Tanto en Sumeria como en Egipto las personas que escribían (los escribas) eran sacerdotes; de ahí que una de las consecuencias que trajo la escritura fue aumentar el poder de la clase sacerdotal. Los ideogramas de los sumerios fueron ya bastante numerosos (llegaron a ser hasta mil quinientos) y por tanto no muy fáciles de memorizar, por lo que los sacerdotes eran quienes leían, mientras que el hombre común no lo hacía. Aún no había aparecido la escritura alfabética, que fue descubierta por los cananeos. Los reyes también acrecentaron su poder con la invención de la escritura, pues podían llevar registro de las riquezas de sus súbditos. Igualmente, los comerciantes aprendieron a llevar las cuentas de sus negocios.
Es en el momento en que comienza a establecerse el capitalismo agrario cuando aparece el medio de fijarlo en una contabilidad escrita, y es también el momento en que se afirma la jerarquización social cuando la escritura construye sus primeras genealogías.3
Leroi-Gourhan afirma:
La aparición de la escritura no es fortuita; después de milenios de maduración en los sistemas de representación mitográfica, emerge con el metal y el esclavo, la notación lineal del pensamiento. […] El desarrollo de las primeras ciudades no corresponde sólo a la aparición del técnico del fuego sino que la escritura nace al mismo tiempo que la metalurgia. Aquí tampoco se trata de una coincidencia.4
Para los reyes sumerios la invención de la escritura significó la extensión de sus dominios hacia las civilizaciones que no poseían el nuevo invento. Por su parte, la ciencia de la historia se benefició con la invención de la escritura, pues pudo comenzar a llevar el registro de la vida de los reyes, así como de batallas, conquistas, rebeliones y desastres de la naturaleza. La potencialidad de la escritura se hace infinita y abre la vía para el conocimiento minucioso del pasado, pues para hacerlo ya no dependemos de artefactos arqueológicos, sino de signos escritos. Antes del 2800 a.C. los registros de los sumerios estaban mal conservados. Pero quedan restos del poema épico Gilgamesh, en el que se narra la historia de un gran diluvio, modelo de la narración que luego aparecerá en el Génesis bíblico.
En la ciudad de Pérgamo, en Asia Menor, se creó el pergamino. Legendariamente se le atribuye al rey Euménes II (que reinó entre 197-159 a.C.), quien quería hacer de su ciudad un importante centro cultural griego. Dado que el faraón egipcio dejó de enviar papiros a Pérgamo, en esta ciudad se comenzó a recurrir al pergamino. Para ello se utilizó piel de oveja y de cabra, la cual se limpiaba, estiraba y alisaba. En esta piel así preparada se podía escribir por ambos lados. También se utilizó piel de vaca y de ternera, a la que se denominó “vitela” (de vitella: ternera), con la cual se producía un pergamino más fino. El pergamino, como escribe Boorstin, “fue el mayor avance en la tecnología del libro con anterioridad a la imprenta”.5
En el siglo ii a.C. se dejó atrás la técnica de unir las hojas del papiro en rollos, que eran demasiado largos y engorrosos, y se empezó a formar códices, es decir, a superponer una hoja tras otra y así formar un libro: un volumen de páginas encuadernadas. Esta técnica es más fácil de manejar. “El códice dio lugar a una hueste de dispositivos de referencia: portada, sumario, numeración de las páginas, índice”.6 Durante algún tiempo se transcribieron libros de los rollos de papiro a los códices en pergamino.
Los chinos llegaron a fabricar papel, aunque un tanto rudimentario. Lo hacían de trapos, restos de redes de pescar y hojas de morera. En fecha tan temprana como el año 105 d.C., el consejero imperial Ts’ai Lun hizo papel para el emperador. Luego, a través de prisioneros de guerra, esta técnica de fabricación de papel pasó a los árabes. En Bagdad, en el año 800, el califa Harun al-Rashid hacía que le fabricasen papel.7 Gracias a los árabes, este tipo de papel pasó a España y luego se difundió por toda Europa. En la América precolombina, los mayas tuvieron un sistema de escritura de tipo jeroglífico. La mayor parte de lo que se conoce de su escritura se relaciona con el calendario: en sus glifos aparecen números, registros de hechos astronómicos, cambios de estación y fases del tiempo. Por su parte, los incas utilizaron un sistema de nudos para trasmitir información.
