Un corazón alegre. Julián Melgosa. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Julián Melgosa
Издательство: Bookwire
Серия: Vida Espiritual
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789877980530
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convivir. Se nos insta a hablar verdad los unos a los otros (vers. 25), a no enojarnos (vers. 26), a no robar a los demás (vers. 28), a expresar palabras que edifiquen y den gracia al oyente (vers. 29), a no desplegar ira, gritería, ni maledicencia (vers. 31) y a ser misericordiosos y bondadosos los unos con los otros (vers. 32).

      Nuestras palabras y nuestra actitud producen resultados muy diferentes. Escoge hoy hablar palabras que edifiquen a los demás, palabras que denoten bondad y misericordia y que den gracia al oyente. Palabras que serán un bálsamo para los demás y también una fuente de autoestima para ti. Palabras que, en última instancia, Dios utilice para beneficio de todos y le den gloria a él.

      No ven lo bueno en sí mismos

      “Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes ni desde que tú hablas con tu siervo, porque soy tardo en el habla y torpe de lengua”

      (Éxodo 4:10).

      Artie Knapp es autor de cuentos infantiles con enseñanzas morales. En su libro El tartamudo Stan cuenta una historia de animales del bosque, donde Stan es una ardillita que tartamudea y los demás animales se ríen de él por su dificultad para expresar sus ideas. Esto le produce mucha pena y una autoestima débil. Un día, cuando se encuentra solo y desanimado, otra ardilla joven, Shelby, le pregunta la razón de su desconsuelo y Stan le explica el porqué de su padecimiento. La amiguita no se burla ni lo critica, sino todo lo contrario. Le asegura que lo importante es lo que se dice y, si se trata de un mensaje importante y valioso, tendrá mucha fuerza, lo diga o no tartamudeando.

      En una conversación con Shelby, Stan se desahoga, expresando toda su frustración y su conflicto. Después de esta “sesión de psicoterapia”, Stan se encuentra mucho mejor. Un poco más tarde, Stan se halla en una reyerta en la que varios animales, incluido el abusón mapache, se disputan la comida. El mapache empieza a reírse de todos los demás por ser pequeños y débiles y amenaza con arrebatar todo el alimento disponible. Stan se levanta y le reprende por su egoísmo, asegurando que es mucho mejor repartir la comida equitativamente que imponer la fuerza. Al final, los animalitos aplauden la intervención de Stan y reparten por igual.

      Con frecuencia encontramos personas de muy buenas cualidades pero que no pueden ver lo bueno en sí mismas. El texto de hoy nos muestra a un Moisés inseguro y temeroso que arguye ser torpe de lengua. Algunos comentaristas dicen que tal vez Moisés tartamudease o sufriese algún trastorno de foniatría. Sin embargo, su actitud bien podría ser una excusa porque “Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y era poderoso en sus palabras y obras” (Hech. 7:22, énfasis añadido). Dios le presenta un argumento mucho más convincente: “¿Quién ha hecho la boca del hombre? ¿O quién hace al hombre mudo o sordo, con vista o ciego?” (vers. 11).

      Cuando te enfrentes a dudas personales referidas a tus cualidades o habilidades, clama a Aquel que puede crearlo y modificarlo todo y observa qué opciones van abriéndose en tu vida. Personajes tan capaces como Moisés también experimentaron dudas de sí mismos, pero el Señor tiene siempre una salida cuando nos ponemos en sus manos.

      No ven lo malo en sí mismos

      “¿O cómo puedes decir a tu hermano: ‘Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo’, no mirando tú la viga que está en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo y entonces verás bien para sacarla paja que está en el ojo de tu hermano”

      (Lucas 6:42).

      Un matrimonio joven cambió de domicilio. A la mañana siguiente, cuando se preparaban para el desayuno, el marido dijo a su esposa:

      —¿Te has fijado en la ropa tendida de los vecinos? No está muy limpia que digamos…

      Ante la evidencia, ella asintió. A partir de ese día, la ropa tendida de los vecinos era motivo de conversación de la joven pareja. Una mañana ella se asombró mucho al ver la limpieza y blancura de la ropa tendida de los vecinos. Se apresuró a darle la noticia al esposo:

      —¡Ven y ve que hoy sí que tienen la ropa limpia!

