Anatomía funcional del Yoga. David Keill. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: David Keill
Издательство: Bookwire
Серия: Yoga
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788499106977
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muscular? Ahí está el tema. De esta forma podemos entender mejor la importancia de la función del sistema óseo para el movimiento, cuando casi siempre está a la sombra del sistema muscular. En términos de generación de movimiento, uno no puede hacer nada sin el otro.

      ARTICULACIONES FUNCIONALES

      Usemos la misma analogía de los mundos y los universos para referirnos a los sistemas relacionados con las articulaciones corporales. Esto nos permitirá hacernos una imagen de las vías de interconexión frente a la separación.

      Cada articulación es un mundo por sí sola, con sus propios problemas, sus funciones específicas y sus estructuras que la hacen única respecto al resto de las articulaciones. De acuerdo con su función, su forma o ambas cosas, cada una pertenece a una de las seis categorías que existen. Cada articulación está en su propio mundo, pero al mismo tiempo vive en una galaxia de articulaciones que se encuentra en el universo del cuerpo.

      Recuerda que el cuerpo se ha formado, que la articulación también se ha formado, y que se ha formado con una forma específica, en función de la codificación genética, así como según el estrés, los estímulos y la aportación de otros sistemas y factores de desarrollo. Desde el punto de vista estructural, la articulación está formada por cartílago en los lugares adecuados. También está formada por membranas (membranas sinoviales) para crear el lubricante que necesita el cartílago que hay dentro de la articulación. Dado que hay que contener el líquido, se forma una manga alrededor de los extremos de los dos huesos que se une para mantener el lubricante dentro. Esta manga es lo suficientemente flexible como para permitir que la articulación se mueva y funcione como es necesario. El lubricante se aprieta en torno al cartílago cuando se mueve la articulación. ¿Qué hace que se mueva la articulación? ¿Qué la estabiliza? Bien, mientras se forma la articulación, las bandas gruesas necesarias para unir esos dos huesos también se están formando. La manga es lo suficientemente fuerte para algunas funciones, pero no para todas, así que las bandas más gruesas de tejido se forman para permitir o restringir el movimiento en diferentes direcciones.

      Pero algo tiene que mover también la articulación o, de lo contrario, el lubricante que hay dentro no se movería por dentro y la salud de la articulación podría verse comprometida. Así que se forman bandas más largas que se anclan cerca de la articulación e influyen en su movimiento, algunas de las cuales se anclan cerca de dos o más articulaciones. Entonces, esas bandas conectan las articulaciones entre sí; la función de una afecta a la otra. Las bandas a veces funcionan como cables, no solo por la tensión, sino también por la información. La articulación acaba acostumbrándose, tanto por su forma como por esa función resultante parecida a la de un sistema de poleas y palancas manipulado por largos cables y bandas que la rodean y que está conectado a ella. De esta forma, la función y el movimiento se relacionan a través de una cadena de articulaciones. La tensión que se crea en una articulación afecta a la función de esa articulación, lo que acaba teniendo un impacto en las articulaciones cercanas. Aunque estas articulaciones funcionan individualmente, también dependen e influyen en el resto de los «mundos» que forman parte de su galaxia. Sería bastante restrictivo hablar de la rodilla sin tener en cuenta las articulaciones de pie, tobillo y cadera.

2 El pie y el tobillo

      No hay que olvidar que se ha creado toda una rama de la medicina en torno al pie. Solo eso demuestra lo mucho que se exige a esta estructura. No solo soporta una buena parte del peso corporal, sino que además gestiona muchas funciones, que incluso a veces entran en conflicto. Para este fin, el pie tiene un total de 26 huesos y 32 articulaciones. En total, toda la extremidad inferior tiene 30 huesos y 37 articulaciones. ¡Pasan muchas cosas en el pie! ¿Por qué hay tantos huesos y articulaciones en un área tan pequeña?

