El golpe de Estado más largo. Gonzalo Varela Petito. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Gonzalo Varela Petito
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9786072924437
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en la medida en que partía de la izquierda histórica, que tenía diferencias y polémicas cristalizadas en ideas y organizaciones, pero también confluencia de orientaciones; a la que se sumaban el Partido Demócrata Cristiano y grupos disidentes de los partidos tradicionales igualmente izquierdizados, y que se izquierdizarían más al calor del acuerdo. Mucho influía para la unión de 1971 algo decisivo en política que los críticos no contemplaban: el agrupamiento por encima de diferencias frente a lo que se percibía como un peligro mayor y un enemigo común perfilado en años anteriores.

      Entre diversos y entusiastas sectores reunidos por el Frente Amplio, destacarían por su poder de convocatoria el Partido Comunista del Uruguay (pc o pcu) encabezado por su primer secretario Rodney Arismendi, muy completo en tanto dirigente partidario, parlamentario de larga data y teórico marxista-leninista, acompañado por cuadros políticos y sindicales no menos experimentados;22 el Partido Demócrata Cristiano (pdc) con su principal dirigente Juan Pablo Terra y una juventud radicalizada; así como el disminuido, pero todavía influyente Partido Socialista (ps) más el singular exherrerista y ultraizquierdista Enrique Erro, que regresaría de la nada o algo similar para constituir la tercera fuerza en votos de la coalición. Y como invitado de piedra el mln-Tupamaros, a la vez en la clandestinidad y la legalidad, con su Movimiento de Independientes 26 de Marzo (M-26) que congregaría una pujante y numerosa fuerza militante particularmente juvenil, que el Frente pese a declararse por la constitución no rechazaría, en aras de la unidad sin exclusiones y con la esperanza de lograr la pacificación una vez ganado el gobierno (perspectiva que no compartía el mln, pese a su disposición igualmente unitaria).

      Dentro de un nutrido contingente de líderes partidarios el Frente Amplio tenía cinco senadores: Enrique Rodríguez del Partido Comunista (sublema fidel, lista 1001), Francisco Rodríguez Camusso —otro exherrerista— también de la subcoalición fidel-1001,23 Juan Pablo Terra del pdc, Enrique Erro del sublema Patria Grande24 y por último Zelmar Michelini, batllista de izquierda y un hito en la historia parlamentaria de Uruguay. El fa contaba a su favor con un semanario independiente de gran circulación —Marcha— y tres cotidianos: el democristiano Ahora, el comunista El Popular —ambos matutinos— y el vespertino Última Hora, que reunía en su Consejo Director a personalidades de distintas denominaciones de izquierda.

      El presidente del fa, general retirado Líber Seregni, sería en vida un político heroico y un militar ejemplar, pero ello no le libraría de padecer y ser punto de concentración de las graves tensiones, dilemas y contradicciones a que se vería sometido el Frente Amplio en 1973.

      De los antes nombrados algunos llegarían a ser presidentes en posdictadura: Julio María Sanguinetti (en dos ocasiones) Luis Alberto Lacalle y Jorge Batlle. También José Mujica, que en 1973 era un tupamaro de segunda importancia en prisión.

      IV. Además de los partidos habrá que considerar por último (aunque no como lo menor) a la Convención Nacional de Trabajadores (cnt) formada entre 1964 y 1966, que agrupaba a la gran mayoría de las fuerzas sindicales del país, unificando a trabajadores de los sectores público y privado, obreros y empleados, en una fuerza política de gran magnitud, no limitada al gremialismo económico. Se identificaba con la izquierda, si bien por estatutos no tenía afiliación partidaria y su extensa base abarcaba a agremiados de muy variada orientación política. Reivindicaba comprender a unos 400 000 o 500 000 trabajadores (en un país de menos de tres millones de habitantes) aunque es difícil verificar esta cifra. No era incompatible la doble militancia, partidaria y gremial. El presidente de la cnt José D’Elía no pertenecía a ningún partido, pero la mayoría de la dirección colectiva era de orientación comunista.

      ***

      Para la elaboración de este trabajo recurrimos a una ingente suma de fuentes que se detalla al final, pero prestando particular atención a la prensa de la época, que a menudo se menciona por sus diferentes nombres en el texto principal y no solo en las notas, tomando en cuenta que aun teniendo sus medios una afiliación partidaria (así era en Uruguay) la prensa significa en el proceso político un actor aparte. El enfoque elegido es reconstructivo y por tanto narrativo. Aquí y allá el autor no oculta sus opiniones, mas ha tratado de formularlas de modo que quien no las comparta pueda de todos modos servirse de la información.

