Borra de tu mente todo menos la operación consciente de Yo Soy, pues es el más alto poder. Lograrás la idea de que todos estos aparentes milagros se producen con facilidad.
Suponiendo que tú quieres iluminar una habitación, di: «Yo Soy la iluminación de este cuarto». Entonces actúa sobre los electrones del cuarto, ya que iluminar la atmósfera de un cuarto es tan fácil como levantar la mano. Tu capacidad para iluminar un cuarto es tan adecuada como el lograrlo a través de una lámpara eléctrica. Tú puedes tan fácilmente conducir la corriente eléctrica universal a través de ti, como la electricidad corriente es conducida a través de los cables. Para hacer visible la iluminación que está dentro de tu propio cuerpo, o sea, para irradiarla visiblemente, di: «Yo Soy la iluminación visible a través de este cuerpo ahora». Dentro de ti hay un punto focal.
El Yo Soy que está en ti creó todo en el universo. Cuando tú entres en la confianza de tu Yo Soy, Él borrará toda obstrucción. Usa a menudo: «Yo Soy el poder y la presencia consumidora de todo temor, duda y confusión que pueda haber en mi mente exterior, sobre la invencible actividad del Yo Soy». Continúa este ejercicio y siempre sabrás instantáneamente lo que debes hacer.
La conciencia del individuo encubre la forma con los conceptos pertenecientes a Él y cuando éstos son agrupados alrededor del individuo que ha generado cierta energía, no le impone a éste otras condiciones que las de su propio mundo.
Cada vez que te sientas gozoso y lleno de impulso aprovéchalo, úsalo y decreta.
Capítulo VI
Constantemente recuérdale a la conciencia exterior que cuando tú dices Yo Soy, pensando en el poder infinito de Dios, has puesto en función ese poder para cumplir con éxito la idea que tienes en conciencia.
Los estudiantes sinceros no deben olvidar esto por un solo momento, hasta que la verdad se radique y actúe automáticamente. Verán, pues, qué ridículo es decir «estoy enfermo, estoy económicamente restringido», cuando parezca faltar cualquier cosa.
Yo te digo que es imposible que seas afectado si te mantienes en la idea anterior. Úsala. Cuando tienes catarro, no necesitas que se te diga que debes usar un pañuelo. Entonces, ¿por qué necesitas que se te recuerde que la actividad exterior no tiene sino sólo un poder que le permite moverse, y que es la presencia Yo Soy Dios en ti? Lo malo de los estudiantes sinceros, es que no meditan lo suficiente a menudo sobre esta verdad, para que su Maravillosa Presencia entre en actividad.
Por ejemplo, si tú dices: «Yo Soy la majestuosa y victoriosa presencia que llena todos los cargos oficiales» te darás cuenta cuán bendecido serás por hacerlo.
Cuida tus contactos exteriores constantemente para que no aceptes en ignorancia la apariencia de cosas, o el temor de aquellos que se llaman financistas. Dios gobierna tu mundo, hogar, negocios y eso es todo lo que te concierne.
No creas jamás que estás dejando que la imaginación se desborde porque sientes la cercanía de la Gran Presencia Individualizada. Regocíjate, cree en esa Gran Presencia que mantiene en ti todo lo que tú puedas desear o usar. Tú no dependes de cosas exteriores. Con esta feliz entrada a este Magno Poder y Presencia que contiene todo, ¿no ves tú que si todo se acabara, tú siempre estarías provisto? Yo quiero que sientas, aceptes gozoso y que con todo tu ser conozcas que el poder de precipitación no es un mito, es real. Los que entren en este sentimiento con suficiente profundidad tendrán la precipitación de todo lo que desean.
Hay niños que han sido castigados por ver seres angélicos y por manifestar que tienen una percepción interior. Son los padres de esos niños los que deberían ser castigados por atreverse a interferir en el don divino de la libertad del niño. Si los grandes vivieran más en el imaginar consciente y en la aceptación de la Gran Presencia, cuya existencia duda la humanidad, sentirían esa presencia elevándolos y dándoles su inteligencia.
¡Mi amado!, si de pronto sientes que necesitas fuerza o valor, expresa: «Yo estoy aquí surgiendo y supliendo instantáneamente».
