La crónica Pseudo-Isidórica, que pone término a esa época, expresa una aminoración de la tensión. Aunque contiene algunas expresiones de conciencia hispánica, sus imágenes del Islam son moderadas, «abiertas» y carentes de tonos de hostilidad rígidos. En otras palabras, casi no se hallan signos de continuidad en el período formativo para las imágenes y concepciones que habrán de caracterizar las crónicas de la época de Alfonso III. Estas últimas no consideran que la controversia intercristiana es un factor que retarda la lucha contra el Islam, es decir, no implican el concepto de que es necesaria la unificación de toda España para vencer al Islam.
La realidad histórica era aún más grave. A partir de la muerte de Alfonso III se multiplicaron los reinos y ducados cristianos independientes, ahondándose la división y hostilidad en el campo cristiano. En las crónicas del siglo IX se pueden descubrir algunos elementos que constituyen algún preanuncio y vaticinio de la idea de la Reconquista, que sólo a fines del siglo IX asumirá la forma de un pensamiento unificador que promoverá la acción, poseedor de continuidad y estabilidad (aunque también se producirían muchas desviaciones y casos de colaboracionismo entre algún reino cristiano con fuerzas musulmanas, en contra de otro pueblo cristiano). La idea que se expresa en esas crónicas es una especie de historia previa (Vorgeschichte), fenómeno prematuro en su época que habrá de ejercer su influencia en el futuro cuando se hayan de crear las condiciones propicias. No es por casualidad que tras un prolongado período de silencio en la cronografía cristiana de España surgiera una producción tan abundante en los tiempos de Alfonso III. El fenómeno se relaciona con todo este reinado, como el movimiento de los mártires de Córdoba, alejado de él tanto en la geografía como en el tiempo.
El reinado de Alfonso III (866-911) es un hito importante en el desarrollo de los reinos del norte de España. Alfonso III expandió los límites del reino de Asturias hasta Galicia, la parte septentrional de Portugal (Oporto y Coimbra), Álava y Castilla. El rey participó activamente en las revueltas musulmanas, en especial la de los muladíes contra el gobierno central de Córdoba, y llegó aún más lejos: hasta Toledo. Este hecho, posiblemente, hizo que el autor de la Crónica Profética vaticinara: In omni Spania regnaturus.
La literatura cronista de los tiempos de Alfonso III refleja la recuperación cultural del norte cristiano. El rey, por su parte, estimuló esa actividad deseoso de dar expresión a la legitimidad del reino asturiano, como continuador del reino visigodo. Dicha tendencia confluyó con la poderosa impresión que causaron los sucesos de Córdoba en la década del 50 del siglo IX: el martirologio voluntario de un grupo de mozárabes en medio de choques con el gobernante musulmán[46]. Alfonso III llegó al trono sólo pocos años después del aplastamiento final del «Movimiento de Mártires» (861) y no cabe duda que la impresión dejada por aquél había sido grande en el reino de Asturias, así como entre los otros cristianos de España. Con el número de acontecimientos que provocara y con los escritos de sus líderes Eulogio y Álvaro, ese movimiento supuso una importante contribución al espíritu militante antimusulmán, al ser esto puesto al descubierto por las mencionadas crónicas. Tres elementos contenidos en los escritos de los líderes del «Movimiento de Mártires» influyeron en las crónicas de los tiempos de Alfonso III: el primero, la exacta descripción de las crueles persecusiones que sufrieron las comunidades cristianas bajo el dominio musulmán[47]; la presentación del «Movimiento de Mártires», hecha por sus ideólogos, en el marco general de la lucha de Cristo contra el anti-Cristo, es decir, como parte de un desarrollo apocalíptico; y tercero, la concepción dominante en los escritos ideológicos, según la cual la conquista de España por los musulmanes forma parte de un plan divino que opera conforme al modelo expuesto por los profetas de Israel[48].
