Anatomía funcional del Yoga. David Keill. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: David Keill
Издательство: Bookwire
Серия: Yoga
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788499106977
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al suelo. El cuerpo se ha adaptado a esa línea gravitatoria.

       Figura 2.3: El cuerpo se adapta a la línea gravitatoria.

      Para que se produzca este ajuste, algunos músculos tendrán que acortarse (reducir la distancia entre sus extremos), mientras que otros deberán alargarse (aumentar la distancia entre sus extremos) para que los huesos se muevan, y así mantener la postura y el equilibrio. En este ejemplo, la principal adaptación está en la articulación del tobillo. En resumen, los músculos de la pantorrilla se alargan y los músculos de la parte baja de la pierna a la altura de las espinillas se acortan.

      Los pies son como los cimientos de una casa: tienen que ser homogéneos para que, básicamente, se alineen con la gravedad. Sin embargo, si estos cimientos se ponen sobre terreno desnivelado, la casa tendrá problemas. Por ejemplo, si un lado de los cimientos se asienta unos centímetros más que otro, la estructura estará sometida a estrés. En vez de pasar por el centro de las vigas y bajar rectas hasta los cimientos, seguramente las fuerzas bajarán con pequeños ángulos. Como consecuencia, es posible que ni puertas ni ventanas se abran bien. Los mismos principios son aplicables al cuerpo. ¿Qué pasaría si se hundiera uno de nuestros arcos? ¿Cuál sería el impacto para el resto del cuerpo? Al igual que se verían afectadas las partes móviles de una casa (puertas y ventanas), las partes móviles de nuestra propia «casa» (las articulaciones) sufrirían cambios. Si, por algún motivo, nuestro arco derecho se derrumbara, faltaría soporte, la rodilla se metería hacia dentro y, como resultado, la articulación de la cadera de ese lado se inclinaría hacia abajo y hacia delante. Esto haría que se comprimiera la parte baja de la espalda en ese lado, lo que podría hacer que el sacro sobresaliera en ángulo y pasara a formar parte de una escoliosis. Y las compensaciones por un arco caído podrían seguir y seguir.

      EVOLUCIÓN DEL PIE

      Para poner algo de perspectiva en cuanto al pie, volvamos a los cambios evolutivos. Los humanos hemos pasado de andar a cuatro patas a hacerlo sobre dos piernas. Los chimpancés son nuestros parientes más cercanos de acuerdo con el ADN. Si observamos a estos primates, a veces dejan de apoyar los nudillos y utilizan las piernas y los pies para andar como bípedos. Para los chimpancés, andar a dos patas durante mucho tiempo resulta complicado, algo que se puede ver por ese bamboleo con el que lo hacen. Esto revela que la pelvis de los chimpancés y los tejidos que la rodean no están diseñados en una posición óptima como para andar de esta forma.2

      A medida que fuimos desarrollándonos en posición erguida, el pie humano pasó por tres cambios básicos. Para empezar, perdimos el dedo semioponible. Los primates tienen la capacidad de agarrarse y sujetarse a objetos (con frecuencia ramas) con sus patas traseras. En nuestros pies, el dedo semioponible ha desaparecido (al menos en la mayoría de nosotros), lo que ha hecho que el dedo gordo se aproxime más al segundo dedo y cambie la forma en que se reparte el peso en el pie.

      En segundo lugar, el centro o eje del pie ahora pasa directamente por el segundo dedo. La mayoría de las personas tiene un segundo dedo del pie levemente más largo que el dedo gordo (al menos aquellos que están más avanzados desde el punto de vista evolutivo. Ja, ja. Mira mi dedo en la foto). Este cambio tiene que ver con cómo se transfiere el peso por todo el pie cuando andamos, y con cómo la supinación y la pronación se han desarrollado respecto a nuestra forma de andar.

       Figura 2.4: Mucha gente tiene un segundo dedo del pie algo más largo que el dedo gordo.

      Sin embargo, no hay ningún cambio más significativo para el pie que el desarrollo de los arcos. Como resultado de movernos en una posición bípeda erguida, los pies se adaptan para gestionar el peso y el estrés que supone andar sobre estas dos áreas relativamente pequeñas. Quizá los arcos son la parte más significativa del diseño que nos permite andar tan deprisa y con habilidad. Además podemos hacerlo durante períodos prolongados, a diferencia de los primates, que no aguantan tanto, y que tras unos instantes tienen que volver a apoyar los nudillos en el suelo.2

      LOS ARCOS DE LOS PIES

      La mayoría estamos familiarizados con el arco que tenemos en la parte medial o interior del pie, llamado arco longitudinal medial (LM) o simplemente arco medial. Sin embargo, en realidad hay tres arcos. Hay un segundo arco en el lateral o exterior del pie, llamado arco longitudinal lateral (LL), y un tercero llamado arco transverso (AT), que cruza el extremo distal de los cinco metatarsianos (base de los dedos).

       Figura 2.5: El arco medial del pie.

      Aunque el segundo y el tercer arco mencionados no son tan obvios ni críticos como el arco medial, juntos crean una calidad sinérgica importante para el pie y su capacidad para soportarnos donde conectamos con la tierra. Echémosles un vistazo más de cerca para intentar comprender qué mantiene su forma y salud.

      Si tuviéramos que unir los puntos para crear estos arcos, veríamos tres: uno en el talón (calcáneo), otro en la base del dedo gordo (extremo o cabeza distal del primer metatarsiano) y el tercero en la base del dedo meñique (extremo o cabeza distal del quinto metatarsiano). Este triángulo delinea los tres arcos: medial, lateral y transverso.

       Figura 2.6: Delineación de los tres arcos del pie.

      Los arcos no funcionan de forma individualizada ni permanecen estáticos en las líneas que usamos para delinearlos. Los arcos medial y lateral están conectados entre sí, ya que ambos juntos abarcan toda la longitud del pie como una serie de arcos paralelos. Dicho de otra forma, forman un arco continuo a lo largo del pie. De igual forma, el arco transverso es, en realidad, una serie de arcos paralelos que van desde la parte trasera del pie a la parte delantera (consulta la figura 2.7). Se trata de una estructura realmente sofisticada y no debería sorprendernos. Durante miles de años, los arcos han sido una forma muy fuerte y poderosa de construir estructuras. Imaginémonos, por ejemplo, el acueducto de Segovia. Esta serie de arcos, que transportaba agua por toda la ciudad a finales del siglo I, mide más de 915 metros y es una prueba viviente de lo fuertes que son los arcos.

       Figura 2.7: La estructura del pie, como la de un arco, es tridimensional.

       Figura 2.8: Testimonio de la fortaleza de los arcos en forma del Coliseo de Roma.

      Además de los arcos, existe otra forma arquitectónica poderosa pero simple que se puede encontrar en el pie: un punto en la parte superior del astrágalo en el que se unen tibia y pie. El peso también pasa por aquí, desde la tibia por el astrágalo hasta entrar en el pie. Así que ahora tenemos un elemento tridimensional con una pirámide de tres lados.

       Figura 2.9: El pie es como un arco y distribuye el peso de forma parecida a una pirámide.

      Cuando pienso en una pirámide, me imagino las pirámides de Egipto, que llevan ahí desde el 3200 a. C. Jamás he oído que una de estas pirámides de cuatro lados se haya derrumbado. Así que, ¿podemos convertir nuestro pie en algo con forma parecida? Por supuesto que sí. Solo hay que poner dos puntos en el talón en vez de uno. ¿Alguna vez has oído a un profesor de yoga hablar de los talones interior y exterior? No quiero alejarme demasiado de