Otra ayuda importante es la práctica regular de baños de asiento de larga duración (entre media hora y una hora) con plantas medicinales, procurando mantener una temperatura constante del agua del baño de 37 °C, lo que conseguiremos añadiendo regularmente agua caliente. Las pacientes que sigan este tratamiento van a notar una mejoría sustancial en un plazo de tiempo relativamente corto. Estos baños de asiento se efectuarán dos o tres veces a la semana y se prepararán con infusiones de tomillo o enebro. Estos baños ponen la base para todo tratamiento de éxito, ya que proporcionan una buena irrigación sanguínea del bajo vientre.
Aparte del mencionado preparado biológico de calcio y ortiga, también resultan de utilidad los remedios homeopáticos Sepia D4-D6, Calcium carbonicum, Pulsatilla, Ferrum phosphoricum, Kalium sulf. y Calcium phosphoricum.
En los casos de flujo vaginal es frecuente que los riñones estén afectados y no trabajen lo suficiente. La mejor manera de ayudarlos es mediante una suave tisana renal acompañada de gotas para los riñones. La función renal también resulta favorecida con los baños de asiento tomados con regularidad. Debido a que el padecimiento de una leucorrea puede afectar también al sistema nervioso debilitándolo, es conveniente apoyarle con la toma regular de extracto fresco de avena en alternancia con grageas reconstituyentes de ginseng.
No resulta demasiado recomendable tomar antibióticos fuertes, ya que no solo destruyen las bacterias perjudiciales, sino también las beneficiosas. Sucede entonces que la flora bacteriana local va a tener graves dificultades para regenerarse. Si realmente queremos apoyar a la naturaleza no podemos empezar entorpeciendo su acción. Es importante no destruir lo bueno que deseamos fortalecer con productos radicales, pues la experiencia nos enseña que los gérmenes nocivos se recuperan más rápidamente que las bacterias beneficiosas. Como las leucorreas suelen ser padecimientos muy pertinaces, su tratamiento exige persistir y tomar con regularidad la medicación adecuada. Solo de esta manera conseguiremos un éxito duradero. Con todo, hay que andar con precaución para no volver a exponerse en el futuro a influencias nocivas.
Resfriados de entretiempo
Es corriente oír quejas sobre los frecuentes y molestos resfriados por enfriamiento que suelen acontecer en las épocas de entretiempo. Sin embargo, no solemos tener en cuenta que está en nuestras manos evitar este inconveniente. Con frecuencia son las mujeres quienes más padecen estos enfriamientos, pues les cuesta más renunciar a las exigencias de la moda y cambiar, por ejemplo, sus elegantes y finas medias por otras más gruesas de lana. Lo más oportuno sería arrinconar la elegancia de la moda en favor de una vestimenta más caliente y aplazar el deseo de sentirse elegante hasta la vuelta del buen tiempo. El periodo de entretiempo es una etapa peligrosa, ya que el organismo todavía está acostumbrado al calor veraniego y no al advenimiento de temperaturas más bajas. Al emplear ropa de abrigo conseguiremos un mejor equilibrio térmico. Es importante, sobre todo, mantener los pies calientes echando mano de calcetines, medias de lana y un buen calzado adecuado. La experiencia nos enseña que la base de un sano bienestar se halla en tener los pies calientes y la cabeza fría, pues si nuestros pies están calientes será difícil que nos resfriemos, ya que actúan como una especie de termómetro de todo el organismo. Las personas de vida y trabajo sedentarios son mucho más propensos a padecer de pies fríos que aquellas a quienes su profesión las obliga a moverse mucho. Si, además, se padece una mala circulación sanguínea congénita, la sensibilidad al frío será doblemente intensa. Ninguna habitación, por más caldeada que esté, les parecerá suficientemente caliente a estas personas, situación que empeora si no hay posibilidad de moverse. Solo un calzado adecuado y unos calcetines bien calientes podrán ayudar a mantener los pies a una temperatura aceptable. Tan pronto salgamos de una habitación sobrecalentada y nos expongamos al gélido aire del exterior o a la húmeda atmósfera otoñal se producirá en nuestro organismo una fuerte reacción acompañada de un debilitamiento de las mucosas, lo que facilitará el desarrollo de los gérmenes causantes de las llamadas enfermedades por enfriamiento. Las consecuencias de estos enfriamientos son resfriados, catarros, inflamaciones, neumonías y otras afecciones semejantes. La mejor manera de conseguir el calor que necesita nuestro cuerpo no es sobrecalentando las habitaciones, sino usando ropas de abrigo, poder movernos lo necesario y combatir una circulación sanguínea insuficiente. Si logramos acostumbrarnos al frío correremos un menor riesgo de padecer enfriamientos.
