En vista de lo anterior, en este capítulo se persigue analizar y caracterizar lo que fue la disputa política y conceptual planteada por el Grupo de los 24, como intelectuales públicos contra la dictadura, durante el proceso de creación de una nueva Constitución Política para el país. Concretamente, nos interesa dar cuenta del sentido y contenido de la democracia que promovió el Grupo de Estudios Constitucionales, aquel que se sustentaba, por ejemplo, por medio de una Asamblea Constituyente y con un carácter pluralista, principalmente en lo electoral, y que había sido abolida tras el golpe militar de 1973.
Sobre la base de que el proyecto oficial de la dictadura consolidaba una idea de democracia protegida plausible a la luz de los hechos de violencia y represión producidos sistemáticamente por agentes del Estado, negando de forma reiterada la libertad y el ejercicio democrático, los miembros del Grupo se dieron a la labor de restituir, en parte, una esfera pública que no estaba negada al espacio de la producción académica, para desde ahí aportar al debate sobre las formas de la democracia y esbozar unos primeros intentos que apuntaban a generar una transición.
Por tal motivo, en las siguientes páginas expondremos el trabajo realizado por el Grupo de los 24, destinado a situar la democracia (sin apellido) como un proyecto alternativo al propuesto por la dictadura, asumiendo desde un comienzo que la fuerza y accionar del Grupo fue posible, en gran medida, gracias al capital político, cultural y simbólico reflejado en la trayectoria pública y académica de sus integrantes. Al mismo tiempo, situar al Grupo como un importante antecedente de lo que serían años más tarde la Alianza Democrática y la Concertación de Partidos por la Democracia en la década de los ochenta, y el influjo que en ella tuvo el Partido Demócrata Cristiano.
Como lo señala Luciano Valle, el Grupo de Estudios Constitucionales se convirtió en “el primer espacio político de diálogo, reflexión, reencuentro y concertación política de las fuerzas democráticas. El llamado Grupo de los 24 es, en justicia, el antecedente político primigenio, y en línea directa, de la Concertación de Partidos por la Democracia”6. Como lo planteara el propio Patricio Aylwin, el grupo permitió acercar posturas políticas diferentes y, por lo tanto, crear un clima necesario para la comprensión entre distintas personas que compusieron a los 247. O, como apunta Ricardo Yocelevzky, en el sentido de que la discusión sobre el proyecto constitucional de la dictadura abrió un campo para que los democratacristianos se convirtieran en el eje que rearticulara el sistema de partidos en caso de una futura reactivación política. Además, los intelectuales de izquierda habían desechado la idea de construir o impulsar una alternativa revolucionaria8. De esta forma, la conformación del Grupo de Estudios Constitucionales se convirtió en el primer espacio de colaboración y alianza entre democratacristianos y algunos personeros de izquierda y la antigua derecha. Este grupo de intelectuales generó un tipo específico de conocimiento y, de la misma manera, disputó los espacios creados para legitimar la realidad diseñada e impuesta desde la dictadura cívico-militar.
En ese contexto nos preguntamos, entre otras cosas: ¿Cómo entendió el Grupo de los 24 el concepto de democracia?, ¿cómo explicaron su contenido?, ¿cuáles fueron las ideas fuerza que estaban detrás del concepto de democracia?, ¿cuáles fueron las bases teóricas desde las cuales el grupo propuso una salida institucional y oficial de la dictadura a la democracia? Con esta y otras interrogantes buscamos situar el accionar del Grupo de Estudios Constitucionales como uno de los primeros espacios políticos y públicos desde donde se hizo oposición a la dictadura y se construyó conocimiento respecto a lo diseñado por el régimen de Augusto Pinochet.
