Hablamos en Kant de un posible saber, de tal manera que primero debemos considerar cuándo se constituye una forma del saber, esto es aquí, cuándo ella aparece sujeta, en el nivel filosófico trascendental, a una comunicabilidad universal. Solamente juicios universalmente comunicables pueden llegar en el ámbito pragmático a un posible saber. En relación a los juicios empíricos, puestos en evidencia en la Doctrina del método de la Crítica de la razón pura, el saber posible de ellos se encuentra sujeto a los modos de tener algo por verdad (Fürwahrhalten). Además del modo del saber, los juicios se dejan expresar también en el modo del opinar o del creer. Pero si se trata del modo del saber, este juicio tiene que ser acompañado por la convicción de su validez tanto subjetiva como objetiva. Ahora bien, esta convicción podemos lograrla, según Kant, únicamente a través de la exposición de nuestro juicio a un otro. Debemos hacer público nuestro juicio y debemos además dejar comprobarlo por el otro, es decir, por la razón ajena. A través de la afirmación del otro es posible llegar a aquella convicción más firme que Kant denomina, en este contexto, un saber. Si nuestro juicio no es afirmado, tal vez nos quedamos en nuestra convicción porque el argumento del otro no nos convenció, o bien cambiamos el modo del saber al modo del opinar o del creer, y viceversa. En ello, sin embargo, nunca alcanzamos un saber absoluto de la cosa debido a sus infinitas posibilidades de determinación, pues un supuesto saber puede (y debe) ser modificable en base a nuevas comprensiones. Aquello que en una situación, y bajo una cierta perspectiva, nos parece un saber, puede transformarse, por otras informaciones y nuevas perspectivas, en un opinar o un creer. Por otro lado, una opinión se deja modificar debido a las nuevas convicciones en un saber. En todo esto vale, sin embargo, lo siguiente: todos los juicios están sujetos a la función transcendental de la comunicabilidad universal. En este sentido, un saber privado caduca frente a la crítica.
Ahora bien, nosotros mencionamos como otro ámbito de la investigación, al lado de los juicios lógicos-empíricos, los juicios estéticos. Con ellos se abre una nueva concepción de la determinación del saber. Es verdad que Kant llega también a la convicción, en el caso de los juicios estéticos, de que ellos, para poder generar un saber, deben ser universalmente comunicables. Sin embargo, los juicios estéticos no son dependientes del principio de tener algo por verdad, pues la base de su universalidad consiste en un sentimiento, es decir, en un estado del ánimo (Gemütsstimmung). Lo común de tales formas de juicio es la satisfacción universal (allgemeines Wohlgefallen), que es provocada cuando enjuiciamos algo como bello. La validez universal subjetiva de tales juicios se constituye en base a un sentimiento. Este sentimiento se hace universalmente válido por la suposición de un sentido común (Gemeinsinn). Nosotros enjuiciamos algo como bello y suponemos que este sentimiento de la satisfacción también es generado en todos los hombres que expresan un juicio sobre lo bello. Para el juicio estético sobre lo sublime vale además la premisa de que no estén sujetos a un sentido común, como los juicios del gusto. Sin embargo, la comunicabilidad universal de ellos, o la base para poder convertirse en una forma del saber, se confirma en su relación con la libertad, la ley moral y el sentimiento moral del respeto.
Y este es precisamente el punto en que se encuentran Kant y Jean Paul. El poeta-filósofo de la Alta Franconia tenía un estrecho contacto con Jacobi y, sin duda, fue influenciado –aunque hasta cierto punto–, por su filosofía del sentimiento. Pero en la discusión con las determinaciones de la Crítica del discernimiento, Jean Paul desarrolla, por su parte, una teoría propia del humor, la cual se une, tal es nuestra tesis, con la teoría de lo sublime en Kant. Y, en el ámbito de la poesía, Jean Paul continúa las declaraciones kantianas acerca del arte y del genio en su tercera Crítica. Los dos pensadores descubren en el sentimiento, es decir, en el estado del ánimo (Gemütsstimmung), como Kant lo expresa, un factor esencial en el proceso del conocimiento y del saber del ser sensible-racional que es el ser humano.