Las redes del saber educacional
Consideremos el campo semántico relacionado con los siguientes términos: pedagogía, educación, filosofía y filosofía de la educación, e inicialmente abordemos el significado del término pedagogo, que viene del griego παίδαγογος (paidagogos).
La educación del niño griego en las letras, la música y en las habilidades físicas necesitaba normalmente viajes diarios entre la casa y los diferentes establecimientos de enseñanza, ya fuese la escuela, la palestra o el gimnasio. Para protegerlo del peligro, tanto físico como moral, era confiado al cuidado de un esclavo de confianza de la casa, que lo conducía de un lugar a otro, y que era conocido como el paidagogos.8
El trabajo del pedagogo se prolongaba hasta que el joven adquiría independencia. Así, por ejemplo, Zopyros fue el pedagogo de Alcibíades. Diógenes Laercio, en su Vida de los filósofos, indica que Diógenes el cínico fue pedagogo privado de los hijos de Xenias de Corinto, del cual era esclavo. El pedagogo no sólo acompañaba a los niños a la escuela, sino que además, con frecuencia, repetía en la casa la clase a la que había asistido el niño; “repetidor de los niños, era un esclavo, y a menudo extranjero”.9
En griego, al maestro se le denomina didaskalos, palabra derivada de didascalia, cuya mejor traducción posible es “asuntos relacionados con la instrucción”. En griego bizantino, el significado era el de “asuntos escolásticos”.10 Por otra parte, disciplina,
una palabra usada en el latín clásico como traducción de paideia (“educación” en griego) llegó a significar “corrección” o “guía”. Y doctrina, que había significado “cultura general”, se convirtió en “conocimiento superior”, “sabiduría”.11
La palabra educación se ha interpretado en dos sentidos, según su etimología: uno, del verbo latino educere, que significa “conducir desde... hacia” (llevar hacia afuera), y otro del verbo latino educare, que significa criar, alimentar, nutrir. Esta interpretación da a entender la educación como un proceso directivo de adaptación, mientras que la primera, educere, significaría más bien que es el propio educando el verdadero agente del proceso formativo. En un sentido más amplio, la educación general es la enciclopedia: “Cicerón fue el primero en designar con el nombre de ‘artes liberales’ al sistema pedagógico que el griego llamaba educación general u ordinaria (egkyklios paideia)”.12
En el orbe cristiano, Clemente de Alejandría escribe una obra denominada Paidagogos, palabra que “seguía empleándose en su acepción original y clásica del sirviente que esperaba al niño para acompañarlo a los distintos lugares de enseñanza”. Ahora Cristo es presentado como paidagogos: “el modelo en el que el hombre halla su ejemplo”.13
Ya en el siglo xviii, Kant denomina pedagogía (Pädagogik) a la “teoría de la educación”,14 y la divide en educación física, que se refiere a los cuidados que hemos de tener para con el niño, educación o instrucción escolástica y educación práctica o moral. Kant denomina didáctica a la parte de la pedagogía que se circunscribe a la instrucción, y en ella destaca el desarrollo de las habilidades. Posteriormente, y después de Herbart,
[…] la pedagogía ha sido la ciencia que se ha ocupado de la educación; sin embargo, las investigaciones de diferentes aspectos de la educación se han multiplicado [...] de acuerdo con diferentes necesidades e intereses y desde diferentes ángulos. La proliferación de esa investigación ha puesto en duda el uso del término “pedagogía”.15
Existen diferentes ramas del saber humano que de uno u otro modo contribuyen al estudio de la educación (y que conforman lo que se denomina “redes del saber educacional”): pedagogía, didáctica, psicología de la educación, sociología de la educación, historia de la educación, y filosofía de la educación, que es nuestro tema en este libro. Nótese, además, que no solo hay varias redes del saber