La primera publicación que destaca en el portal refiere al ataque terrorista ocurrido hace minutos:
T: ATENTADO_TERRORISTA_CONGRESO.
F: 15 / ABRIL / 2403.
C: Como se habrán enterado mediante la prensa oficial, un «atentado terrorista» ocurrió a las quince horas en el Congreso de Libertad. Las personas ajenas al movimiento opositor merecen saber que no fue un atentado: en realidad, fue una manifestación. Quienes la llevaron a cabo no eran terroristas, eran rebeldes. La finalidad de lo que en un principio apuntaba a ser una manifestación pacífica era entregar un poderoso mensaje revolucionario a la población. En efecto, los rebeldes portaban armas y protecciones varias, pero solo para asegurar un modo de escape y de defensa…, pero fue en vano. Los protectores mataron a sangre fría. Es probable que la prensa informe que fueron los «terroristas» los que abrieron fuego, pero todos sabemos que no fue así. Los protectores dispararon tan rápido que los rebeldes no tuvieron oportunidad de defenderse.
Les hablo ahora de manera personal, no como un simple informante: abran los ojos. El gobierno ha hecho de las suyas por mucho tiempo. Estén atentos, algo importante sucederá pronto. Los disidentes ya no tenemos miedo. Somos muchos más de los que el gobierno cree y estamos listos para iniciar una ardua rebelión.
Y de ser necesario, una guerra.
La muerte de nuestros compañeros será vengada, ¡haremos caer la Cúpula!
LA REVOLUCIÓN ES LA RESPUESTA.
¡ABAJO EL GOBIERNO DE ARKOS!
Atte.: DragónRojo.
Me alejo de la computadora con temor. ¿Qué acabo de leer? He accedido a información rebelde. Se habla de una guerra, y la mayor parte de la población arkana desconoce lo que sucede. Sin embargo, después de la manifestación ocurrida y de la pancarta exhibida, no será difícil para los civiles adivinar que un levantamiento es inminente.
Cosas peligrosas van a pasar. Y no sé por qué, pero en el fondo, una parte de mí desea que sucedan.
Necesito más y más información.
Deslizo el dedo por la pantalla táctil y leo los comentarios publicados bajo el post de DragónRojo. Todos recaen en alabanzas a la manifestación, ira o melancolía por las muertes ocurridas y teorías referentes al gobierno de Arkos. Uno de los tantos comentarios llama mi atención por sobre los demás:
Espero que los gobernadores caigan de una vez y
que eso que erróneamente llaman «enfermedad prohibida»
sea aceptado por lo que es en realidad:
una orientación sexual normal. —John6895.
«Una orientación sexual normal». ¿A qué se refiere?
Es absurdo que alguien aprecie la enfermedad prohibida como algo más que una dolencia. Tengo que contactarme con quien sea que haya publicado tal comentario.
Toco su nombre en la pantalla y abro su perfil incógnito. No hay más que un fondo negro como foto de perfil y una descripción en blanco.
Selecciono la opción «enviar mensaje».
Aquí voy…
«Hola».
Pasan varios minutos sin una respuesta de vuelta.
«Hola», responde por fin John6895.
En mi mente revolotean miles de preguntas que podría formular y millones de cosas que podría decir. No sé por dónde empezar. La intriga nubla mi razón.
«¿Por qué dices que la enfermedad prohibida es una orientación sexual normal?» pregunto, directo al grano.
«Porque lo es», responde sin más John6895.
Mis dedos parecen cobrar vida propia. Escriben lo primero que se me ocurre:
«Tengo la enfermedad prohibida».
Me arrepiento al instante. No debí enviar eso. Cualquier persona podría estar del otro lado de la pantalla, desde un espía del gobierno hasta un terrorista. No sé cuál de las dos opciones resultaría peor.
Pasan varios minutos sin una respuesta de regreso. No desvío mi atención de la pantalla.
«Yo también» confiesa de pronto la persona del otro lado.
¡John6895 tiene la enfermedad prohibida! Hablo con una persona que padece la misma dolencia que yo. Me urge saber más sobre él, pero no se me ocurre nada que decir. Estoy tan nervioso, perdido, ansioso y anonadado a la vez que mi mente ha quedado en blanco.
«Reunámonos» propone John6895.
¿Reunirnos? No debe hablar en serio.
«¿Estás loco?» inquiero. «No sé quién eres, tampoco sé si eres confiable».
«Yo menos sé si lo eres, pero estoy dispuesto a correr el riesgo. ¿Y tú?».
Llevo mis manos a la cabeza.
Por primera vez, alguien más comparte mi secreto. No estoy solo en el mundo.
Y, por primera vez, me arriesgaré.
«Estaré en el Muelle de Esperanza a las siete de la tarde en punto» le aviso. «Veámonos ahí».
«Hecho, usaré un abrigo de color azul para que puedas reconocerme» informa el desconocido.
Aunque nunca tuve tanto miedo como ahora, no tengo nada que perder. La enfermedad será eliminada de mi cuerpo en solo dos meses y medio. Si reunirme con un extraño de la red negra servirá para descubrir la verdad de lo que soy, tendré que correr el riesgo.
Definitivamente iré a su encuentro.
Las ciudades del país están conectadas mediante un sofisticado sistema subterráneo de metros. Su modernidad es tal que pueden recorrer largas distancias en cuestión de minutos sin que los pasajeros se vean afectados por la rapidez del viaje. Justo ahora me encuentro en la estación subterránea de Libertad. Mi destino es Esperanza, ciudad ubicada en el borde costero de la nación. Es uno de los sectores más pobres de Arkos, pero uno de los más pacíficos. Me gusta perderme en su bahía cuando necesito escapar de la realidad por unas horas.
Inesperadamente, descubro a Carlos en medio de la estación. A pesar de que la visera de la gorra que he traído me oculta el rostro, él advierte mi presencia de todos modos.
—¡Aaron! —Corre en mi dirección.
—Hola, Carlos. —Esbozo una sonrisa temblorosa.
—¿Qué haces aquí? —Él sonríe también, dejando ver sus dientes relucientes. Su sonrisa es tan encantadora como su cabello castaño y su piel sonrosada.
—Debo hacer un viaje, nada importante. —Trato de esconder mi nerviosismo lo mejor que puedo.
—¿Quieres que te acompañe? —pregunta. Sé que es pura cortesía. Puedo adivinar que tiene planes tan arriesgados como los míos.
—No hace falta, gracias.
¿Sería tan amigable conmigo si supiera lo que siento por él? Ni pensarlo.
—Como sea. —Se encoge de hombros.
—¿Qué te trae por aquí? —inquiero en voz baja. Sé la respuesta antes de oírla.
—Voy de compras al Sector G. —Su voz es apenas un susurro. Gira la cabeza en todas direcciones, como si en realidad le asustara que los protectores lo descubrieran. Carlos podría matar a un civil y el Cuerpo de Protección seguiría protegiéndolo.
—¿Al Sector G? Carlos, debes dejar de frecuentar ese lugar. ¡Sabes lo peligroso que es!
—Lo tengo