Si Ella Corriera. Блейк Пирс. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Блейк Пирс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Серия:
Жанр произведения: Зарубежные детективы
Год издания: 0
isbn: 9781094303888
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se encogió de hombros. —Lo siento. Pero es cierto. Los policías locales podrían haber hecho esto y nosotros podríamos haber estado en cualquier otro lugar, indagando este caso.

      —Sin testigos, la esposa es la mejor apuesta —dijo Kate—. Solo que ella también tiene que lidiar con la muerte de su marido. Es horrible para todos los involucrados. Pero tienes que superar tu propia incomodidad. En el gran esquema de las cosas, ¿quién sufre la mayor tribulación ahora mismo? ¿Tú o la reciente viuda que está allá abajo con su pena?

      Kate no estaba consciente de su tono irritado y destemplado hasta que las últimas palabras salieron su boca. DeMarco la contempló por un momento antes de menear su cabeza como una adolescente malcriada sin nada que replicar y salió de la habitación.

      Cuando Kate salió a su vez de la habitación, vio que DeMarco estaba revisando un estudio y una pequeña biblioteca justo al final del corredor. Kate la dejó en eso, optando por salir en busca de indicios. No estaba esperando encontrar algo mientras bordeaba los costados de la casa, pero sabía que sería irresponsible no seguir la rutina.

      Regresando al interior, vio que el hermano de Jack Tucker y su esposa habían llegado. El hermano y Missy se hallaban enlazados en un trémulo abrazo mientras la esposa se arrodillaba junto a los niños y les daba a todos un abrazo. Kate vio que la de trece años —una chica que se parecía mucho a su padre— tenía una mirada inexpresiva en su rostro. Al verlos, no culpó a DeMarco por estar molesta con ella.

      —¿Agente Wise?

      Kate se volvió, a punto de dirigirse a los escalones, y vio venir a Missy por el pasillo. —¿Sí?

      —Si vamos a hablar, hagámoslo ahora. No sé por cuánto tiempo más pueda mantenerme serena —ya comenzaba de nuevo con los gemidos y los llantos por lo bajo. Considerando que la noticia de la muerte de su marido se sabía hacía apenas una hora, Kate admiró su fortaleza.

      Missy no dijo nada más, pero subió los escalones echando un vistazo hacia la sala de recibo donde sus hijos y parientes estaban reunidos. DeMarco se unió a ellas desde donde se encontraba, examinando el gabinete de medicamentos en el baño de la planta alta, y las tres ingresaron al dormitorio principal —el que Kate y DeMarco ya habían revisado.

      Missy se sentó en el borde de la cama como una mujer que se despierta de un muy mal sueño, solo para darse cuenta de que el sueño era real.

      —Usted me preguntó antes porqué estaba él en la ciudad de Nueva York —dijo—. Jack trabajaba como contador senior para una importante firma, Adler y Johnson. Ellos han estado trabajando día y noche en una gran auditoría para una compañía de energía nuclear que está terminando su contrato en Carolina del Sur. En las jornadas en las que han terminado a altas horas de la noche, él simplemente se había estado quedando en la ciudad.

      —¿Esperaba que regresara esta noche o estaba usted pensando que se quedaría en un hotel? —preguntó DeMarco.

      —Yo hablé con él como a las siete de esta mañana, antes de que saliera para su carrera matutina. Dijo no solo que planeaba llegar hoy a casa, sino que probablemente vendría temprano, quizás alrededor de las cuatro.

      —Supongo que en algún momento comenzó a llamarlo o enviarle mensajes de texto, cuando se dio cuenta de que se estaba haciendo tarde —preguntó Kate.

      —Sí, pero no hasta las siete más o menos. Cuando esos hombres se enfrascan en sus trabajos, el tiempo no existe.

      —Sra. Tucker, el FBI fue llamado por el asesinato de su marido debido a que la situación refleja los detalles y circunstancias de un caso de hace ocho años. La víctima era otro hombre que vivía aquí en Ashton, asesinado también en Nueva York —explicó Kate—. No hay evidencias firmes que lo sostengan, pero es lo suficientemente parecido para haber alarmado al Buró. Así que es muy importante que usted trate de pensar en alguna persona que se haya vuelto enemiga de su marido.

