Como aclaré una vez que se completó la teoría estándar, una reconstrucción pragma-dialéctica del discurso argumentativo puede tener lugar llevando a cabo diversos tipos de transformaciones reconstructivas (Van Eemeren, 1986).11 La sinopsis analítica que se logra al llevar a cabo tales transformaciones necesita rastrear todas las etapas de discusión, recapitular la diferencia de opinión en disputa, identificar las posiciones de los participantes así como las premisas procedimentales y materiales que sirven como puntos de partida de la discusión, dar una visión de conjunto de los argumentos y críticas explícita o implícitamente presentados por las partes, indicar cuáles esquemas argumentales se usan y qué estructura de la argumentación se ha desplegado, y reportar cuál es, de acuerdo con los participantes, el resultado de la discusión. Para que un analista pueda obtener este resultado, necesitamos desarrollar las herramientas analíticas requeridas, tales como un método para hacer explícitas las premisas inexpresas, así como tipologías de las estructuras de argumentación y los esquemas argumentales. Esto fue lo que hicimos en nuestra monografía Argumentation, Communication, and Fallacies (Van Eemeren y Grootendorst, 1992).12
Entre las herramientas analíticas desarrolladas en pragma-dialéctica para reconstruir el discurso argumentativo en términos del modelo de una discusión crítica están las reglas de comunicación (Van Eemeren y Grootendorst, 1992, pp. 49-52). Estas reglas se basan en integrar, por un lado, una versión corregida de las condiciones de Searle para la feliz realización de actos verbales en la comunicación y, por otro lado, una versión corregida de las máximas de Grice para la conducción de interacciones verbales. En aquellos casos donde podemos asumir que los principios generales de comunicación e interacción no se han abandonado, el analista ha de empeñarse —al igual que hacen los escuchas o lectores ordinarios— por reconstruir los actos verbales implícitos en los que estas reglas parecen violarse, y ha de hacerlo de forma que se ponga remedio a tal violación y haya acuerdo entre el acto verbal reconstruido y todas las reglas de comunicación. Si seguimos ese procedimiento, entonces podemos reconstruir los actos verbales indirectos y las premisas inexpresas que parecieran violar las reglas de comunicación cuando se interpretan literalmente las enunciaciones que transmiten aquellos y estas (Van Eemeren y Grootendorst, 1992, pp. 52-59; 60-72).
Para rastrear la conexión de la pragma-dialéctica con la realidad argumentativa se requiere de investigación empírica. La investigación empírica cualitativa realizada hasta hoy se ha enfocado primariamente en la manera en que las jugadas argumentativas que son relevantes para una discusión crítica se manifiestan en la realidad argumentativa, así como en las claves que el modo de presentación revela para su reconstrucción (Van Eemeren et al., 1993). Para mejorar nuestra comprensión pragmática en torno a cómo cumplir el requerimiento de que la reconstrucción de jugadas argumentativas esté de acuerdo con los compromisos que pueden atribuirse a los argumentadores involucrados sobre la base de sus contribuciones al discurso, también llevamos a cabo investigación empírica cualitativa acerca de la manera en que se conduce el discurso argumentativo oral y escrito en prácticas argumentativas específicas. Fue por ejemplo revelada la existencia de un patrón estándar de confrontación; Rob Grootendorst, Sally Jackson, Scott Jacobs y yo mostramos que esta investigación nos permite hacer afirmaciones teóricamente pertinentes y empíricamente fundadas sobre el contenido, función y estructura de intercambios argumentativos (Van Eemeren, Grootendorst, Jackson y Jacobs, 1993).
En el proyecto sobre indicadores, Peter Houtlosser, Francisca Snoeck Henkemans y yo nos propusimos examinar las claves para reconstruir sistemáticamente las jugadas argumentativas mediante investigación empírica cualitativa (Van Eemeren, Houtlosser y Snoeck Henkemans, 2007). Nuestras metas centrales fueron identificar palabras y expresiones que usan los argumentadores para indicar las funciones de las diversas jugadas que se hacen en un discurso argumentativo, clasificar esas jugadas de acuerdo con las funciones argumentativas que pueden tener en las diversas etapas del proceso resolutorio y determinar bajo qué condiciones cumplen esas funciones. Los indicadores de las funciones de las jugadas argumentativas que examinamos incluyen la manera en que se presentan las jugadas, la manera en que la otra parte reacciona a ellas y la manera en que la primera parte responde ante esas reacciones.
