Vivir viajando. Diego Varela. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Diego Varela
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9789878707617
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a París. Otros 5 días ahí y finalmente tren hasta Madrid, de donde nos volvíamos a Buenos Aires.

      Yo participé tan poco en el armado del viaje, que creo que me enteré por qué aerolínea viajamos una vez que ya estaba en el avión. Año 1998, un avión de Iberia en donde había sector fumador. Hoy en día, me resulta increíble haber viajado en un vuelo donde se haya fumado. Tal es así, que para ir al baño en el avión, tenías que pasar por ahí y veías a todos los fumadores meta cigarrillo detrás de otro como si fuera casi una obligación tener que estar fumando todo el viaje.

      Llegamos a Madrid, de ahí fuimos a la terminal Chamartín de dónde tomábamos un tren Talgo que iba para San Sebastián, nuestro primer destino por el congreso de Matemática se encuentra con la Arquitectura. La llegada a San Sebastián fue un antes y un después de lo que mis retinas grabaron, recuerdo que era primavera y desde el shuttle que nos llevaba desde la estación de tren hasta el Hotel Donostia, se veía el primaveral atardecer sobre la Bahía de la Concha, con la costa iluminada y un tono violeta de las luces pintaba los morros que abrazan la bahía. Me enamoré de la ciudad al instante, un paisaje completamente distinto al que estaba acostumbrado, una calidez y una paz imposible de conseguir, se respiraba por las calles. El tiempo me mostró que San Sebastián es una de las ciudades más lindas del planeta, al menos que yo vi y que mi paladar así dictamina.

      Si bien durante el día, estábamos ocupados con el congreso, había tiempo para otras cosas, las excursiones al casco viejo, confundirse entre la gente y entrar a bares de pinchos, agregaban mucho sabor a la experiencia. De nuevo, todo distinto para nosotros, sabores, olores, colores, acentos y diálogos que ponían nuestros sentidos a su máxima capacidad de absorción de información nueva.

      Hicimos un par de excursiones que fueron también muy enriquecedoras, la primera consistía en un ómnibus que nos llevó desde San Sebastián hasta Bilbao, haciendo escala en Guernica - lugar que fue bombardeado el 26 de Abril de 1937 en el transcurso de Guerra Civil Española. La obra de Picasso básicamente refleja lo que él vio después de ver Guernica destruido. El destino de la final era ver el edificio del Museo Guggenheim de arte moderno, que fue diseñado por el Arquitecto Frank Gehry. El edificio rompe completamente los estándares para los cuales nosotros entendemos edificio, está revestido de titanio y logra que pareciera que el edificio estuviera recubierto por una piel de reptil.

      Los Arquitectos que venían en el ómnibus se pararon y empezaron a aplaudir la obra de Gehry (cosa que me pareció un exceso sin precedente pararse a aplaudir) pero bueno, allá ellos. Bilbao - que también pertenece a Euskadi (País Vasco), es una ciudad pequeña, pero muy colorida. Si bien todo el mundo va a Bilbao por el Museo Guggenheim, es una ciudad preciosa, con construcciones muy coloridas y de una gran cocina - como cualquier lugar en Euskadi. Entramos al Museo de Arte Moderno y sin hacer juicio de valor sobre las obras que están ahí - no coincido en absoluto ni que sean obras, ni que sea arte ni que sea algo que deba ser expuesto. Vengo de un mundo empírico en donde las cosas se explican por sí solas, sin necesidad que haya una convención para entender algo que es un mamarracho. Fuera de mi apreciación sobre el arte moderno dentro del Guggenheim de Bilbao, el edificio por dentro merece ser visto porque así como es impactante de afuera, lo es por dentro.

      La segunda excursión fue más austera; entre varios, alquilamos un auto y decidimos ir hasta Francia. Uno de los chicos que estaba ahí hablaba perfecto francés y se moría de ganas de usarlo. Llegamos manejando hasta Irún, ciudad norteña límite entre Francia y España y luego llegamos hasta Biarritz.

      Biarritz es una ciudad chica, que da a la costa y donde se respira dinero. Se ve por todos lados que la gente que vive ahí, distan de ser unos tirados y que están ya hechos. Vimos un atardecer sobre la costa de Biarritz, en donde el sol se escondía por las rocas que están descansando en la playa, generando visuales que daban ganas de quedarse viendo toda la vida.

