No sé qué prueba en particular estás enfrentado ahora mismo, pero una cosa sé: cualquiera que sea, Dios está contigo. Ángeles poderosos en fortaleza entran y salen contigo, y especialmente te acompañan en tus momentos de mayor necesidad.
Esta es, precisamente, la promesa del texto bíblico para hoy: “Me invocará y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia”. Nota que la promesa que Dios hace aquí no es una vida libre de pruebas, de tribulaciones. ¡No! Siempre habrá pruebas. La promesa de Dios es aún más significativa: él estará con nosotros en la angustia.
Qué dificultades te esperan en los días que siguen, no lo sabes, pero puedes confiar en que, en tus momentos más difíciles, él Señor estará contigo, tal como lo ha estado con sus hijos a través de los siglos. Así será porque eso es lo que él ha prometido.
Señor, no te pido que me libres de las pruebas ni del horno de la aflicción. Lo que te pido es que, en el día de la angustia, al igual que los fieles de todas las edades, yo pueda creer que tu presencia estará muy cerca de mí.
2 de febrero
Un corazón limpio y recto
“Habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” (Lucas 15:7).
¿Qué es lo primero que viene a tu mente cuando escuchas el nombre del rey David? Si hiciéramos una encuesta con esa única pregunta, serían muchos los que recordarían su doble pecado, al adulterar con Betsabé y luego propiciar la muerte de Urías.
¡Qué bueno es que Dios vea las cosas desde una perspectiva diferente! Aunque desaprobó de manera rotunda el pecado de David, y lo dejó cosechar sus terribles consecuencias, Dios lo perdonó por completo, según se desprende de la siguiente declaración: “David, mi siervo, que cumplió mis mandamientos y me siguió con todo su corazón, y cuyos hechos fueron rectos a mis ojos” (1 Rey. 14:8).
¡Qué impresionante! ¿Por qué el Señor habla de David en términos que parecen sugerir que nunca pecó? La realidad es que pecó, y gravemente; pero hay por lo menos dos razones que explican por qué Dios llama a David “mi siervo”. En primer lugar, ¿de cuántos otros pecados de David habla la Escritura?
Como ser humano, es obvio que pecó en otras ocasiones, pero parece que la práctica habitual de David era hacer lo recto. Y es la práctica habitual, la tendencia de nuestros actos, lo que revela nuestro carácter, como bien lo indica la siguiente declaración: “El carácter se revela, no por las obras buenas o malas que de vez en cuando se ejecutan, sino por la tendencia de las palabras y los actos habituales” (El camino a Cristo, p. 56).
La segunda razón por la que Dios lo llama “mi siervo”, no es menos importante: tan serio como fue su pecado, así fue su arrepentimiento. Basta leer, por ejemplo, el Salmo 51 para comprobarlo.
¿Qué podemos aprender de la experiencia del rey David? Que no importa cuán grave sea nuestro pecado, Dios nos perdonará si nos arrepentimos de todo corazón, tal como él promete en su Palabra: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Si has caído en pecado, ahora mismo puedes doblar tus rodillas ante tu Padre celestial y pedirle que tenga piedad de ti; y que, conforme a su misericordia, borre tus rebeliones. El resultado será que la sangre de Jesucristo, su Hijo, te limpiará de todo pecado, y te dará un corazón limpio y recto.
Santo Espíritu, capacítame de modo que hacer lo recto ante tus ojos se convierta en un hábito en mi vida, comenzando hoy mismo.
3 de febrero
La compasión en dos palabras
“Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo” (Gálatas 6:2, NVI).
¿Qué significa la verdadera compasión? Significa que no solo sentimos el dolor ajeno, sino además hacemos algo para aliviarlo.
Un buen ejemplo de la verdadera compasión lo encontramos en una experiencia que vivió el conocido autor Tony Campolo. Cuenta él que un día estaba en su oficina cuando su madre le avisó que había muerto una amiga de la familia, la Sra. Kilpatrick. Cuando Tony era todavía un niño, esta señora le había brindado mucho cariño, y se había preocupado por llevarlo a museos y conciertos musicales. Así que Tony fue a la funeraria, pero para su sorpresa solamente estaba en la sala una anciana. Entonces Tony se acercó al ataúd y dio una rápida mirada al cadáver. ¡Era el de un hombre! Sin lugar a dudas, estaba en el funeral equivocado. Ya se iba, cuando la anciana lo tomó del brazo y, con una expresión de dolor en su rostro, le dijo:
–Era tu amigo, ¿verdad?
De inmediato, Tony se dio cuenta de que estaba en aprietos. ¿Le diría que él había llegado ahí por accidente? ¿O le mentiría, para que ella no pensara que su esposo había muerto sin amigos? Tony optó por lo segundo.
–Su esposo era un buen hombre –le dijo.
Ese día Tony acompañó a la ancianita durante todo el servicio fúnebre. Fue con ella al cementerio y regresó con ella a la funeraria, pero ya no pudo ocultar más la verdad. Le dijo que quería ser su amigo, pero para poder serlo debía decirle la verdad.
–Yo no conocía a su esposo. Llegué a su funeral por accidente.
–Nunca sabrás –respondió ella, mientras apretaba su mano con fuerza – lo mucho que tu presencia ha significado hoy para mí.
Cuenta Tony que ese día, mientras iba de regreso a casa, lo embargó un sentimiento de gozo, y con razón. No solo lo había conmovido el dolor de la viuda, sino además había hecho algo para aliviar su tristeza. Entonces a su mente vino nuestro texto para hoy: “Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo” (You Can Make a Difference, p. 19).
Cerca de ti y de mí hay gente que está sufriendo. ¿Nos limitaremos a sentir pesar por ellos o haremos algo para aliviar su dolor? Al aliviar sus cargas, no solo estaremos cumpliendo la ley de Cristo; también estaremos imitando su ejemplo.
Querido Jesús, abre mis ojos para percibir el dolor ajeno, y dame un corazón compasivo como el tuyo para hacer algo al respecto.
4 de febrero
Todo es para bien
“Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien” (Romanos 8:28).
¿Podría ocurrir que la experiencia más amarga por la que una persona haya pasado se convierta en la mayor de sus bendiciones? Si le pudiéramos preguntar a Fiódor Dostoievski, el célebre novelista ruso, muy probablemente nos respondería con un sí rotundo.
Cuando Dostoievski era todavía un joven, fue arrestado por participar en reuniones de una agrupación política que el Zar consideró que tenía propósitos subversivos. Dostoievski y otros jóvenes fueron inicialmente condenados a ocho años de trabajo forzado, pero luego la sentencia fue cambiada por el fusilamiento.
Según nos cuenta Charles Colson, el día de la ejecución Dostoievski y sus amigos fueron colocados en frente del pelotón de fusilamiento, listos para ser abatidos. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando, en lugar de disparos, lo que escucharon fue el sonido de tambores en señal de retirada. ¿Qué había sucedido? El Zar había cambiado la sentencia: en lugar de ser fusilados, irían al exilio en Siberia. Dice el relato que desde un principio la intención