      Kate podía afirmar que Missy estaba luchando de nuevo por retener las lágrimas. Se tragó la necesidad de dar rienda suelta a la pena, tratando de reprimirla.

      —No puedo pensar en nadie. No lo estoy diciendo porque ame al hombre, era extremadamente amable. Fuera de unas pocas y pequeñas discusiones en el trabajo, no creo que alguna vez haya sostenido una discusión acalorada.

      —¿Qué hay de algún amigo cercano? —preguntó Kate— ¿Hay algunos amigos, hombres en particular, con los que él se juntara que pudieran haber visto otro lado de él?

      —Bueno, le gustaba tontear con este grupo de amigos allá en el club de yates, pero no creo que ellos le describirían como alguien negativo.

      — ¿Tiene los nombres de algunos de estos amigos con los que pudiéramos hablar? —preguntó DeMarco.

      —Sí. Tenía este pequeño grupo… él y otros tres sujetos. Se juntan en el club de yates o se la pasan en el bar y miran los partidos. De fútbol, más que nada.

      —¿Por casualidad sabe si alguno de ellos tiene personas que pudiera considerar enemigas? —preguntó DeMarco— ¿Incluso ex-esposas celosas o parientes distanciados?

      —No sé. No los conozco tan bien...

      El sonido de un llanto sin control en la planta baja la interrumpió. Missy miró en dirección a la puerta del dormitorio con una expresión que conmovió el corazón de Kate.

      —Ese es Dylan, nuestro hijo del medio. Él y su padre eran…

      Calló entonces, su labio temblaba mientras intentaba mantenerse serena.

      —Está bien, Sra. Tucker —dijo DeMarco—. Vaya con sus hijos. Tenemos suficiente para empezar.

      Missy se incorporó rápidamente y corrió hacia la puerta, comenzando a llorar. DeMarco la siguió con paso lento, lanzando una mirada de irritación hacia Kate. Esta se quedó parada en el dormitorio un rato más, poniendo freno a sus propias emociones. No, esta parte del trabajo nunca se hacía más fácil. Y el hecho de que hubieran conseguido tan poca información con esa visita lo hacía aún peor.

      Finalmente se dirigió de regreso al corredor, comprendiendo porqué DeMarco estaba enojada con ella. Diablos, estaba un poco molesta consigo misma.

      Kate bajó y se dirigió a la puerta. Vio que DeMarco ya se estaba subiendo al auto, enjugándose las lágrimas de sus ojos. Kate cerró la puerta suavemente detrás de ella, con el pesar y el llanto de la familia Tucker como un ujier que la iba conduciendo y la hundía más y más en un caso que ya parecía perdido.

      CAPÍTULO CUATRO

      A las nueve en punto de la mañana siguiente, las noticias del asesinato de Jack Tucker habían comenzado a recorrer Ashton. Era la principal razón por la que fue tan fácil para Kate y DeMarco entrar en contacto con los amigos de Jack —cuyos nombres y números Missy les había proporcionado la noche anterior. No solo sus amigos ya habían escuchado las noticias, también habían comenzado a hacer planes sobre cómo ayudar a Missy y los niños mientras estos lidiaban con su pérdida.

      Luego de unas llamadas telefónicas, Kate y DeMarco quedaron en reunirse con tres de los amigos de Jack en el club de yates. Era un sábado, así que el estacionamiento ya se estaba llenando, siendo apenas las nueve de la mañana. El club estaba ubicado justo a lo largo de Long Island Sound y tenía lo que Kate pensó era probablemente la mejor vista del estrecho sin todo el pretencioso desfile de botes.

      El club mismo era un edificio de dos plantas que se veía casi de estilo colonial, con un toque moderno, en particular el exterior y el paisajismo. Un hombre parado junto a la entrada saludó a Kate. Estaba vestido con una sencilla camisa con las puntas del cuello abotonadas y un par de pantalones kaki —probablemente adecuado en un fin de semana casual para alguien que pertenecía a un club de yates como este.

      —¿Es usted la Agente Wise? —preguntó el hombre.

      —Lo soy. Y esta es mi compañera, la Agente DeMarco.