Antecedentes preliminares: concebir la democracia en dictadura
El Grupo de los 24 nace un 21 de julio de 1978 bajo el contexto dictatorial en Chile9. Su propósito era acelerar la vuelta a una institucionalidad democrática para el país tras cinco años de represión, violencia y sistemática violación de los derechos humanos. Desde sus inicios, sus integrantes se reconocieron y asumieron el papel de opositores al proyecto constitucional impulsado por la dictadura pinochetista. En esa tarea, como recuerda uno de sus fundadores, Patricio Aylwin, el Grupo logró tener presencia en Valparaíso, Concepción, Valdivia, Temuco, Chillán y La Serena, destacando desde el comienzo que existían diversas miradas políticas en el seno del grupo y que no solo aglutinaron a sectores del mundo demócratacristiano o radical, sino también a figuras como Alejandro Silva Bascuñán, que abandonó la Comisión Ortúzar para luego integrarse al Grupo de los 24, lo que colocaba de manifiesto el pluralismo político del Grupo y el sentido supremo de dar garantías efectivamente democráticas al proyecto constitucional paralelo al planteado por la dictadura10.
Como señaló Norbet Lechner11, la discusión teórica respecto de los caminos hacia la democracia en América Latina propiciaba la determinación y legitimidad de un sistema alternativo al orden autoritario sustentado en cada país. La reflexión teórica era difícil, ya que al dar cabida a las situaciones que el autor plantea como de “encuentro”, la discusión debía abarcar más allá de la diferenciación entre dictadura y democracia. La propia institucionalidad democrática establecida vuelca su atención sobre los problemas de orden sectorial, como la inflación, el desempleo, la educación, etc. Por tanto, y siguiendo al citado Lechner, la transición exigía la elaboración de una nueva “gramática”. Por tal motivo, el “juego democrático” y la concerniente aceptación sobre las “reglas del juego” debían ser dos caras simultáneas de este proceso.
Así podemos observar la actuación del Grupo de los 24 desde la problematización del corpus constitucional, es decir, los instrumentos que caracterizaban el momento democrático del país y las diferencias con el actuar de la dictadura, reflejado en lo que muchos de sus miembros concebían como la tradición histórica de la democracia en Chile. Lo anterior, en un período que se extiende desde la creación del Grupo de los 24 hasta la puesta en marcha de la Constitución de 1980 el 11 de marzo de 1981.
Más allá de los pasajes que caracterizaron el actuar del Grupo, este se ocupó de varias cuestiones en un intento decidido por divulgar los alcances de sus estudios constitucionales a través de distintos seminarios a lo largo del país y dentro de las discusiones de revistas y prensa local, como APSI, Análisis o diario El Sur de Concepción. Así, por ejemplo, se buscó impulsar una “pedagogía democrática”, es decir, una práctica que permitiera “recuperar el sentido del humanismo, la conciencia democrática y su contenido integral”; asimismo, “reactivar la participación al interior de la sociedad civil”12. En forma conjunta, el Grupo buscó reflexionar o teorizar acerca de la idea de democracia a la cual debía aspirar el país, la cual difería profundamente de la posición emanada desde el régimen. Para sus integrantes, la democracia no es solo política, sino también económica, social y cultural, “lo cual significa que bajo la expresión formal de la democracia jurídica está un contenido activo que se concreta en la sociedad civil y que se llama participación”13. Por este motivo, la unión de distintos sectores políticos en el Grupo de los 24 pasa a ser importante, lo que demuestra la pluralidad política en su conjunto y la capacidad de establecer puntos de encuentro, lugares comunes de entendimiento, por la lucha para el restablecimiento de un régimen plenamente democrático.
Como sostuvieron varios de sus integrantes, el proyecto oficial de la dictadura no consagraba en sí mismo un régimen democrático, más bien consolidaba un régimen autocrático, propio de haber sido tomado por la fuerza. Así lo sostuvieron en una declaración ante la opinión pública: “Proclamamos por ello nuestra fe en la democracia, en el arreglo político, social y económico de la sociedad, formulado, impuesto y realizado por el pueblo soberano para el pleno goce de los derechos humanos”14.
En este proceso, dentro del grupo existe el deber de congregarse para ayudar a determinar un orden social, el cual debía ser creado legítimamente por el poder constituyente surgido desde el pueblo soberano. Por este motivo, señalaron que su trabajo no apuntaba a complementar la labor de los órganos creados por