4. Panorama de autores y obras
Desde Peregrinación de la luz del día [1871] de Juan Bautista Alberdi, la novela establece una estrecha relación con la literatura y la historia en Tucumán. Desde ese viaje de la verdad que tiene mucho de historia por lo “verosímil” pero también de fantástico, la tarea es continuada por Paul Groussac con Fruto vedado [1884]. En esta última novela, escrita en el siglo XIX, Eduardo Rosenzvaig señala que la fábrica de azúcar, el ingenio, ingresa por primera vez a la literatura argentina. Luego aparecen obras de José Zenón Santillán (Clamores de un cañero (lecturas para desocupados), 1898), Jorge Söhle (Chavela –novela histórica argentina–, 1903), Ricardo Rojas (El país de la selva, 1907), Alberto Coutone (El alma de las sombras, 1920), Juan B. Terán (Fruto sin flor, 1921), Roberto J. Ponssa (El dardo errante, 1921), Miguel Ángel Penna (en colaboración con Manuel Hernández, Sarasa. El medallón, 1922), Fausto Burgos31 (María Rosario, 1924; La sonrisa de Puca Puca, 1926; Kanchis Soruco, 1928; El gringo, 1935; Refugios de almas, 1937; Molino en ruinas, 1937; Los regionales, 1939; Don Javier de Guandacol, 1940; El salar, 1946; Lucero de un alba, 1948; Niebla de sueños, 1949), Luis Perinetti Biestro (Los dioses negros, 1929), Valentín De Pedro (El veneno del tango, 1926), José María Gallo Mendoza (La cama 17, 1939; D’Artagnan en Buenos Aires, 1942), Humberto Aguilar (La vida de una monja, 1941; Un hombre fuerte, 1948), Juan H. Figueroa (Horacio Ponce, 1944) y Pedro Heredia (Ucumar, 1944). A pesar de que el foco de esta investigación se ubica sobre las obras publicadas luego de 1950, es importante considerar en este panorama las obras publicadas por Mario Bravo (En el surco, 1929), Pablo Rojas Paz (Hasta aquí, no más, 1936), Alberto Córdoba (Don Silenio, 1936) y Walter Guido Wéyland (Áspero intermedio, 1941), por las resonancias que las vinculan con otras novelas posteriores. A pesar de que el trazado de este panorama no refleja la totalidad,32 se incluyen autores y obras33 fundamentales para entender los trabajos de imaginación y de reescritura de la historia.34
4.1. Mario Bravo: En el surco, la novela que se anticipa al tiempo35
Le bastó escribir una sola novela a Mario Bravo para delinear los rasgos más importantes de una industria en desarrollo y de una provincia que comenzaba a agitarse en la historia. Son los obreros azucareros del surco los protagonistas de la primera rebelión del siglo XX.
Nació en la ciudad de La Cocha, al sur de la provincia de Tucumán, el 27 de junio de 1882 y murió en Buenos Aires el 17 de marzo de 1944. Se recibió de abogado en 1905 en la Universidad de Buenos Aires con una tesis titulada “Legislación del trabajo”. Fue director del diario socialista La Vanguardia y profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Buenos Aires. En el seno del Partido Socialista se desempeñó como diputado y senador nacional por la ciudad capital durante varios mandatos. Tuvo una importante actuación en la lucha por las reivindicaciones laborales. Publicó obras sobre derecho y política (La huelga de mayo, 1909; Movimiento socialista y obrero, 1910; La ciudad libre, 1918; Capítulos de legislación obrera, 1925; Sociedades cooperativas, 1926; Derechos civiles de la mujer, 1927; La revolución de ellos, 1932),36 libros de poesía (Poemas del campo y la montaña, 1909; Canciones y poemas, 1918; Canciones de la soledad, 1920), de cuentos (Cuentos para pobres, 1924) y la novela En el surco (1929).
Su única novela narra la primera gran huelga azucarera, conflicto que se extendió desde 1904 hasta 1907 y que se desarrolló en el departamento de Cruz Alta, región que en esa época concentraba la mayor cantidad de ingenios en el territorio provincial. En ese mismo año se publicaba la investigación de Juan Bialet Massé, que desnudaba las mismas problemáticas ficcionalizadas en la obra de Bravo. Por primera vez, los obreros conocen En el surco el poder y el empuje de la rebelión. A pesar de que la huelga culmina con un saldo positivo para los obreros, Bravo narra momentos y mecanismos de la represión policial ordenada y dirigida por los dueños de los ingenios, para mostrar el fracaso y las desventuras que soportan los trabajadores al concluir la huelga. La tortura se hace presente e inaugura la ficción cuando el protagonista, Rosendo Montoya, aparece en los subsuelos del Cabildo. La figura de Mario Bravo ingresa en la novela, como la de un doble nostálgico que anhela las formas antiguas de la ciudad perdida.