      Le llegó el turno a Madrid, volvimos con el Talgo hasta Chamartín y de ahí taxi hasta el hotel. Cuando veníamos en el taxi, recorriendo gran parte de Madrid, esbocé un sobresalto que quizás fue poco feliz “pero esto es igual a Buenos Aires ...” casi con tono de decepción. Mi recorrida de Madrid tuvo dos puntos fuertes, el primero fue el Museo del Jamón, que fuimos por Rose ya que yo - por un tema de salud - no como jamón crudo y el segundo fue pasar por las Puertas de Hierro. Todo lo que es relevante a lo que yo se de historia, me seduce mucho.

      Qué inocente que era en ese momento que ni siquiera fui a ver el estadio del Atlético de Madrid (el Vicente Calderón) ni el estadio del Real Madrid (San Bernabé). Para ser honesto, en ese momento tampoco me movía mucho el fútbol español, un par de años más tarde empecé a seguir al Barcelona y varios años después me interioricé por el Atlético de Madrid por un amigo. Hoy si volviera creo que es lo primero de mi lista.

      España es un país al cual pude volver varias veces y siempre añoro que no sea la última. Quiero volver, he hecho amigos ahí que me han tratado de mil maravillas y todos me auguran espacio para que yo vaya con mi familia. Está claro que es un tema de presupuesto que vuelva y no de ganas.

      Llegó el día de ir a Inglaterra. Finalmente llegó. Había añorado ese momento mil veces. Me había imaginado mirando el Big Ben, hablando inglés y viendo sus calles de tránsito invertido al de Argentina tantas veces que me parecía una locura estar por vivir ese momento. El avión a hélice con el cual viajamos fue impiadoso, se movió muchísimo por tormenta, pero llegamos a Gatwick. Era una época en donde Internet estaba dando sus primeros pasos y la reserva de hoteles se hacía por medio de agencias y de manera rústica. Moraleja, llegamos a Londres sin alojamiento y era ir por el barrio de Victoria a caminar para ver si había algún Bed and Breakfast que se apiade de nosotros y nos aloje. Luego de varios intentos en vano, ya sea porque no había alojamiento o porque estaban totalmente fuera de presupuesto, encontramos uno para quedarnos.

      Ya desde el primer minuto, el tema idioma se me fue de las manos. Había ido con una expectativa de poder hablar de par a par con la gente y no fue así. No sólo que no me entendían nada, sino que yo tampoco entendía un corno. Lógico, Argentina es asiduo consumidor de material de EEUU y nada de Inglaterra. Las diferencias de acento son tan marcadas como las que se pueden encontrar en el español de un Chileno a un Español, a niveles en donde no sólo el acento es distinto, sino la pronunciación y el vocabulario. Welcome to England.

      Uno de los primeros lugares que fuimos, fue al Tower of London, a ver las joyas de la reina. A pesar que fue hace mucho, recuerdo la cantidad de riqueza que tiene ese lugar, es estremecedor. La experiencia de Tower of London hoy en día es abrumante por donde se lo mire. El castillo tiene 1000 (mil) años situado en el Financial District con muchos edificios nuevos, todos vidriados y de gran altura. El contraste de ver la construcción de 1000 años con la nueva es tremendo, en una foto podés capturar 10 siglos. Por otro lado, el castillo tiene su historia, ahí por ejemplo es dónde mataron a Ana Bolena - segunda esposa de Enrique Octavo.

      Me producía un placer increíble caminar por las calles, pasar por Picadilly, Oxford Circus, Tottenham Court Road y Regent St. Las luces, las multitudes, las calles no diagramadas, los double deckers, los taxis negros tan típicos y su lluvia característica. Las construcciones son todas viejas, pero no está deteriorado, está todo perfectamente cuidado, lo que te permite vivir en lugares con muchísima historia pero con el modo de vida de hoy - y con la tecnología de hoy.

      El Museo Británico, aparte de ser gratis, muestra mucho de la cultura Inglesa (en donde en algunas cosas, siento admiración, en otras, no tanto). Por ejemplo es que se afanaron medio Egipto y Grecia. Dentro del área de Grecia está el resto del Partenón que no está en pie en la Acrópolis Griega, en Atenas. Lo más gracioso, es que nos daban folletos en donde indicaba por qué estaba moralmente bien que Inglaterra tenga el resto del Partenón. Adjudicaban que lo “estaban cuidando”. De Egipto también se llevaron esfinges, figuras y obeliscos sin pudor. Los Ingleses, fueron, son y serán, piratas. Esta parte, es la que no me gusta nada, pero la que sí me gusta por ejemplo, es que socialmente, al menos en Argentina, se los tilda de fríos. Ni por casualidad, mis mejores momentos de Europa han sido en Inglaterra, mucho tiene que ver el cariño y la cordialidad que he recibido.

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