El golpe de Estado más largo. Gonzalo Varela Petito. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Gonzalo Varela Petito
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9786072924437
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Pero el ambiente no se prestaba a un ágape populista: más adelante, en uno de sus enojos con Bordaberry, Ferreira diría que “el día que pidió que lo fueran a ayudar, juntó a 20 o 25 niñas de organdí en la vereda de enfrente”.118

      Para el frentista Última Hora, la máxima concurrencia de unas quinientas personas se habría registrado la noche del domingo 11 de febrero. “Llegaban en automóvil”, dice el periódico, que publicó en contraportada la conocida foto en la que el mayor Gavazzo —años después famoso por sus delitos contra los derechos humanos— aparece entre señoras maduras que gesticulan apoyo al gobierno.119

      La escasa concurrencia reflejaba el distanciamiento del presidente con los partidos y la clase política. Entre los blancos Ferreira se había apartado al rechazarse su propuesta. Narraría que el domingo 11 se había llamado a los nacionalistas para que acudieran a la residencia presidencial de la Avenida Suárez, pero ya era tarde y no deseaban participar “en los finales de una ópera dramática”. En la convención nacionalista de mayo añadiría que

      Cuando la crisis de febrero, hubo algunos buenos ciudadanos, que creyeron que el deber del Partido era ponerse a la cabeza de un movimiento de defensa de la normalidad constitucional. ¡Y claro era verdad! […] Pero […] a la gente no se la lleva a donde se la quiere llevar. […] Es imposible nutrir grandes cruzadas populares únicamente con abstracciones.

      Por su parte los acuerdistas veían desvanecerse las expectativas de acceder a la dirección de los entes a causa del veto militar, lo que traería consecuencias hasta junio en las relaciones entre gobierno y Parlamento, donde el mandatario tenía una hipotética mayoría. El general retirado Oscar M. Aguerrondo desmintió que hubiera solicitado ver a Bordaberry y profirió la ambigua frase: “no tengo ninguna opinión ni quiero expresarla tampoco”. Más que a sus partidarios herreristas de los que estaba alejado, se debía sentimentalmente a los alzados, entre quienes contaba con fuertes simpatizantes.120

      Para el día 12 Jorge Batlle se había esfumado informaba El Popular —que le seguía los pasos a su adversario— pero es de recordar que estaba sometido a justicia militar y su situación se volvía más incierta. Su desaparición no fue inmediata: una foto del día 9 lo muestra departiendo con el historiador Pivel Devoto “a pocos metros de la línea de barricadas [de la Marina]: a la espera de que se levantara el bloqueo” que le permitiría acceder a las oficinas de Acción. El capitán de navío institucionalista (colorado) José Bello, ha dicho que fue de los pocos políticos ubicables en esos días.121

      Se esparció la noticia de que dirigentes reeleccionistas y quincistas le pedían el domingo 11 a Bordaberry que dimitiera, reforzada luego de que Sanguinetti visitara el lunes 12 la residencia de Suárez.122 Ahora resumió:

      se trasuntó ayer [lunes] en el vespertino “Acción” que “el Presidente recibió al diputado doctor Julio María Sanguinetti, quien le formuló un planteo político a título personal y amistoso”. Esta información [continuaba Ahora] que no contiene ninguna otra aclaración, precisamente cuando circulaba la versión de que el quincismo exigía al Presidente la renuncia, hizo concluir a los observadores que ese había sido el objetivo de la visita del diputado Sanguinetti.

      Héctor Grauert, de Unidad y Reforma, declaró que si alguien de su grupo había solicitado tal cosa “lo habrá hecho a título personal”. El silencio de otros legisladores quincistas o reeleccionistas, por lo común locuaces, apoyó el rumor. Según la cronología no necesariamente completa de Acción, a partir de las 16:30 del día 11 habían arribado a Suárez Ángel Rath (reeleccionista), Eduardo Paz Aguirre y Wáshington Cataldi (ambos de Unidad y Reforma), más Carlos Fleitas y el intendente Oscar Rachetti (ambos reeleccionistas). El Día se atuvo a “un calificado informante” que le aseguraba que ese domingo ambos sectores colorados habían demandado la renuncia, para luego rectificar el lunes 12. Pacheco en cambio habría mantenido que Bordaberry debía seguir en el puesto. La Mañana (cercana al reeleccionismo) sostuvo que “todos” los grupos de Partido Colorado habían considerado pedir la renuncia. Acción informó el día 13, “Para evitar algunos equívocos”, que su sector desde el principio de la crisis había acompañado al presidente, como lo demostrara su temprana declaración; luego del sábado 10 solo se habría producido una reunión de legisladores colorados con el mandatario, llevando Unidad y Reforma y la lista 315 de Vasconcellos “idénticas posiciones”, a lo que Bordaberry les había confirmado que no abandonaría el cargo. “En cuanto a la conversación que mantuvo el diputado Sanguinetti con el Presidente, como dijimos en nuestra edición de ayer [o sea el mismo lunes 12 de la visita del diputado, pues Acción era un vespertino] fue un diálogo personal y amistoso”.123