Estos tres elementos fueron llevados al norte cristiano por los refugiados mozárabes, entre los que probablemente se contaba el autor de la Crónica Profética. Los escritos mozárabes vinculados con el «Movimiento de Mártires» constituye el eslabón de enlace entre la crónica mozárabe del año 754, por un lado —la que fija los primeros moldes de la imagen musulmana negativa y la personificación de España como una realidad sufriente—, y las crónicas de los días de Alfonso III, por el otro, que profetizan el fin del dominio musulmán en España, sea como vaticinio de una liberación del país o como parte de un plan apocalíptico del Señor.
NOTAS AL CAPÍTULO PRIMERO
Excepto las observaciones generales, no nos anima el propósito de incluir en este libro el detalle de los acontecimientos históricos. Recomendamos al lector que quiera completar el cuadro de la continuidad histórica recurrir a libros especializados sobre el tema. Más adelante sugerimos lecturas adicionales, conforme al tema.
Un libro general —claro y actualizado— es el de Luis Suárez Fernández, Historia de España Antigua y Media, 2 tomos, Madrid, 1976. Este libro pondrá al alcance del lector un cuadro general, tanto de la historia de la España cristiana como de la España musulmana, y el sistema de relaciones entre ambas.
El lector que quiera profundizar en una descripción histórica más detallada puede valerse de la gran serie sobre la Historia de España, dirigida por Ramón Menéndez Pidal.
Al respecto, fue traducido del francés el excelente libro de E. Lévi-Provençal sobre la historia de la España musulmana: España musulmana hasta la caída del Califato de Córdoba, 711-11031, traducción de E. García Gómez (t. 4), Madrid, 1957. La desventaja de este libro está en el hecho de que concluye con la caída de los califatos omeyas en al-Andalus, pero se trata de una investigación minuciosa y actualizada que dedica una gran parte a la historia social y cultural de la España musulmana.
Para la historia de la España cristiana en el mismo período el lector puede recurrir al volumen VI de esa serie: J. Pérez de Urbel, España cristiana, comienzo de la Reconquista, 711-1038, Madrid, 1956.
Otro libro general para la Historia de España, tanto de la cristiana como de la musulmana, es el de Luis García de Valdeavellano, Historia de España, 2 tomos, 5.ª edición, Madrid, 1973. Desde su aparición en el año 1952 ha sido publicada en muchas ediciones.
[1] Continuatio Byzantia Arabica a. DCCXLI et continuatio Hispana a. DCCLIV, en: Th. Mommsen (ed.). Monumenta Germaniae Historica, Chronica Minora, Berlín, 1894, Rep. 1961. Vol. XI, pp. 334-368, y luego: M. G. H. La investigación detallada sobre las dos crónicas fue hecha por L. E. Dubler, «Sobre la crónica bizantina de 741 y su influencia en la Península Ibérica», Al-Andalus, vol. XI (1946), pp. 284-349.
[2] El profundo estudio de Dubler (op. cit.) llega a la conclusión de que el primer cronista redactó su trabajo después de haberse islamizado, pero su estilo pone en tela de juicio dich afirmación: es difícil suponer que un nuevo islamizado describa el surgimiento del Islam en términos de «rebelión» y «ataques de salteadores», o que no se esmere en explicar las ventajas de su nueva fe. A pesar de la cordialidad con que el autor describe a veces ciertas personalidades musulmanas, su estilo es no obstante extraño: a los musulmanes llama con el nombre de sarracenos y relata la historia del Islam como si se refiriera a un grupo que le es ajeno. Además, a lo largo de toda la crónica no hay ninguna insinuación de que el autor se hay alejado del cristianismo, o que trate de presentar la superioridad del Islam desde un punto de vista religioso. Es difícil explicar este hecho, si se supone que se trata de una persona ilustrada que poco antes cambió su religión y quiere justificar su conversión, o tal vez propagar su nuevo credo por medio de su escrito. Por último, sorprende que quien se convirtiera al Islam en España suministre una información tan escasa y truncada sobre la conquista del país por los musulmanes y sobre los treinta años de dominio del Islam, mientras que no escatima información con respecto a la historia de la España visigoda y a la lucha entre el Islam y el Imperio bizantino.
[3] M. G. H., op. cit., p. 340.
[4] Ibid., p. 337.