Anatomía funcional del Yoga. David Keill. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: David Keill
Издательство: Bookwire
Серия: Yoga
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788499106977
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la asana nos enseña mucho a través del movimiento sobre quiénes somos. La compresión, el estiramiento y la contracción de los tejidos despiertan la conexión cuerpo-mente mediante la estimulación del sistema nervioso.

      Receptores sensoriales

      Existen diferentes clasificaciones de los receptores sensoriales del cuerpo. Cualquier libro de fisiología reciente te hará un buen resumen de todas ellas. Suelen clasificarse primero por ubicación (superficial o más cercana a la piel, o más profunda o más cercana a los órganos corporales). Pero también hay receptores que están especializados. Es algo que vemos en músculos, cápsulas articulares y tendones. En estas categorías, verás que el movimiento o cambio de forma, las sustancias químicas, la temperatura y los estímulos intensos (como la presión o el dolor) estimulan los receptores.

      El tipo de receptor más pertinente para nuestro debate sobre el movimiento y la asana son los llamados propioceptores. Se encuentran dentro del cuerpo y, más concretamente, en las cápsulas articulares, los músculos y los tendones. En las cápsulas articulares, los receptores nos ofrecen información sobre la presión, el movimiento y sobre dónde están las cosas en el espacio. En los músculos, tenemos un receptor especializado llamado huso muscular. En los tendones, se llama órgano tendinoso de Golgi.

      Un huso muscular es un tejido especializado del vientre de un músculo que mide la longitud de un músculo en reposo. De acuerdo con esta información, el huso puede provocar un «reflejo miotático». Ten en cuenta que este reflejo se produce de forma inconsciente. Este tipo de receptor no es responsable de crear sensaciones como frío, calor o dolor. Un ejemplo es la clásica prueba de reflejos que los médicos hacen a sus pacientes. Con un martillo de goma, golpea el tendón que hay justo debajo de la rótula con la pierna colocada en el borde de una mesa. El cambio rápido de la longitud del músculo en reposo estimula el huso muscular del cuádriceps (sobre todo el recto femoral) y se inicia un reflejo miotático que provoca una contracción muscular.

       Figura 1.12: Anatomía del huso muscular y el órgano tendinoso de Golgi.

      Los órganos tendinosos de Golgi se encuentran en las zonas en las que las fibras musculares se vuelven tendinosas. Su función es la opuesta a la del huso muscular. En vez de medir el cambio de la longitud de un músculo, miden la cantidad de fuerza producida en la zona tendinosa en la que se encuentran. Si un músculo se contrae en exceso, cerca de los límites del desgarro (sí, también se puede producir un desgarro como resultado de una contracción), se produce el llamado reflejo tendinoso de Golgi, que hace que el músculo se relaje para evitar la lesión.

      Todos estos tipos de receptores sensoriales proporcionan información al sistema nervioso, y dicha información se utiliza de diferentes formas en el cuerpo. En todos los casos, hay una respuesta a esa información como, por ejemplo, la contracción de un músculo o la liberación de ciertas hormonas. La respuesta puede ser inmediata o llegar con el tiempo.

      Si somos suficientemente sensibles y no nos movemos demasiado deprisa, estos propioceptores pueden evitar que nos lesionemos durante la asana. Es posible que el estiramiento de los tejidos que hacemos en yoga acabe desencadenando el reflejo miotático. Si los tiempos y la velocidad del movimiento son los adecuados, quizá este reflejo ya nos haya salvado de una lesión. Se puede decir lo mismo del órgano tendinoso de Golgi. En las asanas basadas en la fuerza, el esfuerzo puede provocar una sensación repentina de debilidad. Al pedir al músculo que se relaje para evitar el desgarro, nos sentimos más débiles y perdemos la postura.

      Cuando una y otra vez se envía la misma información al cuerpo, el sistema nervioso acaba creando ciertas respuestas «automáticas». Por ejemplo, un buen amigo mío, cuando era joven, solía comerse un tarro entero de pepinillos dulces. En un determinado momento, su cuerpo se hartó de todos esos pepinillos y vomitó. Quizá se debió a una sobreestimulación de ciertos receptores de su estómago. Lo que me interesa es que, incluso hoy, más de 20 años después, si abres un tarro de pepinillos y lo pones cerca de su nariz, empieza a sentir náuseas. El hecho es que todo su sistema lo «recuerda» tan bien que resulta fascinante y revelador. Esto mismo es aplicable a las reacciones tanto físicas como emocionales en determinadas posturas. También entran en juego los patrones de movimiento que forman parte de nuestra práctica de asana, algo de lo que hablaremos más adelante.