      Ahora señaló que Acción se deslindaba del pedido de dimisión en nombre de Unidad y Reforma, sin negar que tal hubiera sido el objetivo de la entrevista de Sanguinetti. El Popular se burló de que este andaba “siempre corriendo por cuerda aparte y recibiendo algún cascotazo que otro del diario ‘Acción’ que dice dirigir”. Pero el director del vespertino era Jorge Batlle, posible autor del cascotazo. Bordaberry afirmaría muy posteriormente que “el doctor Sanguinetti me pidió que renunciara. Él niega que lo haya hecho […] digamos que uno de los dos está equivocado”. Sanguinetti ha escrito o declarado varias veces sobre el incidente. Su relato más cercano al hecho que conocemos es de julio de 1973 y allí dice que el domingo 11 “en una reunión con dirigentes políticos se habla al presidente sobre la posibilidad de una renuncia” que este no considera. Luego, “En la mañana del lunes lo visito, le digo que como amigo, no como político ni como representante de un partido, creo que solo le queda renunciar [para que asuma el vicepresidente Sapelli] que de lo contrario solo vegetará en la presidencia”, pues ya no puede alcanzar “una solución digna”. Bordaberry, aconsejado a distancia por Pacheco no lo escucha, cree que él y no Sapelli es el único que puede lograr una salida que preserve la tradición legal del país y garantice la continuidad del Parlamento. A la postre dice Sanguinetti, el asunto terminará en una institucionalización forzada de la participación política de las ff. aa., y reconocimiento de la “autonomía de sus decisiones en cuanto a su vida interna”.124 (No obstante lo cual, Unidad y Reforma afirmaría que no se había producido un golpe en febrero.)

      Sanguinetti acota que los militares no estaban convencidos de asumir el gobierno. Opinión Nacionalista observó al respecto una oscilación: el viernes 9 los alzados aumentaron sus demandas, ya no se contentaban con la renuncia de Francese; el sábado Bordaberry pensó en renunciar,125 con la perspectiva de que lo sustituyera Sapelli o una junta militar. Los oficiales no estaban decididos a tomar el gobierno —tal como le habría dicho Gregorio Álvarez a Zorrilla— y sin embargo el domingo, con la Marina ya plegada a la rebelión, se especuló con lo contrario. El País publicó que se sabía que la 15 estaba “en total disconformidad con los últimos pasos” que adoptaba el mandatario, aunque se cuidaba de expresarlo; Jorge Batlle no lo había visitado en esos días. Vasconcellos, al principio preocupado por apoyar al mandatario, viendo el giro de los acontecimientos se negaba a sostener a “un presidente manejado”, en lo que concordaba la Convención Nacional del Partido Colorado al declarar “que solo el cumplimiento estricto de la Constitución y de las leyes por parte de los gobernantes y los gobernados, es la garantía”. El domingo 11 a las 16:27 se había apersonado en Suárez Baltasar Granucci, secretario general del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Colorado, buscando entrevistarse con Bordaberry, para comunicarle que la Convención reunida el día anterior había decidido solicitarle la renuncia. Mas a causa de la fragmentación del lema las instancias partidarias comunes hacía tiempo carecían de fuerza y el presidente no lo recibió.126

      Bordaberry, añadía Ahora, estaría enojado con Unidad y Reforma por ser el sector que le recomendara a Francese como “el más indicado para cortar cabezas”, cuando la que estaba por rodar era la suya. A todo se sumó la repentina invisibilidad de Sapelli. El Día publicó que el domingo 11, “Tal como estaban planteadas las cosas, resultaba fundamental conocer la posición del Vicepresidente de la República, Sr. Jorge Sapelli. [Pero] Fue imposible ubicarlo en su domicilio ni en los demás lugares que suele frecuentar”. Recién el martes 13, una vez resuelta la crisis y cuando el Ejecutivo luego de cuatro días volvía a funcionar en Casa de Gobierno,