¿Determinismo o indeterminismo?. Claudia Vanney. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Claudia Vanney
Издательство: Bookwire
Серия: Razón Abierta
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9788418360039
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ya se había opuesto a la concepción de lo indiferente como condición de posibilidad para la libertad (que entendía como la acción exenta de coacción), pues creía que no era necesario postular la ausencia de razón en la elección entre una opción y otra para que el alma fuera libre, ya que siempre habría una razón suficiente que nos inclinaría en las decisiones. A diferencia de la necesidad absoluta (aquella en la que lo opuesto implica contradicción, como en las matemáticas, la metafísica o la lógica), Leibniz reconocía una necesidad hipotética propia de la moral (Leibniz 1990). De cualquier modo, la pretensión de que la indeterminación física sea la base de la indeterminación de la libertad reduce la noción de causalidad a su sentido cuantificable, heredera del mecanicismo; además de que confunde la libertad o el libre arbitrio con las opciones que se presentan a elección.

      Abrazar o no hoy un cierto neofatalismo dependerá, en gran medida, de las averiguaciones que hagamos sobre el alcance del determinismo. Según la Real Academia de la Lengua Española, el determinismo cuenta con dos acepciones. La primera dice así: «Teoría que supone que el desarrollo de los fenómenos naturales está necesariamente determinado por las condiciones iniciales» (RAE, 23.ª edición). En la segunda, el Diccionario afirma que se trata de una «doctrina filosófica según la cual todos los acontecimientos, y en particular las acciones humanas, están unidos y determinados por la cadena de acontecimientos anteriores» (RAE, 23.ª edición). Obviamente, ambas acepciones proponen una doble perspectiva del determinismo: la científica y la filosófica.

      Lo cierto es que ambas disciplinas utilizan metodologías diversas, aportando al conocimiento de las cada vez más ricas experiencias que tenemos de la realidad. Así, el análisis sobre qué dice la física y qué dice la filosofía sobre el determinismo, nos brinda una nueva oportunidad para discernir aquello que es metódicamente congruente con cada una de estas disciplinas. Pero también nos exige subrayar la estrecha relación e interdependencia que existe entre ambas perspectivas, pues ambos tipos de conocimientos provienen y nos hablan de la misma y única realidad que, en su plural comparecencia como verdad a nuestra experiencia, nos obliga a lanzar diferentes redes para atraparla.

      1. NOCIONES EN PUGNA. ¿QUIÉN LLAMÓ PRIMERO?

      La determinación, la estabilidad y la regularidad naturales han sido tradicionalmente objeto de la investigación filosófica. El pensamiento aristotélico describía los fenómenos naturales como una mezcla entre procesos necesarios (que no podían ser de otra manera), regulares (que mantenían una estructura y regularidad constante en el tiempo), y azarosos (difícilmente explicables o predecibles porque su suceder dependía de una combinación de circunstancias del todo irregular). Esta triple descripción ha sido recogida con diferentes matices a lo largo de las diversas escuelas de pensamiento occidental, pero con una constante: dar cuenta de la estructuración y la regularidad.

      Una primera dificultad con la que nos encontramos, y no pequeña, en la caracterización del determinismo es discernir los matices que añaden otras nociones a las que se lo suele asociar, como son las de causalidad, legalidad o predictibilidad. Algunas de ellas fueron empleadas desde el mismo nacimiento de la filosofía y, a lo largo de la historia, también han ido cambiando su significado o, al menos, han incorporado nuevas perspectivas relevantes. Basta con asomarse a las páginas de Los sótanos del universo (cfr. Arana 2012, 61 y ss.) para darse cuenta de las dificultades que encierra, por ejemplo, intentar comprender la evolución que experimentó la noción de causa. Para sortear esta dificultad, al menos en parte, vamos a hacer una reflexión sobre estas nociones en tres contextos que, según nuestra opinión, han supuesto un verdadero cambio de perspectiva a lo largo del tiempo.

      Es interesante observar que, en la filosofía de la ciencia contemporánea, el interés por el determinismo (o por el indeterminismo) ha cobrado una importancia especial. Además de las razones con resonancias antropológicas ya aducidas, o quizás más bien en conexión con ellas, dicho interés procede de los nuevos escenarios indeterministas propuestos por la física a inicios del siglo XX, que se opusieron a los previamente dominantes. Si bien nuestro interés en este capítulo se centra en el estudio del determinismo, veremos que su comprensión no es independiente de otras nociones como las de causa, ley y predicción. Más aún, veremos que la suerte del determinismo depende de la del resto de sus compañeras de viaje.