      Agradecemos a Silvia Dutrénit habernos convencido de dar fin a esta obra (cuando otras veces había sucedido lo contrario) y a Gerardo Caetano el apoyo para su publicación. Igualmente a los funcionarios de la Biblioteca Nacional y de la Biblioteca del Palacio Legislativo de Uruguay, así como de la sala de lectura de periódicos de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y de los Archivos Nacionales de Francia (Sede Pierrefitte-sur-Seine); a Sandra Pintos en el Archivo del Centro de Estudios Interdisciplinarios Uruguayos (ceiu) de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, y a Sonia Zenteno, Flavia Bonasso y Raquel Sánchez por su contribución a la edición.

      El estudio de los acontecimientos de febrero de 1973 en Uruguay, así como el de otros del periodo, se encuentra sesgado por los ajustes de cuentas entre fuerzas políticas luego de la dictadura. Se han publicado trabajos reveladores, en gran parte producto de testimonios tardíos;25 sin desdeñarlos, daremos preferencia a lo que se dijo en el momento, sobre todo en la prensa.

      Es necesario abordar el mes previo, porque en varios aspectos febrero comenzó en enero; o incluso antes, pues tras la sacudida que habían recibido el estatuto jurídico y el presidente con la insubordinación militar de octubre de 1972, había surgido el rumor de nuevas elecciones, mediante una reforma constitucional que consagraría el ballotage o escrutinio a dos vueltas. Ferreira Aldunate, que podía estar interesado negó que la propuesta viniera de sus filas, mientras que el reeleccionista Jaime Montaner no la descartó y dijo que la conversaría con Jorge Pacheco Areco, embajador en Madrid.26 Ningún sector partidario se hacía responsable del origen de esta idea que no fructificó, pero es importante retenerla, porque muestra que la hipótesis de remoción de Bordaberry que se manejaría en febrero y la fórmula de ballotage con que se elegiría en tal caso un nuevo gobierno, son anteriores a la nueva crisis de este mes. Los partidos buscaban reacomodarse, teniendo en cuenta la debilidad del presidente y su incapacidad de manejar los apoyos con que contaba. El procesamiento de Jorge Batlle por la justicia militar había mostrado que incluso el Partido Colorado, oficialmente en el gobierno, carecía de protección.

      Sin embargo Batlle era optimista a inicios del año, previendo posibilidades de mejora si se contenía la inflación. En signo de paz visitó a Bordaberry y corrió la versión de que su grupo volvería al gabinete para resolver la crisis económica, promoviendo un segundo “cimbronazo” (expresión del líder quincista en 1968) congelatorio de precios y salarios. La Comisión Reguladora de Precios, Salarios e Ingresos (Coprin) creada hacía cinco años seguía funcionando pero, decía el destacado reeleccionista Agustín Caputi, “No hay manera [de] controlar los precios […] habría que tener un ejército como el que tiene nuestro país para defender sus instituciones”. La crítica apuntaba al ministro de Economía y Finanzas Moisés Cohen, hombre de confianza del influyente titular de Ganadería e íntimo amigo de Bordaberry, Benito Medero, a quien había servido Cohen como subsecretario.

      Tres diputados del izquierdista Frente Amplio —José Pedro Cardoso, Hugo Batalla y Héctor Bruschera— con quien Bordaberry se había entrevistado en agosto del año anterior con el pretexto de una consulta sobre hidrocarburos (y en realidad a causa del preocupante ascenso del poder militar) le hicieron nuevos señalamientos en telegrama abierto acerca de torturas en reparticiones castrenses. El mandatario les reprochó que hubieran elegido el camino del escándalo: a su entender dicho tema no había sido el principal en la entrevista y por lo demás —dijo confundiendo ser con deber ser— no podía “disponer el cese de algo que no se ordenó y que no está permitido”. El Frente Amplio rechazó también el comunicado No. 670 de las Fuerzas Conjuntas (ff. cc.) policiales y militares, que involucraba a algunas organizaciones de la coalición en sospechas de subversión, catalogándolo como nueva prueba de una “escalada fascista, ahora prohijada desde la misma presidencia de la república”. Para el fa, no