En la teoría pragma-dialéctica, el tratamiento de la argumentación como proceso y como producto se unifican mediante un enfoque procedimental al discurso argumentativo.4 Simultáneamente, se conecta de manera sistemática el compromiso con una descripción empíricamente adecuada con una postura crítica hacia las prácticas argumentativas, es decir se lleva a cabo un programa de investigación que integra ideas descriptivas e ideas normativas.5 En consecuencia, el enfoque pragma-dialéctico sobre la argumentación difiere fundamentalmente no sólo de los enfoques lógicos, formales e informales, que se concentran primariamente en el tratamiento normativo de problemas de razonamiento, sino también de los enfoques, primariamente descriptivos y explicativos, del discurso argumentativo por el que optan los estudios sobre comunicación, la retórica y la lingüística. Aunque la mayoría de estos enfoques ofrecen resultados similares a los que hemos desarrollado en la pragma-dialéctica, también tienen importantes limitaciones que la pragma-dialéctica busca remediar.6
Este capítulo, que ha sido escrito especialmente a manera de introducción para el libro del que forma parte, se basa en reflexiones que hice como parte de preparar un estudio al que titulo The Making of Pragma-Dialectics [Cómo se hizo la pragma-dialéctica o bien La hechura o confección de la pragma-dialéctica]. Proporciona una visión de conjunto de algunas fases cruciales en el desarrollo de la teoría pragma-dialéctica de la argumentación y explica su ordenamiento. Como he dicho, el punto de partida es el nivel abstracto propio de un modelo ideal de cómo se conduce una discusión crítica, y desde allí la teorización se va aproximando poco a poco a las complejidades del discurso argumentativo situado que vemos en las prácticas argumentativas reales. En la sección 2 esbozo la teoría pragma-dialéctica estándar, con el modelo y las reglas de la discusión crítica, todo lo cual representa la teoría “estándar” sobre la que se basan desarrollos ulteriores. En la sección 3 describo investigaciones ulteriores cuyo fin es consolidar la teoría estándar e indico cuáles son las contribuciones que hicieron. En la sección 4 presento la teoría pragma-dialéctica “extendida” en la que se introduce la noción crucial de maniobrar estratégicamente y explico por qué esta extensión era vital para el desarrollo ulterior de la pragma-dialéctica. En la sección 5 discuto el trasfondo teórico de la investigación empírica de carácter experimental que se ha hecho sobre efectividad razonable, la cual conecta con la pragma-dialéctica extendida.7 En la sección 6 aclaro cómo es que el tratamiento teórico del maniobrar estratégico se completó al tomar en cuenta los contextos institucionalmente convencionalizados en los que tiene lugar el discurso argumentativo. En la sección 7 elucido la atención especial que la investigación en pragma-dialéctica ha prestado al discurso argumentativo que tiene lugar en tipos de actividad comunicativa que pertenecen a los dominios legal, político, médico y académico.
2. La teoría pragma-dialéctica estándar
A fin de tener mayor claridad sobre lo que implica ver el discurso argumentativo como dirigido a resolver una diferencia de opinión con base en los méritos de los argumentos presentados, Rob Grootendorst y yo desarrollamos un modelo ideal de discusión crítica (Van Eemeren y Grootendorst, 1984; Van Eemeren et al., 2014, p. 527-533). En una discusión crítica las partes intentan alcanzar acuerdo sobre lo aceptable de un punto de vista en disputa viendo si se sostiene frente a dudas críticas y otras objeciones y tomando en cuenta ciertos puntos de partida mutuamente aceptables.8 Resolver una diferencia de opinión con base en los méritos de los argumentos no solamente requiere que se ofrezca argumentación, sino también que se hagan otras jugadas argumentativas tales como presentar un punto de vista y puntos de partida. En el modelo especificamos las diversas etapas que han de distinguirse en el proceso resolutorio y los actos verbales que constituyen las jugadas argumentativas que son instrumentales en cada una de dichas etapas.
