Política económica para decidir en tiempos difíciles. Juan Carlos de Pablo. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Juan Carlos de Pablo
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789500211710
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se hizo con recursos mínimos y dificultades inmensas” (Pinedo, 1968).

      “Si se acepta el hecho de que en la década de 1870 la Argentina era poco más que una gran llanura fértil, con población tan escasa que ni siquiera resultaba suficiente para explotar de modo racional los muchos millones de ovinos y vacunos que se reproducían libremente en sus tierras; que estos animales eran la única fuente de exportaciones, compuesta por lanas, cueros, sebo y tasajo; que la importancia económica del país no estaba entonces de modo claro por encima de las otras naciones latinoamericanas; y que en consecuencia los empréstitos extranjeros que le ayudaban a cubrir el exceso crónico de las importaciones sobre las exportaciones eran relativamente modestos si se los compara con los del Brasil, Perú o México; entonces aparece naturalmente la necesidad de explicar los cambios que llevaron al país a la posición superior que gozó, hacia 1914, en el grupo latinoamericano de naciones” (Vázquez Presedo, 1971)

      Funcionarios “no angelicales”

      En las dos primeras secciones de este capítulo la política económica se planteó de manera unidireccional e interactiva, para diferenciar el caso en el cual la población reacciona de manera pasiva a las decisiones de los funcionarios, de aquel en el cual anticipa o descree dichas decisiones.

      Pero en ambas secciones los funcionarios son “angelicales”, en el sentido de que guían su accionar pensando exclusivamente en el bienestar de la población. Claro que es fácil imaginar que quienes ocupan cargos públicos pueden perseguir objetivos personales, como enriquecerse vía actos de corrupción, o trabajar para su reelección. ¿Cómo se modifica el análisis cuando los funcionarios no operan como imaginamos que lo haría la Madre Teresa de Calcuta?

      En este contexto “el problema de otorgarle poder al Estado, para que cree orden, mientras se lo restringe para evitar que se vuelva predatorio, es de fundamental importancia” (Greif y Kingston, 2011). “En última instancia la respuesta a la pregunta ‘¿quién nos cuida de quienes nos cuidan?’ debe ser ‘nadie’” (Dixit, 1996), tópico que Leonid Hurwicz (2008) abordó en su conferencia Nobel, titulada ¿Quién nos cuida de los cuidadores?.

      A propósito de esta cuestión inventé el caso de una isla habitada por un grandote y un pequeño, en la cual el único alimento posible es el pescado. Todos los días el grandote le ordena al pequeño que se interne en el mar y pesque para ambos, mientras él se queda tomando sol en la playa. Por la tarde, cansadísimo, el pequeño regresa, el grandote le quita casi todo lo que pescó (solo le deja al pequeño lo que este necesita para no morir de hambre), y lo come. La dramática realidad se repite cotidianamente (“una situación de equilibrio”, como diría un economista).

      Un día aparece un tercero, quien viendo la escena puede adoptar alguna de las siguientes acciones: 1) sugerirle al grandote que cambie su comportamiento, en el nombre de la ética o de Dios; 2) forzar al grandote a que cambie su comportamiento, en el nombre de la ley; 3) pedirle al grandote que le ordene al pequeño que pesque para los tres, y el tercero se pasa el día en la playa, tomando sol, junto al grandote. Tengo una aversión visceral contra el intervencionismo estatal, no porque no vea los problemas que crea el accionar de algunos integrantes del sector privado, sino porque mi experiencia personal, y la lectura de la historia, me muestran la frecuencia con la cual los funcionarios no pueden resistir la tentación de optar por la tercera alternativa. Cuando se le encarga a un ser humano que, en rol de funcionario, solucione “el problema de la vivienda”, lo primero que hace –¿quién debería esperar algo diferente?– es solucionar el problema de su vivienda, el de sus parientes y amigos, y si luego queda algo...

      Esta sección analiza la cuestión del ciclo económico de raíz política, la cuestión de las fallas de los mercados, versus las fallas de los gobiernos, la Teoría de la Dependencia, el costo que tiene para una sociedad que algunos de sus integrantes busquen rentas modificando en su favor aspectos de la política económica, y analiza el caso de la economía de la regulación.

      Ciclo económico de raíz política

      ¿Qué es preferible para el bienestar de una población: que el PBI de un país crezca siempre 3% anual, o que en promedio aumente 3% anual, pero como resultado de años de fuerte crecimiento y otros de nada despreciables caídas? Seguramente que la primera alternativa es mejor que la segunda, por lo cual el equipo económico de un país que sólo pensara en el bienestar de los gobernados buscaría eliminar –o al menos morigerar– la amplitud de ciclo económico.

      Pero si la situación económica existente en el momento en que se celebran elecciones impacta sobre los resultados que surgen de las urnas, o si a través de la política económica los funcionarios pueden afectar la distribución del ingreso, favoreciendo a sus “representados” y cobrando por el “servicio”, entonces cabe esperar la existencia de lo que la literatura especializada denomina ciclos económicos de raíz política.

      Kalecki (1943) analizó los ciclos económicos derivados del hecho de que la presión relativa de los distintos sectores privados sobre las autoridades –para endogeneizar en su favor la política económica– no es constante a lo largo del tiempo. En medio de una crisis las autoridades ceden a los grupos más keynesianos, y producen reactivación, más inflación y aumento del salario real; pero logrado esto, ceden a los grupos más conservadores, y producen recesión, menos inflación y caída del salario real. “Kalecki (1943) supone implícitamente que los capitalistas tienen un control desproporcionado del mecanismo político. Su explicación del ciclo económico se basa en la naturaleza no representativa del sistema político” (Nordhaus, 1975).

      Nordhaus (1972 y 1975) y Mac Rae (1977) también generaron ciclos económicos de raíz política, pero en el contexto de gobiernos representativos. “La clave de la explicación está en la ‘memoria declinante’ del votante [la situación extrema, la miopía, solo concede importancia a los resultados económicos del momento de la votación]. El ciclo se genera porque la política económica opera de la siguiente manera: inmediatamente después de cada elección, quien la ganó aplica políticas fiscal y monetaria restrictivas, para combatir la inflación, lo cual aumenta el desempleo. A medida que se acerca la nueva elección, [actuando de manera oportunista] el gobierno aplica políticas expansivas, que disminuyen el desempleo pero aumentan la tasa de inflación” (Nordhaus, 1975). En el momento de votar, el ciudadano se acuerda “mucho” de la reactivación económica que está experimentando en ese momento, y “poco” de lo que sufrió tiempo atrás con la desocupación, y vuelve a votar al partido que está en el gobierno. Frey