      Esta respuesta automática también se produce a nivel físico. Las actividades que realizamos con regularidad generan una fusión casi inconsciente de los sistemas nervioso y muscular. Llamo «rutas facilitadas» al resultado de estas actividades repetidas. Son rutas del sistema nervioso que se han atravesado de forma reiterada para acciones o movimientos similares del cuerpo. También puede utilizarse este término para describir un bucle de retroalimentación en los patrones de dolor osteomusculares. Para lo que nos interesa aquí, cuando una acción se repite, se produce un condicionamiento neuromuscular. Lo que empieza como una acción muscular muy consciente o quizá como una secuencia de movimientos musculares evoluciona a una acción muscular más inconsciente.

      Por ejemplo, aprender a conducir empieza como una actividad consciente. Tenemos en cuenta información sobre la velocidad, la dirección y sobre lo que está pasando detrás y a los lados. Quizá aprendamos a conducir con un cambio de marchas manual, lo que significa que también tenemos que coordinar embrague, acelerador y cambio de marchas. Conducir es complicado. ¿Entonces cómo es posible que ahora seamos capaces de conducir mientras hablamos por el móvil, desayunamos, nos maquillamos y mantenemos el control del vehículo? La respuesta son las rutas facilitadas.

      Después de realizar estas actividades una y otra vez, la información que procede del sistema nervioso ya no tiene que procesarse a un nivel tan consciente; ni siquiera tiene que llegar al cerebro para su procesado. Basta con que se transmita a la médula espinal y de vuelta.

      A lo largo de nuestra vida, al realizar determinadas actividades, hemos creado muchas rutas facilitadas. Algunas las hemos escogido conscientemente, mientras que otras las hemos desarrollado a un nivel menos consciente. Algunas son físicas, otras son emocionales y también las hay de naturaleza energética. En cualquier caso, estos grupos de rutas facilitadas nos dicen cómo nos movemos; nuestros patrones de movimiento ilustran nuestras rutas facilitadas. Se pueden ver y, nos gusten o no, son habituales a nivel inconsciente.

      Además de verse en movimiento, estos patrones son incluso más observables sobre la esterilla, cuando dejamos de movernos y echamos un vistazo a nuestra postura. Esto explica en parte qué hace que el hombro derecho se quede abajo o que el hombro izquierdo se quede arriba; es parcialmente lo que hace que la cadera izquierda esté más alta o baja que la derecha. Estas son solo unas cuantas posibilidades. Volvamos a esas historias convergentes. Todas colaboran en la creación de los patrones con los que vivimos ahora, tanto a nivel físico como a un nivel más sutil.

      En función del tipo de yoga que practiquemos, podemos estar fijando aún más nuestros patrones. También es posible practicarlo de tal forma que deshaga o empiece a equilibrar nuestros patrones o, incluso, que incentive patrones positivos y correctivos. Jamás sugeriría siquiera que hay alguna práctica o método que es mejor que otra, pero es importante tener presente que cualquier práctica que hagas, en cierta manera, está imponiendo otro patrón a tu sistema neuromuscular.

      Además, la forma en que entramos en cada postura, la técnica si lo prefieres, crea una nueva ruta facilitada. Cada vez que hacemos el perro boca arriba, nuestro cuerpo aprende a moverse de una determinada manera. Cuando realicemos otras posturas que requieran que la espalda se coloque en una posición similar, se contraerán más o menos los mismos músculos. Cada vez que practicamos asana estamos creando nuevos patrones neuromusculares.

      ¿Es posible cambiar o deshacerse de determinados patrones? Cuando los pacientes de un hospital son anestesiados (ese tipo de anestesia que requiere gas y respiradores), los médicos y el personal tienen mucho cuidado a la hora de moverlos. Dado que el sistema nervioso ha sido desconectado a tal nivel que no hay tono muscular, si se mueve al paciente demasiado deprisa o de forma inapropiada, los