El modelo pragma-dialéctico de discusión crítica cumple funciones heurísticas y analíticas a la hora de manejar problemas de interpretación que pueden surgir cuando uno se ocupa del discurso argumentativo. Indica qué hay que buscar cuando se reconstruye el discurso argumentativo desde una perspectiva atenta a la resolución y cuál es la manera más apropiada de analizar tal discurso. El modelo también cumple una función crítica proporcionando, a través de las reglas de discusión crítica propuesta por Grootendorst y por mí, un conjunto coherente de normas para determinar en qué puntos una jugada argumentativa se desvía del curso que conduce a resolver una diferencia de opinión sobre la sola base de argumentos. Como resultado de sus funciones heurística, analítica y crítica, el modelo pragma-dialéctico de discusión crítica constituye una base adecuada para desarrollar lineamientos prácticos para un mejoramiento metódico de la calidad de las prácticas argumentativas.
Una discusión crítica abarca las cuatro etapas por las que debe atravesar un discurso argumentativo para resolver una diferencia de opinión. En primer lugar está la etapa de confrontación, en la que se expresa la diferencia de opinión. En segundo lugar está la etapa de apertura, en la que se establecen los puntos de vista formales y materiales de la discusión. En tercer lugar está la etapa de argumentación, en la que se presentan argumentos para responder a las (presuntas) críticas. En cuarto lugar está la etapa de conclusión, en la que se determina el resultado de la discusión.
En la teoría pragma-dialéctica los criterios de razonabilidad que autorizan la realización de actos verbales en cada una de las cuatro etapas los hemos descrito como reglas para una discusión crítica (Van Eemeren y Grootendorst, 2004, pp. 135-157). Juntas, tales reglas constituyen un procedimiento dialéctico para realizar actos verbales en discursos argumentativos. Para resolver una diferencia de opinión con base en los méritos de los argumentos presentados, los actos verbales realizados por el protagonista y el antagonista del punto de vista en disputa deben satisfacer en cada etapa todas las reglas. Cualquier violación de cualquiera de las reglas por cualquiera de las partes en cualquier etapa de la discusión frustra u obstaculiza el proceso de resolver una diferencia de opinión con base en los argumentos. Grootendorst y yo propusimos, por tanto, que toda jugada argumentativa en la que esto ocurre debe considerarse una “falacia” en este sentido.9 Para propósitos prácticos “tradujimos” las reglas de discusión crítica, motivadas por la teoría, y por tanto más bien técnicas, en un mayormente manejable “código de conducta” para discutidores razonables (Van Eemeren y Grootendorst, 2004, pp. 123-157).
En el desarrollo de la dimensión dialéctica del modelo de discusión crítica y el código de conducta para discutidores razonables nos inspiraron las ideas del racionalismo crítico propuestas por Karl Popper (1963, 1972) y más particularmente por Hans Albert (1975). La lógica dialógica de la Escuela de Erlangen y la dialéctica formal de Else Barth y Erik Krabbe nos estimularon para dar substancia a esta dimensión mediante un procedimiento dialéctico de reglas de discusión crítica. La dimensión pragmática que distingue nuestro enfoque claramente de otros enfoques dialécticos se conformó con base en (nuestras versiones corregidas de) ideas de la “filosofía del lenguaje ordinario” y el análisis del discurso, en particular las relacionadas con la teoría de actos verbales de John Searle (1969, 1979) y la lógica de la conversación de Paul Grice (1975, 1978, 1981; reimpresos ahora en Grice, 1989). Nuestro tratamiento de las falacias como violaciones de reglas propias de las diversas etapas de una discusión crítica constituye una respuesta constructiva al desafío planteado por las devastadoras críticas de Charles Hamblin (1970) al “tratamiento lógico estándar” de las falacias.10
3. Consolidación de la teoría estándar
Por considerarse evidentes por sí mismas, y a veces por razones menos honorables, hay ciertos elementos indispensables del proceso resolutorio que en el discurso argumentativo suelen dejarse sin expresar: la definición de la diferencia de opinión, los puntos de vista procedimentales y materiales, las relaciones entre los diferentes argumentos ofrecidos en defensa de un punto de vista (es decir, la estructura de la argumentación) y la manera en que se supone que cada uno de tales argumentos