La palabra y la acción. Jesús Martín-Barbero. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jesús Martín-Barbero
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9789587814903
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los estudios sobre la estructura de la comunicación en la lingüística francesa, la Gramática generativa de Noam Chomsky y los análisis del “lenguaje ordinario” de la escuela inglesa son sin duda alguna un descubrimiento valioso de nuestro siglo y cuya influencia ha invadido todo el resto de las ciencias humanas. La estructura del lenguaje deviene la estructura modelo, reforzando el hecho del lenguaje como instrumento clave de todas las ciencias, como “medio” del pensar científico. Desde que el Wittgenstein del Tractatus17 vio en la estructura del lenguaje una estructura isomorfa de la del mundo, y Rudolf Carnap elaboró su sintaxis lógica del lenguaje, los científicos han adquirido la pretensión de haber agotado la realidad lingüística. Cierto, la claridad y la precisión exigidas por la formulación científica nos han liberado de un mundo de entidades mentales idealistas o inventadas por una fenomenología psicologizante. Pero esa misma clarificación nos amenaza de un nuevo empobrecimiento y de un nuevo “totalitarismo”. La significación reducida a su aspecto formal, el sistema deviene el objeto y el sujeto. Es el sistema quien habla en esa lengua de la que la palabra no es sino una realización contingente y torpe. El tiempo tampoco cuenta, la sincronía enfrentada a la diacronía desplaza a la historia. Y en el reino atemporal del sistema no hay sino diferencias y oposiciones formales. El aspecto referencial del signo queda al interior del mundo formal, sin posibilidades de conexión, de “contaminación” con el mundo de las cosas y la vida. ¡El lenguaje se basta a sí mismo y piensa por nosotros! Mikel Dufrenne ha trazado lúcidamente en Pour l’homme18 la red que enlaza a la ontología de Martin Heidegger con el triunfo del sistema en la episteme de Michel Foucault, la lingüística estructural, la antropología de Claude Lévi-Strauss y el marxismo de Louis Althusser.

      Pero una vez más es en la realidad social que hay que buscar la “referencia” de esa “dimisión del sujeto” operada en el plano teórico. Porque todo horizonte epistemológico corresponde a una situación práctica del quehacer teórico que traduce a su vez un cierto orden colectivo.19 No estamos intentando hacer de las ciencias humanas el “reflejo” de las condiciones sociales sino intentando desenmascarar las relaciones que subyacen a las ciencias como “obra” del hombre y los álibis que éste se da cuando intenta utilizar los “datos” de la ciencia para acallar los gritos de la realidad. Y en el caso del lenguaje la denuncia es capital, puesto que es a través del lenguaje, o mejor, de determinados tratamientos del lenguaje, que las ideologías conforman la conciencia. No hay más que asomarse a los materiales recogidos por Marcel Cohen, a los estudios de Henri Lefebvre, de Pierre Bourdieu y Jean Claude Passeron o del argentino Eliseo Verón. Quisiéramos recoger únicamente el problema de la “extrapolación” efectuada por algunos de los creadores o utilizadores de la lingüística estructural. Del modelo “formal” ofrecido por la lingüística a las ciencias sociales se pasa demasiado fácilmente a afirmaciones de orden ontológico y normativo. Así, sería el lenguaje como sistema el que definiría a la sociedad como sistema, puesto que es el lenguaje quien engendra las estructuras mentales en cuanto estructuras sociales. Él permite o impide la entrada en el grupo social, él nos instala en ese sistema de cosas que es el sistema de las palabras. El estudio del lenguaje resultaría ser por lo tanto la única posibilidad de conocimiento riguroso de una sociedad. Y se pregunta Lefebvre: ¿No habrá de veras una homología entre la estructura de esa sociedad y el lenguaje a través del cual ella se expresa, esto es, no del lenguaje científico sobre esa sociedad sino del lenguaje a través del cual enmascara y disimula sus problemas? ¿El fetichismo del sistema, repartido a través de la lingüística en las ciencias sociales, no estará traduciendo una situación real?20 Nos atreveríamos a decir que los análisis de Herbert Marcuse a Iván Illich nos aportan no pocos datos para construir una respuesta, para medir el grado de “invasión” del sujeto por el sistema, de la dimisión del individuo ante la red tecnificada de las instituciones, de la degradación de la comunicación personal y la cuasi imposibilidad de relaciones creadoras. Al subdesarrollo económico de América Latina esa invasión del sistema añade otro, “el subdesarrollo progresivo de la confianza en sí y en la comunidad”.21