4.2. Pablo Rojas Paz: la escritura del lugar interminable37
En su extensa producción, Pablo Rojas Paz logró retratar geografías del campo y de la ciudad tucumana, sentires y dolores de su gente. En Hasta aquí, no más, quizás una de sus mejores novelas, el narrador camina los senderos en busca de sus personajes y se denuncian las primeras desapariciones en el mundo del azúcar.
Nació en Tucumán el 25 de junio de 1896. En Buenos Aires cursó sus estudios en medicina y trabajó en el Hospital de Clínicas, que llegó a administrar. Su primer cuento fue publicado por La Prensa. Junto con Jorge Luis Borges, Ricardo Güiraldes y Alfredo Brandán Caraffa fundó la revista Proa (segunda época) y dirigió las revistas Martín Fierro, La Gaceta de Buenos Aires y Azul. Fue periodista en diarios como Crítica y Noticias Gráficas. En el diario de Natalio Botana fue reconocido por sus crónicas deportivas firmadas con el seudónimo “El negro de la tribuna” que luego fueron compiladas en libro. Dictó clases en colegios secundarios de Buenos Aires, lugar donde murió el 1 de octubre de 1956. Publicó, entre otros, libros de ensayo (Paisajes y meditaciones, 1924; La metáfora y el mundo, 1926; El perfil de nuestra expresión, 1929; El libro de las tres manzanas, 1933; Lo pánico y lo cósmico, 1957), de cuentos (Arlequín, 1940; El patio de la noche, 1940 –Premio Nacional de Literatura 1940–, El arpa remendada, 1945), biografías (Alberdi, el ciudadano de la soledad, 1941; Echeverría, el pastor de soledades, 1952; Martí, pasión de libertad; Simón Bolívar, 1945; Biografía de Buenos Aires: infancia y transfiguración, 1951) y novelas (Hombres grises, montañas azules, 1929; Hasta aquí, no más, 1936; Raíces al cielo, 1945; Los cocheros de San Blas, 1950; Mármoles bajo la lluvia, 1955).
En Hasta aquí, no más se relata la historia de un territorio que se encuentra en un límite y sus protagonistas son los obreros azucareros del surco y de la fábrica. De acuerdo con el prólogo del historiador Alberto Ciria, incluido en la reedición de 1966 de la editorial Jorge Álvarez, la novela de Rojas Paz sigue siendo actual; se conjugan allí el ayer y el hoy. En el texto aparecen vidas insertas y meandros en la historia: no hay en su libro personajes principales o secundarios, todos son enfocados con la misma atención por el narrador. Confluyen las vidas de los indios, la fiesta del carnaval con alcohol y música, historias de aparecidos en plena zafra. Las desapariciones comienzan en el azúcar, se efectúan elecciones donde siempre triunfa el ingenio y el diario La Gaceta se ha convertido ya en un formador de opinión pública. Mientras tanto, Los cocheros de San Blas está escrito con sangre y tinta, y, a pesar del nombre imaginario del pueblo, pueden establecerse paralelismos con rasgos de San Miguel de Tucumán: una ciudad donde no ha sucedido nada o está todo por suceder, un sitio abandonado con sus habitantes adentro. Se entrecruzan los recuerdos con la ficción y la novela tiene por momentos un registro de tono autobiográfico. El texto está recorrido por permanentes reflexiones metatextuales, por ejemplo sobre lo teatral, e historias digresivas que desplazan el foco de la narración. En San Blas se vive un pasado que es el futuro al revés. Por su parte, en Mármoles bajo la lluvia, la protagonista de la novela es la escultora Laura Pringles, álter ego de Lola Mora, figura que reaparecerá en La espalda de la libertad, de Eduardo Rosenzvaig. Desde la muerte en funciones del gobernador Benjamín Tula (Benjamín Aráoz), Laura Pringles iniciará un periplo artístico y existencial que la llevará a Europa y a Buenos Aires. Se retrata en la