La palabra que emplean los orientales es om. Significa lo mismo que Yo Soy (I am). A mí personalmente me gusta más el Yo Soy, porque el estudiante siente más la acción de Dios en él. Para los orientales om es una presencia universal, y no da la conciencia que da la presencia Yo Soy actuando en el individuo. Esto explica la condición que existe hoy en la India, que por la confusión de tantas castas, han caído en el error de creer que lo que es importante es la entonación en que cantan om. Sí es verdad que impone una actividad, pero no la de energizar la acción del individuo y, por consiguiente, la diferencia de entonación es de poco beneficio.
El sistema de los Maestros Ascendidos desde tiempo inmemorial ha sido el uso consciente de la Presencia Yo Soy. El reconocimiento y plena aceptación de Dios en acción en el individuo es lo que imparte más y más la inteligente actividad, plena y completa, de la Presencia de Dios. Esto es la práctica de la Presencia de Dios, o sea, la Deidad.
Aquellos orientales que han alcanzado grandes alturas, y que los hay sin duda, lo han logrado a fuerza de meditar sobre esta verdadera actividad. Tal vez la verdad más sencilla y más poderosa que el individuo puede sostener es que cuando él diga Yo Soy pone en acción dentro de sí mismo, consciente o inconscientemente, la plena energía de Dios sin adulteración alguna. La energía se convierte en poder, a través del uso consciente. El hecho de que un individuo está encarnado como ser humano es una orden de elevar su mundo a un estado de actividad perfecta. Cuando la conciencia del individuo es elevada, todo el mundo de ese ser es subido al plano de actividad interior.
La frase oriental O mani padme hum significa «Dios actuando en el individuo». Usa el Yo Soy en lugar de om en todo momento, porque tal vez tú has vivido encarnado en cuerpos hindúes conociste ese uso, y para impedir que se invoque un uso inferior, emplea el Yo Soy, para que te lleve a la altura completa.
Cada vez que tú usas el Yo Soy, pones la pura energía en Dios en movimiento, sin color ni tinte de concepto humano. Es la única forma de mantener la pura energía de Dios incontaminada por calificaciones humanas. Enormes resultados se logran en corto tiempo por medio del uso de las afirmaciones siguientes: «Yo Soy la pura inspiración; Yo Soy la Luz pura en acción aquí» (visualiza esto en y a través del cuerpo en el propio momento); «Yo Soy la pura revelación de todo lo que yo quiero saber».
Mantén para siempre dentro de ti las riendas del poder. La gente teme abrazar el Gran Poder de Dios y dejarlo obrar. ¿Y qué puede haber en Dios que te dé temor? Tienes que reclamar o apropiarte lo que tú desees. Di:
«Yo Soy ahora el ser ascendido que deseo ser». Esto te envuelve inmediatamente en la Presencia Ascendente.
«Yo Soy la eterna liberación de toda imperfección humana». Esto realiza quien es Yo Soy. «Yo Soy, acepto ahora mi perfección completa y terminada ya».
Usa las explicaciones de las afirmaciones para tu propia comprensión, pues la conciencia carnal es un Santo Tomás, incrédulo y criticón. No lo dejes dudar. Di: «Este cuerpo mío es el templo de Dios viviente y es ascendido ahora».
Las instrucciones generalmente son para que el estudiante se compruebe la Ley a sí mismo. Di a menudo: «Yo Soy el poder que gobierna esta actividad y, por consiguiente, siempre es normal».
En todo el Universo no hay un individuo que pueda reconocer el Yo Soy ajeno para ninguna otra persona. Uno puede dirigirse al Yo Soy colectivo y, por supuesto, porque en ese Yo Soy entra uno también, pero no es lo mismo cuando se trata del Yo Soy individual. Cada paso alcanzado por ti en el reconocimiento de que eres, es una adquisición permanente y no se puede retrogradar.
Capítulo VIII
La felicidad, a veces llamada dicha, es buscada por todo el mundo y, sin embargo, una gran cantidad de los que la buscan con empeño siguen pasando de largo frente a la llave de esa felicidad.