      Es patente que varios siglos de ciencia, y bastantes más de filosofía, han dejado una impronta en el lenguaje que empleamos ordinariamente y que configura la cosmovisión imperante en cada tiempo. También la sensibilidad de cada época, y los problemas propios de cada generación, orientan la reflexión sobre qué han aportado a la historia del pensamiento ambas perspectivas. Al seguir el rastro en la historia del pensamiento a las nociones de causa, de ley y de predicción, se puede constatar que no todas han tenido siempre la misma importancia. En los diferentes periodos históricos unas nociones han sido prioritarias respecto de otras; la prioridad, además, ha ido cambiado a lo largo del tiempo; y las explicaciones de la realidad física y, en particular, la comprensión de la determinación y del determinismo, descansan principalmente sobre las nociones que en cada momento han asumido un protagonismo mayor.

      En nuestra opinión, son dos las nociones especialmente relevantes, que se han disputado la prioridad en la afirmación o en la negación del determinismo: la noción de causa y la noción de ley. La respuesta a la cuestión del determinismo depende en gran medida de si son las causas las que dan razón de las leyes, o de si son las leyes las que explican las causas. Concretamente, veremos cómo, en función de la prioridad otorgada a estas dos nociones, y de cómo se las caracteriza, es posible distinguir tres periodos en la historia del pensamiento. Además, si bien estos periodos no tienen unos límites totalmente definidos, también es posible encontrar personajes que encarnan de una manera paradigmática la cosmovisión reinante en ellos. Así, aunque no son los únicos ni incluso quizás los más importantes, consideramos dignos representantes de cada uno de ellos a Aristóteles, a Newton y a Heisenberg.

      El paso de Aristóteles a Newton está marcado por un cambio de prioridad, que se desplaza de la noción de causa a la noción de ley. Ese cambio de prioridad llega en algunos autores al extremo de entender que son las leyes las verdaderas causas que determinan el comportamiento del mundo físico. En los términos empleados por el profesor Arana, causa y ley son categorías de determinación (Arana 2012, 66). Cada una de ellas es propuesta para explicar los movimientos de la realidad física en contextos intelectuales diferentes. Esto hace perfectamente razonable que se pueda poner la prioridad en una u otra y, aunque quizás esto ya no sea tan fácil de percibir, que dicha alternativa introduzca un cambio en la consideración de la determinación en la naturaleza.

      La prioridad de la noción de ley para dar cuenta de los fenómenos físicos quedó bien establecida a partir de Newton. De manera que el paso de Newton a Heisenberg no implica un cambio de prioridades entre las nociones de causa o de ley, sino un cambio en las características de las leyes físicas, pues las nuevas leyes no permiten predecir con certeza, sino dentro de un rango de probabilidad. Este nuevo paso es introducido por la necesidad de explicar fenómenos antes desconocidos, para los que las leyes de la mecánica clásica se mostraron insuficientes. Son necesarias nuevas leyes, y ellas imponen una nueva visión de los problemas vinculados al determinismo. Si las leyes de la mecánica newtoniana estaban formuladas para explicar los fenómenos al alcance de nuestra experiencia directa de la realidad, los fenómenos estudiados por la mecánica cuántica escapan a esa observación directa, e incluso parecen desafiar el sentido común o las conclusiones que provienen de una observación inmediata de la realidad.

      En este nuevo periodo, en nuestra opinión, se consuma la sustitución de la prioridad de la noción de causa por la de ley, pues parecería que para dar cuenta racional de los fenómenos solo se requieren las leyes físicas. Así, para alcanzar una comprensión mayor sobre el determinismo de la naturaleza es necesario interrogar a las leyes de las nuevas teorías físicas, cuyos formalismos requieren, además, una interpretación.

      El hecho de que las leyes de la ciencia sean ahora las protagonistas, asumiendo el papel de darnos razón de la realidad, tiene importantes consecuencias también para la filosofía. Posiblemente sea esta una de las razones por las que la filosofía de la naturaleza perdió peso dentro de la filosofía a favor de la filosofía de la ciencia durante el siglo XX, centrando