Si tú necesitas armonía, de mente o cuerpo: «Yo estoy allí supliéndote instantáneamente y no necesitas esperar».
No le des un pensamiento al mundo o a los individuos que no comprenden estas cosas. Continúa regocijado en la presencia activa, visible, de lo que tú desees manifestar y ver precipitado en tu vida y tu uso: «Yo Soy la presencia activa y visible de esto que yo deseo, ya manifestado».
Nuestro sentido común debe decirnos que a menos que nosotros esperemos, aceptemos y gocemos ya aquello que deseamos, ¿cómo lo vamos a lograr? El pobre e insignificante ser exterior se pavonea diciendo:
«Yo Soy demasiado importante para poner atención a semejantes cuentos de hadas». Pues permíteme informarte que algún día los individuos que hablan así van a ponerse muy contentos con estos cuentos de hadas y llenarán su mente con esas ideas para verlas surgir.
En cada contacto con el mundo exterior de los negocios y cada vez que haya una condición negativa que aparente tocar tu mundo, instantáneamente toma esta determinación: «Yo Soy la precipitación y la presencia visible de cualquier cosa que yo desee y no hay hombre ni cosa que pueda interferir en ello».
Cuando yo hablo de precipitación, no sólo me refiero a la apertura de los canales invisibles, sino a cualquier canal, ya que todo es precipitación, lo creado y lo no creado aún, y no hay sino una pequeña diferencia de actividad.
Cuando yo reconozco quien Yo Soy, he entrado en el gran silencio donde está la más grande actividad de Dios. Este reconocimiento debe traer grandes revelaciones al individuo si él acepta esto gozosamente.
En tu experiencia exterior, la práctica de cualquier actividad desarrolla más y más tu eficacia, ¿no es así? Si uno puede aplicar esto a una actividad exterior, ¿no ves tú cuánto más importante lo es para una actividad interior? Cuanto más lo uses mayor poder manifestarás. Sabes tú que puedes hacerlo con las cosas espirituales, de manera más grande y rápida que con lo exterior, ya que en el espíritu el poder actúa instantáneamente. No hay espera cuando el Yo Soy actúa.
El hecho de que la musculatura se desarrolle con el ejercicio te debe hacer comprender que el mismo esfuerzo por el poder interno, naturalmente, tiene que producir muchos mayores resultados. Por ejemplo, los hombres creen que tienen que hacer ejercicios físicos para desarrollar los músculos. Pues yo he hecho muchas veces que mis estudiantes desarrollen un bello y simétrico cuerpo con músculos poderosos sin haber hecho un solo ejercicio físico. En todo desarrollo, tanto del exterior como del interior, la primera parte del ejercicio es mental. Debemos saber que no hay sino un solo poder y energía y que viene de la presencia Yo Soy en cada uno. Por consiguiente, el ejercicio de tus facultades interiores es llamado mental; pero yo te digo que es Dios en acción, porque tú no puedes formar un solo pensamiento sin la inteligencia y la energía de Dios para lograrlo. Por lo tanto tu actividad mental es la energía de Dios en acción. Ahora verás, pues, cuan fácil y posible es producir un cuerpo físico, fuerte y simétrico, sin hacer ejercicios físicos para lograrlo.
La mayoría de los hombres científicos, médicos o profesores de cultura física, negarán esto; pero yo les aseguro que es solamente que no han penetrado profundamente respecto a la energía o el poder que está actuando, pues ninguna actividad puede tener lugar si no es por el uso de esta energía y poder interior. La gente permite que le entren dudas y temores con respecto a los conocimientos de estas grandes facultades que son libres y para el uso de quien las quiere utilizar en cualquier momento. Lo que pasa es que se encuentran sumergidas como un corcho mantenido debajo del agua, el cual, apenas se le suelta, salta a la superficie. Yo te aseguro que es lamentable que los estudiantes sinceros pasen tantos años esforzándose, ensayando y dejando el uso de estas facultades, y luego, porque no las ven operar inmediatamente, se dejan caer de nuevo en un estado de inactividad hasta que algo los vuelve a animar, para recaer de nuevo.
El reconocimiento persistente