      Porque las estructuras de dominación son múltiples, pero puede decirse que la expresión privilegiada de la dominación está ahí, en esa frustración fundamental que impide “hablar”, decir el propio mundo y decirse a sí mismo. Y cuando Paulo Freire desmonta los mecanismos que encadenan al oprimido y lo obligan a hablar el lenguaje del opresor, está desvelando la figura, la forma última y más profunda de la dominación. Por eso la alfabetización tal como él la concibe toma de golpe un carácter deliberadamente “subversivo”. La cohesión del grupo en el sistema estalla hecha pedazos cuando el hombre —“animal construido de palabras”— asume su palabra como un arma, la palabra que viene de su mundo, que emerge de su tierra, de su trabajo, de su clase, y su capacidad transformadora. La palabra entra así a formar parte de su praxis total como elemento clave de su liberación. Pero para llegar a la palabra es necesario atravesar el espesor oscuro de la lengua, reconstruir esa estructura elemental y complicada a la vez, a través de la cual la sociedad y el mundo se dan “codificados” como trama de signos a descodificar, a descifrar. Dialéctica que partiendo de lo real en su negatividad va hasta el lenguaje para a través de él volver a lo real en su positividad creadora. El lenguaje tiene pues que ser definido al mismo tiempo como obra de la sociedad y como sistema formal, dos niveles de análisis que no pueden ser enfrentados sino a partir del dogmatismo de la estructura o del sociologismo.

      La problemática de la acción

      Si una reflexión sobre el lenguaje que encare su multidimensionalidad aparece enormemente compleja y difícil, la reflexión sobre la acción lo es hoy mucho más. Y sin embargo, es la acción, su posibilidad o imposibilidad, sus límites o su ilimitación, sus potencialidades y sus riesgos, su sentido o su “sin-sentido”, lo que constituye el “problema” de hoy. La frustración de la palabra aparece como un nivel de esa frustración global del hacer, del “actuar”. El riesgo es grande de limitar la reflexión sobre la acción o bien a seguir críticamente un solo aspecto concreto definido por una de las ciencias humanas o de caer en una globalización apresurada con pretensiones de universalidad. Por ello se hace necesario explicitar la experiencia a partir de la cual fue percibido el “problema” y en torno a la cual se ordenarán los diversos aspectos. Esa experiencia podría ser descrita en los siguientes términos:

      1 Un grupo de hombres de un país dominado dentro de un continente dependiente toma conciencia de la profundidad y la extensión de los mecanismos de dominación, y de la falsa orientación dada a la acción, al proceso de emancipación y desarrollo de su pueblo.

      2 Esa toma de conciencia exige un tipo de acción que se oriente a la destrucción de los mecanismos de opresión y a la construcción de un modelo y de una praxis de liberación creadora de una estructura social nueva, autónoma, esto es que responda a la percepción de la realidad que es la suya.

      3 La acción destructora y creadora no pueden ser separadas sino dialectizadas, ya que la experiencia histórica ha demostrado que su separación conlleva la frustración de los sujetos.

      4 Los datos de la situación –empeoramiento progresivo– y las diversas ideologías tienden a hacer entrar en conflicto y hasta a hacer aparecer como antagónicos lo que en verdad son niveles complementarios de la praxis: económico, político, ético.

      5 Ese conflicto conduce tanto en el plano teórico como operacional a la formulación de praxis diferentes y hasta contrarias, a la radicalización unilateral de las opciones y, en no pocos casos, a la negación en la práctica del carácter “liberador” del proyecto histórico.

      De esa descripción podemos sacar como conclusiones que afectan tanto al contenido como a la metodología de la reflexión: primero, la necesidad de elaborar una teoría de la acción capaz de dar entrada a todos los aspectos fundamentales del problema pero construida de forma que los diferentes “datos” no entorpezcan el desarrollo y la validez teórica de la reflexión y, segundo, la imposibilidad de atenerse a un solo método y a un solo tipo de “lenguaje”, lo que supondría la falsificación de aquellos aspectos que no cuadren con el método adoptado. Eso supuesto, alarguemos la perspectiva para colocar el problema, tal y como emergió de la experiencia, en el contexto de la problemática global y actual de la acción.

      La