Remedios sencillos contra las dolencias oculares
Es un hecho comprobado que las curas a base de zumos de zanahoria actúan beneficiosamente sobre los ojos, gracias a la provitamina A que contienen. Por otra parte, toda mejora de la circulación sanguínea y afluencia de sangre a los ojos produce una mejora de sus funciones. Si se garantiza una buena irrigación sanguínea a los ojos facilitaremos los efectos benéficos que producen los zumos de zanahoria (carotenos) sobre ellos. Si no disponemos de zanahorias crudas podemos utilizar el extracto concentrado de zanahorias22. Un compuesto de ortiga y calcio refuerza el efecto terapéutico antes citado, como también ayuda estimular la actividad renal mediante la planta vara de oro (Solidago) y satisfacer las necesidades de ácido silícico con Galeopsis11.
Como los trastornos hepáticos, el estreñimiento y también el exceso de fatiga pueden ser causa de dolencias oculares, hay que hacer todo lo posible por combatir estos trastornos funcionales. Para volver a poner en orden el hígado, debemos adoptar una dieta adecuada y tomar Podophyllum D4 o un preparado para el hígado. De este modo suele solucionarse también el estreñimiento. Si no fuera así, debemos combatirlo con remedios naturales; hay que evitar, sobre todo, los alimentos desnaturalizados y sustituirlos por una alimentación natural y un régimen dietético pobre en proteínas y en sal. Combatiremos el exceso de trabajo yéndonos a dormir antes de la medianoche y tomando jugo de avena en forma de gotas y un preparado obtenido del eleuterococo23, buenos remedios ambos para fortalecer el estado de salud y los nervios.
Es conveniente tratar por separado cada caso y elegir los remedios y el tratamiento según cada dolencia.
La obstrucción del canal lacrimal requiere, además de la recomendación general, un tratamiento externo a base de cataplasmas de arcilla, preparadas con tisana de cola de caballo (pasta arcillosa).
En caso de conjuntivitis conviene lavar los ojos con una infusión de eufrasia y caléndula.
Infecciones purulentas de ojos y boca
Podemos librarnos, en poco tiempo, de las supuraciones infecciosas oculares y bucales mediante procedimientos naturales, como se indica más adelante. Una madre de familia nos escribió al respecto:
«Nuestro pequeño ya se encuentra mejor. La supuración de los ojos y la boca cesó a los cinco días de aplicar el tratamiento. El pequeño, que había tenido un aspecto deplorable, se encuentra ahora dando saltos por la calle. Nuestro tratamiento fue: antes de las comidas, vara de oro (Solidago), junto con un preparado de aceite de hígado de bacalao y un preparado de calcio y ortiga fácil de asimilar. Después de comer, le dábamos Hepar sulfuris D4 y Lachesis D12. Dos veces al día le lavábamos los ojos con extracto de tintura de semillas de castaño de Indias diluido y le aplicábamos en la nuca cataplasmas de cebolla, también dos veces al día. Pronto notamos su efecto derivativo. Los labios resecos del niño los untamos con aceite de hipérico y los espolvoreamos con un polvo de calcio y ortiga. Durante el día le hacíamos beber zumos de fruta y tisanas de cola de caballo. Le pusimos varias cataplasmas de arcilla blanca sobre los ojos; las preparamos con una tisana de cola de caballo y le añadimos unas cuantas gotas de aceite de hipérico. Estamos muy agradecidos y contentos de que haya desaparecido de forma tan favorable esa peligrosa infección. Al niño le seguimos dando vara de oro, junto con el preparado de aceite de hígado de bacalao y el calcio de fácil asimilación».
Normalmente, estas enfermedades son fáciles de curar si apoyamos correctamente al organismo, ya que la naturaleza cura si la apoyamos adecuadamente. Es preferible no adoptar ninguna medida interventora que llevar a cabo una intervención incorrecta. Normalmente, se pretende suprimir los síntomas y se intenta actuar contra los agentes patógenos, pero lo que muchas veces ocurre es que se compromete la capacidad de resistencia y de defensa del organismo. Es la misma locura que se comete al tratar de combatir los parásitos o las infecciones de las plantas con potentes venenos que alteran, al mismo tiempo, sus defensas naturales, lo que induce a tener que utilizar sustancias cada vez más tóxicas que acaban por debilitar o, incluso, aniquilar los fundamentos en los que se sustenta el poder curativo de la naturaleza. Ojalá volviera a prevalecer entre la población la conciencia de que no es el ser humano quien cura realmente, sino que es la naturaleza quien lo hace. Lo único que podemos hacer los seres humanos, con nuestros propios medios, es ayudar a la naturaleza a que pueda ejercer su prodigioso poder curativo.
La nariz
El aparato respiratorio se compone de tres partes: la nariz, la tráquea y los pulmones. Cada una de estas partes desempeña importantes funciones, pero solo la participación correcta del conjunto permite un intercambio gaseoso sin problemas.
La consistencia de la nariz no se debe principalmente a un hueso, sino a unas láminas cartilaginosas que hay en su interior. Si dependiera solo de un hueso sería demasiado quebradiza y se rompería fácilmente al caer de bruces al suelo o si recibiéramos un pelotazo o cualquier tipo de golpe con un objeto duro. Pronto se convertiría en una penosa masa informe al practicar actividades físicas, como el boxeo o los deportes de invierno, si las paredes cartilaginosas móviles que la sustentan no aguantasen lo que llegan a aguantar. Por otra parte, es fácil darse cuenta de lo mucho que debe la belleza del rostro a la forma y tamaño de la nariz cuando queda aplastada o desfigurada tras un accidente. Por suerte, las manos hábiles de los cirujanos plásticos de nuestros días son capaces de corregir las deformidades de este órgano.
Funciones de la nariz
Las funciones que debe llevar a cabo la nariz son importantes para nuestra salud. No todo el mundo sabe que este órgano dispone de una excelente capacidad para acondicionar la temperatura y humedad del aire que inspiramos. Cuando hace frío en nuestro entorno, la nariz calienta el aire que pasa por ella camino de los pulmones. Si, por el contrario, hace un calor tropical, la nariz lo refrigera haciendo más soportable el clima. También, cuando el aire exterior es demasiado seco o demasiado húmedo, la nariz ayuda a regular la humedad del aire inspirado. Hasta este grado de precisión alcanza la divina Providencia, por lo que sorprende que haya personas que pretendan negar la existencia de un Dios omnipotente ante la evidencia manifiesta de su divina sabiduría y poder creador. Solo Él puede crear algo de la nada, ya que todas las leyes de la creación están a su disposición. Estas no pueden provenir de sí mismas, y su correcta aplicación no puede estar en manos de una ciega arbitrariedad. Sigamos, entre tanto, ocupándonos de otras pruebas que este órgano es capaz de aportar en este sentido.
Nuestra nariz está tan prodigiosamente diseñada que, por medio de sus mucosas, puede retener el polvo y las bacterias que le llegan, siempre que respiremos por la nariz y