Con Jean Paul pretendemos mostrar, entonces, que en el ámbito de los juicios estéticos, al lado de lo bello y de lo sublime, también el humor representa una forma del saber que no debemos descuidar. El punto esencial de la conexión entre los juicios del gusto, de lo sublime y del humor se debe a la comunicabilidad universal del sentimiento, que a su vez es provocada en el juicio del humor. Este sentimiento, tal es también nuestra tesis, se conecta, al igual que en lo sublime, con el sentimiento del respeto en el juicio moral. En el ámbito del arte y, especialmente de la poesía, la conexión se realiza, además, por la comunicabilidad universal de las ideas estéticas. Y también en ellas es el sentimiento el punto de conexión entre Kant y Jean Paul, es decir, aquel estado de ánimo que es generado en el observador, lector o hermeneuta, gracias a la exposición de las ideas estéticas creadas por el genio. La idea estética estimula, según Kant, el ánimo y provoca un sentimiento que se forma a partir de la representación de una conexión con algo suprasensible. Jean Paul se halla en esto de acuerdo con Kant y llama, por su parte, a este vínculo del hombre con lo suprasensible, una síntesis orgánica, y en su respuesta llega incluso a preguntar, por qué justamente la poesía abre acceso a un segundo mundo que, en el nivel epistemológico, se encuentra clausurado para nosotros, y a partir de ahí avanza hasta su concepción de un realismo de los sentimientos.
En un marco más amplio, la tesis de nuestra investigación es, entonces, la siguiente: Después de la revolución del modo de pensar operada por Kant no se puede hablar ya más de un acceso a un saber absoluto. Lo que queda como acceso al saber da como resultado distintas formas del saber. Aquí tratamos entonces de estas formas del saber, pues se trata, en primer lugar, del esfuerzo por mostrar de acuerdo a qué base es posible constituir un saber, y de las condiciones de posibilidad del saber de una forma específica del saber. Un factor decisivo en este empeño es que un juicio, que se puede transformar en un posible saber, tiene que ser universalmente comunicable. La comunicabilidad universal es la función trascendental que, en un nivel pragmático, hace posible además la comunicación de los juicios. Al lado de la concepción del “tener por verdad” referida a los juicios lógicos-empíricos, Kant descubre además para los juicios estéticos un sentido común, que es el criterio crucial para una universalización de lo bello, y su relación con la libertad y la moral en lo sublime. En el ámbito de los juicios estéticos la universalidad subjetiva es garantizada a través de una disposición generalizable del sentimiento.
Aquí comienza el punto de vista de Jean Paul, quien desarrolla su teoría de lo cómico y del humor sobre la base de los resultados kantianos. El humor es el sublime invertido, dice Jean Paul. Pero también es, tanto como lo sublime, aquello que se conecta con la libertad y la moral y, en este sentido, se parece al sentimiento moral del respeto. Es esto lo que hace del humor, según nuestra convicción, algo universalmente comunicable y apto para poder hablar de él como una forma del saber. La poesía, por su parte, es capaz de abrir al hombre un mundo hacia lo suprasensible. Pero no en el entendimiento de un idealismo intelectual, sino que a través de un “realismo del sentimiento”, como lo expresa Jean Paul. Kant habla en sus explicaciones sobre el arte, en la Crítica del discernimiento, de la comunicabilidad universal del estado del ánimo, el cual es despertado precisamente por la aplicación de las ideas estéticas en la poesía. Jean Paul retoma estas comprensiones y atribuye al sentimiento la función decisiva dentro de la poesía, que por su parte puede presentar al hombre un mundo nuevo. En su teoría de la metáfora, Jean Paul se encuentra, además, cerca del pensamiento analógico de Kant. Esto es evidente sobre todo en el ámbito de la exposición de los conceptos puros de la razón. Mientras Kant permite, por ejemplo, el conocimiento de Dios únicamente a través de la analogía de un antropomorfismo simbólico, también Jean Paul desarrolla un acercamiento a las ideas trascendentales a través de su teoría lingüística. Veremos, además, que Jean Paul describe, en su teoría sobre el ingenio, precisamente tal capacidad, que se denomina discernimiento estético en Kant. En este punto se mostrará que la analítica de lo cómico y del humor se encuentra en estrecha conexión con las declaraciones de Kant en torno al juicio estético de lo