La pragma-dialéctica como teoría de la argumentación. Frans Hendrik van Eemeren. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Frans Hendrik van Eemeren
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9786075479026
Скачать книгу
noción cuantitativa de tamaño del efecto, que indica con cuánta fuerza los participantes en el experimento discriminan entre lo no razonable o lo razonable de una cierta falacia frente a su contraparte no falaz. A mayor sea el tamaño del efecto, más fuerte es la discriminación, y a menor el primero, más débil la segunda. Hablando relativamente: a mayor el tamaño del efecto, más se prueba la pretensión de validez intersubjetiva. Las conclusiones globales que pueden deducirse de los tamaños del efecto en este proyecto de investigación son que, hablando en términos generales, las reglas de discusión crítica son en alto grado intersubjetivamente válidas y que las diferencias en cuanto al grado de validez intersubjetiva entre una regla y otra no son para nada espectaculares (Van Eemeren, Garssen y Meuffels, 2009, pp. 222-224). La conclusión general es, pues, que todos los datos obtenidos indican que las normas que usan los argumentadores ordinarios cuando juzgan lo razonable de las contribuciones a la discusión se corresponden bastante bien con los criterios pragma-dialécticos para una discusión crítica. Sobre la base de esta evidencia indirecta, podemos afirmar que dichas reglas son convencionalmente válidas, tanto cada una de manera individual como juntas en grupo.

      4. La teoría pragma-dialéctica extendida

      Considerando que para explicar el diseño estratégico del discurso argumentativo, junto a la dimensión dialéctica de razonabilidad característica de la teoría estándar, había que incorporar a la teoría la dimensión retórica de efectividad, invité a mi ­exalumno Peter Houtlosser a unirse al proyecto sobre “maniobrar estratégico” (Van Eemeren y Houtlosser, 2002b). Como punto de partida tomamos el “predicamento argumentativo” en el que se encuentra cualquiera de nosotros en el discurso argumentativo de la vida real, a saber, que en cada jugada argumentativa el intento de ser efectivos necesita ir siempre de la mano de seguir siendo razonables. Al hacer una jugada argumentativa, un argumentador busca lograr el efecto de que la audiencia acepte lo que dice al tiempo que mantiene su compromiso de ser razonable, tal como lo definen las reglas de discusión crítica. Debido a la tensión inherente en la búsqueda simultánea de estos dos objetivos, pensamos que se requiere “maniobrar estratégicamente” para mantener el equilibrio. En caso de que, buscando ser efectivos, los argumentadores descuiden su compromiso de ser razonables y violen una o más reglas de discusión crítica, su maniobrar estratégico se “descarrilará” y resultará falaz (Van Eemeren, 2010, p. 198).

      5. Investigación empírica de la efectividad razonable

      (1) Puesto que saben cuáles contribuciones a la discusión deben considerarse razonables y cuáles no, los argumentadores ordinarios son en alguna medida conscientes de lo que implican sus obligaciones dialécticas. Si no fueran conscientes de ningún criterio de lo que es razonable, entonces no habría una relación racional entre tratar de ser efectivos y seguir siendo razonables en su maniobrar estratégico. Al emitir sus juicios sobre lo que es razonable, los argumentadores ordinarios prueban en los hechos que utilizan criterios en fuerte correspondencia con las normas incorporadas en las reglas de discusión crítica (Van Eemeren, Garssen y Meuffels, 2009, p. 206). El hecho de que se comprometan a criterios de razonabilidad equivalentes a los criterios pragma-dialécticos hace posible dar un contenido más claro de lo que significa para ellos ser razonable.

      (2) Los argumentadores ordinarios asumen que en principio la otra parte en una discusión se comprometerá al mismo tipo de obligaciones dialécticas que ellos. Si no partiesen de este supuesto, no tendría sentido para ellos apelar a los criterios de lo que es razonable ofreciendo argumentación que justifique sus puntos de vista. El hecho de que asuman que hay criterios compartidos de razonabilidad hace posible que conecten los criterios de ­razonabilidad propios con su búsqueda de efectividad de cara a la otra parte.

      (3) Los argumentadores ordinarios prefieren —y asumen que sus interlocutores también prefieren— que las contribuciones a la discusión que no cumplen los criterios de razonabilidad supuestamente compartidos sean consideradas como no razonables y que quienes lesionan esos criterios sean llamados a cuentas por no ser razonables. Si no quisiesen que los criterios vigentes fueran respetados, sus afanes argumentativos no tendrían sentido. El que los argumentadores otorguen un significado prescriptivo al ser razonables cuando se participa en prácticas argumentativas, y el que esperen que sus interlocutores hagan otro tanto, permite que interpretemos el vínculo entre ser razonable y ser efectivo de forma que podamos esperar que el ser razonables en principio conduzca a ser efectivos, incluso si en una particular práctica comunicativa (o en ciertos tipos de prácticas comunicativas) ser razonable no puede ser el único factor (o ni siquiera el de mayor influencia) para lograr efectividad. Correlativamente, si no somos razonables o no lo suficiente, entonces hay que esperar que no seamos tampoco tan efectivos.