El autocontrol y la autocorrección son simplemente la llave de la dicha perfecta así como el poder inherente que la mantiene invariable. Sin embargo, una vez que se aprende la verdad de que uno mismo es la Presencia Yo Soy y la inteligencia que controla y ordena todas las cosas lograr esto es muy sencillo.
Rodeando a cada persona existe todo un mundo de pensamientos creados por él mismo. La Presencia Divina, la semilla del Yo Soy —que es la única Presencia que actúa en el universo y la cual dirige toda energía—, se encuentra dentro de este mundo mental. Por medio de la actividad consciente del individuo esta energía se puede incrementar más allá de todos los límites.
La Presencia Divina Interior puede ser comparada con la semilla de un durazno. El mundo mental o de pensamientos que la rodea se asemeja a la pulpa. La pulpa no sólo simboliza el mundo mental creado por el individuo, sino la sustancia electrónica universal esperando ser impulsada por la determinación consciente del individuo, para ser precipitada a su uso perceptible en la forma que a él le convenga o desee.
Por medio del autocontrol se nos presenta el camino seguro hacia la comprensión y uso de este poder consciente. ¿Qué quiero indicar con la palabra «autocontrol»?:
1) Aceptar que la inteligencia Yo Soy es la única Presencia activa,
2) entendiendo esto, también sabemos que no hay límites ni restricciones para el uso de este poder, y
3) que los seres humanos al haber recibido libre albedrío, libre selección y libre actuación, lo que crean en su mundo mental es todo aquello en lo que fijan su atención.
Por fin ha llegado el momento cuando todos deben saber que el pensamiento y el sentimiento constituyen el poder creador más grandioso en la vida y el universo. Sólo hay una manera de usar el poder pleno del pensamiento-sentimiento, que llamamos Dios en acción, y es manejando el autocontrol y la auto-corrección, con ellos se puede adquirir rápidamente el entendimiento para emplear y dirigir este poder del pensamiento sin limitación alguna. Cualquier persona puede mantener su pensamiento firme en cualquier deseo, del mismo modo que una llama de acetileno se mantiene quieta sobre una soldadura, una vez que ha alcanzado el suficiente auto-control. Asimismo sabiendo que la Presencia Yo Soy es la que está pensando, o sea que es Dios en acción, en el momento en que se deja fija la conciencia en cualquier deseo se advertirá que se puede traer a la visibilidad, o precipitar, lo que se necesite, quiera o desee. No se trata de no poder pensar en alguna otra cosa; si ese fuera el caso, ¿cómo se podrían llevar a cabo las innumerables obligaciones que llenan nuestros días? Por eso es siempre que se tenga que recordar el punto en cuestión se sabe que es Dios, o la Presencia Yo Soy, invariablemente quien, con todo su poder, está actuando para precipitarnos el deseo.
Escucha atentamente, se ha probado de innumerables formas que la felicidad no es producto del efecto que produce una cosa. El individuo se hace maestro, o dueño de su mundo, gracias, únicamente, a la comprensión de la causa que origina las cosas.
El autocontrol se practica pensando y declarando de inmediato ante cualquier discordia que se presente: «No señor. Mi Yo Soy es perfecto y esto no puede ser cierto. Anulo, pues, aquello que esté hecho por mi conciencia exterior y sólo reconozco la perfección manifestada». ¿Entonces qué sucede? Puesto que has abierto la puerta a Dios, Yo Soy, él corrige todo lo externo.
Saint Germain dice: «Querido estudiante si consiguieras vislumbrar el magnificente brillo que se presenta en ti en el momento que sostienes de este modo tu autocontrol frente la actividad exterior, aumentarías todos tus esfuerzos para alcanzar el autocontrol y maestría sobre toda manifestación externa. De este modo se le permite a la magna Presencia Yo Soy liberar su enorme poder en nuestra conciencia y uso exterior».
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