Nada tiene de sorprendente que la época de entretiempo requiera más precauciones que el invierno propiamente dicho, pues nuestro organismo se enfría mucho más fácilmente cuando todavía está expuesto al calor veraniego de los días soleados de otoño. No es conveniente, pues, emprender nuestro trabajo sedentario de la mañana sin antes habernos movido lo suficiente. El trabajo físico necesario para arreglar nuestro dormitorio nos ofrece una excelente oportunidad para entrar poco a poco en calor. No hay que conformarse con coger el transporte público que nos deje en el lugar de trabajo; es preferible hacer a pie, siempre que nos sea posible, ese recorrido cotidiano. Una buena caminata nos ayudará a entrar en calor. Aquellas personas que vivan en zonas con nieve abundante pueden gozar diariamente, al aire fresco de la mañana, del placer de quitar la nieve a paletadas. Una buena ración de movimiento y de respiraciones hondas es reanimante y es una buena garantía de que la circulación sanguínea será óptima. Después de esto, nos encontraremos muy a gusto en una habitación caldeada, y el trabajo intelectual irá sobre ruedas. Quienes, por escasez o carencia total de nieve, no puedan permitirse este placer siempre podrán procurarse un buen calor natural con sesiones matutinas de ejercicio físico y gimnasia respiratoria profunda junto con un cepillado de la piel. Las espiraciones profundas favorecen la salida de gases de nuestro organismo, lo que mejora la oxigenación del cuerpo y reduce las posibilidades de resfriarse. Las personas propensas a padecer resfriados harán bien en procurarse una alimentación rica en calcio, pues la escasez de este elemento favorece la aparición de resfriados. Por lo tanto, al llegar la etapa de entretiempo es aconsejable tomar un preparado biológico de calcio. También habrá que favorecer la circulación venosa para mejorar la circulación sanguínea en general. Si prestamos atención a todos estos consejos tendremos una mejor resistencia frente a las enfermedades por enfriamiento.
Resfriados, carencias vitamínicas y cálcicas en la sangre
¿Por qué será que algunas personas, al viajar en invierno en autocares o trenes con una calefacción deficiente, se resfrían apenas se ven expuestas a una corriente de aire, por mínima que sea, mientras que a otros pasajeros esto no les afecta en absoluto? Una respuesta posible a esta cuestión es que estos últimos tienen una mejor circulación sanguínea que los primeros, aunque podría deberse también a otras causas, ya que la propensión a las infecciones es muy variable. Con frecuencia, los gérmenes que pueden dar lugar a catarros y resfriados se hallan en las propias mucosas. Basta con que se produzca un cierto descenso térmico para que las bacterias presentes inicien su actividad, provocando resfriados y catarros.
Normalmente, no solemos dar demasiada importancia a estas desagradables dolencias de las mucosas ni acostumbramos a interrumpir nuestras actividades diarias por su causa, a pesar de que a veces nos producen un cierto grado de postración y pueden convertirse en un serio obstáculo para nuestras labores cotidianas. Los habitantes europeos hemos adquirido un cierto grado de inmunidad congénita a esta enfermedad. De hecho, aquí nadie se muere por un resfriado, por lo que incluso nos puede parecer cómica la pregunta: ¿existe alguien tan débil o enfermizo que pueda llegar a este extremo por culpa de un simple estado inflamatorio de las mucosas? Hemos de saber que muchos esquimales, capaces de soportar fríos muy intensos, enfermaron gravemente al