Una de las objeciones contra la manipulación genética es que implica la experimentación con humanos. Y si la orientación de nuestro libro es movernos desde la ficción hacia ciertos perfiles del prisma contemporáneo, no debemos olvidar el eco del clon dentro de la cultura popular. Desde el registro ficcional, literario o cinematográfico, el “efecto clonal” se ramifica desde la clonación biológica hacia el camino de la clonación mental a la manera de Black mirror.
Y ejemplo de presuntas implicancias futuras de la clonación biológica, es la novela de Kazuo Ishiguro, Nunca me abandones (2005). El autor de Lo que queda del día, imagina el aprendizaje de la niña Kathy H que, luego de la Segunda Guerra Mundial, es internada en un centro en Inglaterra. Los internos son clones de personas normales, criados para ser donantes. Los alumnos (los donantes internados) son educados en una refinada cultura artística; esto evidencia sus almas sensibles. Pero el fin superior de su educación es aceptar su destino de morir como donantes cuyos órganos “completarán” a otros50.
También la imaginación popular convierte en historias atractivas la posibilidad de clonar animales de la antigüedad. En la estricta ciencia empírica para que este tipo de técnica funcione, el material de ADN para ensayar la clonación debe estar perfectamente conservado. Este requisito no suele cumplirse, o lo es de una forma deficiente. Por eso hasta ahora fracasaron los intentos de revivir por clonación a un ejemplar de una especie extinta, el tigre de Tasmania, o los mamuts lanudos, cuyos restos con muestras de ADN fueron preservados en parajes árticos de hielos milenarios. Hollywood, a través de una novela de Michael Crichton, imagina la clonación de dinosaurios en el célebre film Jurassic Park. Y también, la dimensión cotidiana de la clonación se expresa en cuestiones más cercanas para quienes vivimos atrapados en las economías bancarizadas con dinero electrónico: la clonación de tarjetas de crédito, cuyas consecuencias poco tienen que ver con la investigación genética.
En Black mirror la clonación es en primer término digital, o genético-digital, o una “clonación hologramática”. En “Blanca Navidad”51 un prisionero acusado de homicidio no quiere confesar. Por un artilugio que une la alta tecnología con la psicología, un psicólogo, también bajo la mirada de la ley por voyeur, logra manipularlo emocionalmente y sonsacarle la esperada confesión del acusado a través de un simulacro informático, una realidad virtual en la que el prisionero existe con una conciencia clonada, mientras su versión original padece cautiverio en una prisión. Esta conciencia o mente clonada se repite en “Blanca Navidad” a través de una particular cirugía cerebral. Una extracción de conciencia para conseguir su clon. Por la operación se consigue que la conciencia clonada de una mujer que contrata esta cirugía de vanguardia se duplique en su propio clon esclavo. Su conciencia duplicada le sirve como doméstica a la conciencia original.
Pero en la clonación futurista de Black mirror, el clon también es clon orgánico-digital. Esto es lo que ocurre en “USS Callister”52. Robert Daly, un programador informático, por una muestra de ADN, clona a sus compañeros de trabajo en un juego on line. La clonación puede bifurcarse también en duplicación hologramática, como el clon holograma de alguien muerto como acontece en “Black museum”. O el paso de la conciencia orgánica a su duplicado digital se da por la mediación de una inteligencia artificial que procesa las huellas o información de una conciencia original de una persona. Esto inspira la ficción de Brooker “Ahora vuelvo”. El androide Ash tiene la apariencia de humano, pero como el golem o la Olimpia de Hoffman, no tiene alma53. Mary, la novia desolada del Ash real, le ordena tirarse de un risco, y está a punto de cumplir la orden, sin entender su contexto e implicancias. Ash cumple órdenes de modo literal. No entiende. Como la criatura del rabino de Praga. Según una anécdota, la esposa del rabino le pidió al golem que fuera al río a sacar agua. El golem cumple literalmente. Saca agua y agua, hasta que termina por anegar la ciudad...
Y otra expresión de la nueva alquimia en busca de una vida nueva y artificial es, sin duda, la biología sintética. Una pasión científica reciente: construir sistemas biológicos artificiales para fines diversos. Una disciplina que incluye como campo particular la genómica sintética en la que, por la modificación genética o por síntesis de genes artificiales, se persigue nuevo ADN, o nuevas formas de vida.
En 2010, Craig Venter, un celebrado biólogo estadounidense y su equipo, se propuso escribir un nuevo genoma. Para esto manipuló la versión digital del genoma de un bacteria; en su ADN introdujo una frase de Joyce, una del físico Richard Feynman, y nombres y direcciones de mail de los investigadores colaboradores. Así surgió un nuevo genoma de composición artificial. Luego Venter tomó otra bacteria, removió su núcleo de información original, y colocó allí el genoma creado. La nueva bacteria se dividió y replicó hasta crear una colonia. Esta fue la primera forma de vida artificial, el comienzo del proyecto de células artificiales que hoy se extiende incluso a células artificiales electrónicas54. Sin embargo, se está muy lejos de crear formas de vida nuevas. Pero el ADN fabricado artificialmente por el “alquimista” Venter insinúa un nuevo camino: el de la programación de la vida. Por lo que “la vida en cierto sentido es programable y digital. El día que sí comprendamos a fondo el lenguaje de la vida, las células podrán usarse cual computadoras de propósito general. Basta escribir el ‘programa correcto’ que desees para que la célula ejecute y viva de acuerdo con este algoritmo. ¿Diseñar un perro que en lugar de cuatro patas tenga cinco y que en vez de ladrar, maúlle? Imposible por ahora. Pero factible en el futuro”55.
Reescribir el programa genético. Lo que ansían movimientos emergentes como el biopunk o el bioDIY (la biología del hágalo usted mismo56). Jugar con la biología mediante laboratorios biológicos comunitarios como el de la ONG BioCuriosol; o Igem, la competencia internacional para ingeniería genética del MIT (Massachussetts Institute of Technology)57. La experiencia de una bioinformática que transforma los parámetros evolutivos. Ya no estamos limitados a la evolución natural que pensó Darwin. Hoy, los carros de la evolución son impelidos y modificados por la intervención del humano. Nada impide entonces proyectar nuevas especies humanoides futuras como sugiere Juan Enríquez, el académico mexicano-americano, en Homo evolutis58. Al fin de cuentas en la historia biológica existieron 29 especies de humanoides (homo erectus, homo habilis, y el más conocido homo de Neanderthal).
La “nueva alquimia” entonces se dice de muchas maneras: el clon, el robot, el genoma sintético; las variaciones biológicas y cibernéticas del homo sapiens en el futuro.
Nos guste o no, ya nada será como antes. Tampoco los robots…
3.2. Los otros robots
A la duplicación de un original humano por su réplica artificial gobernada por una inteligencia artificial la llamaremos “clonación robótica”. Los comienzos de esta “ciencia” están en Bina 48. Todo lo que digamos sobre ella nos prepara mejor para la siguiente sección de transhumanismo, mitología e inmortalidad.
Encontrémonos con la bien predispuesta Bina: el movimiento Terasem se inspira en Earthseen, una religión imaginada por la escritora de ciencia ficción Octavia Butler59. Una de las principales “verdades de Terasem” es que la muerte es opcional, y que “nadie muere en tanto su persona se define como información alojada en el cerebro. La preservación de esta información es un potencial camino a la inmortalidad”. Para esto, se precisa de la duplicación o clonación