      Sonriendo y sacudiendo ligeramente la cabeza, dijo:

      —Sí, querida, anoche limpié los cristales de nuestras ventanas.

      Los problemas de autoestima que ven los psicólogos suelen ser los de aquellos que tienen buenas cualidades y no son capaces de verlas. Pero hay problemas de autoestima que van en la otra dirección: quienes son incapaces de ver sus propios errores y limitaciones y, al mismo tiempo, parecen aptos para identificar las faltas de los demás, como la pareja de nuestra historia.

      Jesús condenó esta actitud hipócrita cuando hizo la pregunta: “¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?” (Luc. 6:41). El ejemplo se ajusta muy bien al oficio probable del Maestro de Nazaret: artesano de la madera. La palabra traducida por “paja” corresponde a la expresión griega karfos, que puede referirse a una ramita o viruta de madera. Así podemos ver el contraste de las dimensiones: de una pequeña viruta a una viga capaz de sostener gran parte de un edificio. ¡Vaya contradicción! Con frecuencia el ser humano es capaz de notar una mota de serrín y no ver una viga de madera.

      Pongámonos en manos del Señor Jesús en el día de hoy para que nos dote del entendimiento y la sabiduría para no juzgar a otros, pues si así lo hacemos, es probable que el problema que juzgamos sea el mismo en nosotros y aun magnificado, “porque al juzgar a otro, te condenas a ti mismo, pues tú, que juzgas, haces lo mismo” (Rom. 2:1).

      La oveja perdida

      “¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?”

      (Lucas 15:4).

      El más fuerte instinto de las ovejas es el de congregación. A pesar de las diferencias entre razas, todas tienen un marcado arraigo al rebaño. Y aun cuando pazcan esparcidas en momentos de tranquilidad, se reagruparán rápidamente ante cualquier signo de peligro que puedan percibir. De hecho, no necesitan cerciorarse del peligro; el movimiento de otras ovejas es suficiente para reproducir la conducta.

      En la población turca de Gevas, al este del país, unas 1.500 ovejas se abalanzaron sobre un acantilado de 15 m de profundidad porque una de ellas saltó primero. Al final, murieron unas 450 y las demás pudieron salvar la vida por la amortiguación producida por los cuerpos de las primeras. Se trata de animales sin iniciativa propia, seguidoras por naturaleza de otras más sabias (como la madre, una oveja de más edad o un carnero), pero que también pueden seguir por instinto a cualquier congénere que inicie un movimiento rápido.

      Las ovejas necesitan tanto la presencia del grupo que los expertos en conducta animal recomiendan no tener menos de cinco ovejas en una grey para contar con un nivel aceptable de estrés. En soledad o grupo muy reducido, no cuentan con suficientes compañeras en su ángulo de visión y el estrés puede afectar su salud.

      Sin embargo, estas características resultan beneficiosas para el manejo del rebaño. Su naturaleza pacífica y dócil y su deseo de permanecer juntas hacen que hasta un niño con un perro adiestrado puedan pastorear un gran rebaño. El problema es cuando una de ellas se extravía o se aparta por sentirse enferma y acaba perdida. Sin la presencia del pastor o del grupo, el temor y el terror la sobrecogen, el miedo la paraliza y queda expuesta a todo tipo de peligros hasta ser identificada y devuelta a la seguridad de la grey.

      En este contexto entendemos el magnífico relato del texto de hoy. Tal vez hayas experimentado la sensación de estar perdido y amedrantado, o te hayas sentido con la autoestima por los suelos. El temor o la duda han tomado tu ser de modo que hasta las decisiones simples parecen dificilísimas. ¡Cuánta paz encontrarás en saber que Jesús, el Buen Pastor (Juan 10:11), está dispuesto a dedicar toda su atención y su poder para devolverte la tranquilidad! Invítalo hoy para que te recoja, te conduzca a la situación