En el proyecto sobre indicadores hicimos uso de “perfiles dialécticos” que especifican los tipos de jugada que pueden ser instrumentos para la realización de tareas específicas de los discutidores en un punto particular de la discusión y las “rutas dialécticas” en que se incluyen tales jugadas.13 Las rutas dialécticas son especificaciones de las diversas series de jugadas analíticamente relevantes que pueden hacerse en tal o cual parte del intercambio argumentativo que exhibe el perfil dialéctico. Tomando los perfiles dialécticos relevantes como nuestro punto de partida, examinamos sistemáticamente las maneras en que las jugadas argumentativas se realizan en la realidad argumentativa.
Para establecer la conexión necesaria entre la teoría pragma-dialéctica y la realidad argumentativa, los pragma-dialécicos nos hemos dedicado desde mediados de la década de 1980 a la investigación empírica cuantitativa, con carácter experimental, concentrándonos inicialmente en hasta dónde en la realidad argumentativa hay factores propios de la presentación que facilitan o dificultan el reconocimiento de las jugadas argumentativas (por ejemplo, Van Eemeren, Grootendorst y Meuffels, 1984, 1989; Van Eemeren, Meuffels y Verburg, 2000). Nos enfocamos particularmente en rastrear reglas generales, rutinas y tendencias en la manera en que los argumentadores ordinarios identifican y evalúan las jugadas argumentativas. Después examinamos también las claves que el contexto proporciona para reconocer la argumentación indirecta. Juntos, los resultados de estos proyectos de investigación nos permitieron comprender a fondo el procesamiento real del discurso argumentativo, lo cual es necesario para dar una perspectiva realista al ideal crítico de la pragma-dialéctica y para desarrollar métodos adecuados con los cuales mejorar las prácticas argumentativas. Los resultados pueden también aplicarse, en el análisis del discurso argumentativo, para justificar las reconstrucciones analíticas que se hicieren.
A fin de determinar la validez intersubjetiva de los criterios pragma-dialécticos para una discusión crítica, se llevó a cabo un amplio proyecto de investigación bajo el nombre de “Concepciones de lo razonable”, en el que Bart Garssen, Bert Meuffels y yo concentramos nuestros esfuerzos por más de diez años en capturar la manera en que los argumentadores ordinarios evalúan las jugadas argumentativas. Esta investigación ha resultado en la exhaustiva monografía Fallacies and Judgments of Reasonableness (Falacias y juicios de razonabilidad, Van Eemeren, Garssen y Meuffels, 2009) [no traducida aún al español]. Este estudio reporta aproximadamente cincuenta experimentos en los que presentamos a los participantes diversos fragmentos de discusión, construidos especialmente para el experimento, y en los cuales había a veces jugadas falaces y a veces jugadas no falaces de acuerdo con la teoría, y les pedimos que juzgaran si la última jugada argumentativa en cada fragmento era o no era razonable. Se examinaron diferentes tipos de falacia en el sentido de violaciones de las reglas de discusión crítica hechas a todo lo largo de las cuatro etapas de tal discusión.14 El propósito general de los tests era verificar hasta dónde los argumentadores ordinarios juzgan lo razonable de jugadas argumentativas de acuerdo con normas que corresponden a las expresadas en las reglas de discusión crítica. Con base en los impresionantemente consistentes resultados puede concluirse que, una y otra vez, los argumentadores ordinarios juzgan que las falacias que incluimos en los tests son jugadas no razonables en una discusión; y también que las argumentaciones no falaces con las que aquellas estaban en contraste eran vistas como razonables o incluso muy razonables.
Para responder a la pregunta de en qué sentido los resultados de este proyecto empírico son indicio del grado de validez intersubjetiva