestiones como las relaciones entre literatura, memoria y ficción; las representaciones y los cruces de lo identitario y lo social; los debates sobre literatura regional en el contexto del sistema literario argentino.21De la lectura del presente estado de la cuestión se puede destacar que son escasos los trabajos que trabajen en forma diacrónica las obras de diferentes autores en el intento de trazar un mapa de problemáticas y estéticas en común (Mena, 2012). Asimismo, en los trabajos críticos son reducidas y aisladas las referencias a aspectos históricos.
3. Relevamiento y textos que resurgen
3.1. Sobre las ediciones
Los libros siguen su propio camino luego de ser publicados. Algunos son leídos en pequeños círculos de lectores que se conocen entre sí o que conocen al autor. En ocasiones a los lectores los separan ciudades, países y océanos. Hoy en día, si el libro consigue seguir vivo, tiene una posteridad, puede ser ofrecido en portales (librerías