      Por supuesto, el pie tiene que ser estable, porque la estabilidad es primordial para lo que representa. Es nuestra base, la plataforma sobre la que andamos. Cuando estamos de pie, el ciento por ciento del peso corporal pasa por los pies, pero no hay una única postura para sostener este peso. De hecho, hay muchas, sobre todo para aquellos que practicamos yoga. Piensa en la gran cantidad de posturas que colocan los pies en diferentes ángulos para luego pedirles que sostengan todo el peso corporal. A veces incluso sostenemos el peso sobre un solo pie. Sin embargo, esta base también tiene movilidad. El pie tiene que adaptarse a los cambios y movimientos de las articulaciones que lo anteceden. Incluso cuando ejerce su función de sostener el peso corporal, el pie tiene que adaptarse y cambiar para absorber el peso. Aquí es cuando entran en juego esos 26 huesos y 32 articulaciones que aportan al pie esa adaptabilidad.

       Figura 2.1: Vista lateral (desde la parte externa) del pie y el tobillo.

      El pie se puede adaptar de dos formas principales. La primera es absorbiendo y distribuyendo el peso corporal. Literalmente cambia de forma en diferentes grados en función de lo que estemos haciendo. La segunda es adaptándose a los cambios en el terreno; por ejemplo, cuando andamos o corremos sobre superficies desiguales. La movilidad y adaptabilidad del pie están presentes en nuestra práctica de yoga. Piensa en la cantidad de posiciones tanto de pie como sentado en las que uno o ambos pies están comprimidos, retorcidos o forzados a adaptarse. Nada de eso sería posible sin la articulación del tobillo que se encuentra justo encima del pie. El tobillo está compuesto por un hueso llamado astrágalo que forma parte del pie. La tibia (el hueso de las espinillas) se asienta justo encima de aquel, con el peroné más pequeño saliendo hacia fuera (lateral). Los dos huesos crean lo que se llama una mortaja, que básicamente parece una llave inglesa.1 La forma es importante porque limita cuánto se puede mover de lado a lado en esa articulación. A este movimiento de lado a lado se le denomina inversión y eversión. La forma de la articulación del tobillo permite que nos movamos hacia delante y hacia atrás, a lo que llamamos flexión (técnicamente, dorsiflexión) y extensión (técnicamente, flexión plantar). Estos dos movimientos son vitales para poder andar.

       Figura 2.2: Movimientos del tobillo.

      El pie, en virtud de su posición y de lo que le pidamos que haga, sobre todo en las posturas de pie, representa nuestra conexión con la tierra. Dado que nos mantiene enraizados, descubrimos que no solo son los cimientos sobre los que reposa el resto del cuerpo cuando realizamos posturas de pie, sino que además debe adaptarse y responder a los cambios de peso del cuerpo mientras mantiene la postura.

      EL PIE Y LA POSTURA

      Si simplemente estamos de pie, con los pies levemente separados, las fuerzas de la gravedad nos atraviesan en línea recta, estemos rectos o no. Esta línea mágica va desde el centro de la tierra al infinito. Si nuestros cuerpos están relativamente bien alineados, la línea atraviesa el cuerpo, y se necesitan pocos ajustes y compensaciones por parte de las estructuras tensionales (¡tensegridad!).

      Sin embargo, cuanto más se aleje el cuerpo de este alineamiento «perfecto», más tejidos corporales tendrán que responder para mantener una posición erguida con relación a la gravedad. Durante largos períodos, el estrés y las tensiones de los huesos y tejidos no alineados pueden provocar dolor crónico. Piensa en todas esas «historias convergentes» que nos han llevado hasta donde estamos en este momento. Ten en cuenta su función en nuestra postura natural. Ahora piensa en las tensiones que tiene que soportar nuestra postura. La postura natural o alineamiento básico empieza en los pies, dado que son las estructuras que están en contacto con la tierra. Es evidente que todo lo demás se amontona sobre los pies y la línea de la gravedad los atraviesa.

      Para ver cómo el cuerpo se ajusta a la línea de la gravedad y cómo los pies no, imagina lo siguiente: digamos que estamos de pie en una cuesta, preparándonos para subir una colina empinada. Mientras nos enfrentamos a la colina y a su cuesta inclinada, los pies se mantienen planos sobre la tierra y el cuerpo va cambiando de