Cuando corta la conmovedora charla con Lau, le preguntamos, “¿Dónde te metiste?” y nos contestó que había ido a tomar ginebra, que se había bajado a unas cuadras y muchas otras cosas que no le creímos en absoluto. Muchos años después nos contó que el micro llegó a la estación terminal y que ahí Manu se despierta, tras el inmenso susto del chofer, quien creía que el micro estaba vacío, y emprende su regreso, tomándose un colectivo de línea y llegando más de dos horas más tarde.
Esa noche arrancamos con los boliches, nos habían hablado de Rocket como que era un lanzamiento de cohete de la NASA, había muchísima expectativa por ir ya sea porque estaban todos sedientos de corretear personas sino como para ver la famosa presentación. Yo en ese momento odiaba los boliches, era una cuestión de piel, no había manera, estaba empezando mi etapa de escuchar heavy a ultranza y los boliches me parecían una careteada total. No obstante, estaba en Bariloche, y negar ir a los boliches era como negar el viaje de egresados. Así que partimos todos para Rocket, entramos y la presentación la verdad era impresionante, repleta de humo, juego de luces, láser, ascensores, música al palo y la gente saltando a más no poder. ¡Y eso que estoy contando algo que realmente pasó hace rato! Lo que debe haber cambiado la tecnología desde ese entonces. Yo estaba con Leo, dimos unas quinientas vueltas, y como nos dimos cuenta casi de inmediato que nuestro destino iba a ser mirar como los demás ganaban o se embriagaban de forma que nosotros no considerábamos adecuada en ese entonces, partimos para un bar en la esquina del hotel a tomar nuestro bien ponderado chocolate con torta, lo que se hizo una costumbre con el correr de los días en Bariloche.
Día libre, me acuerdo que con Leo salimos a caminar un poco y llegada la tarde, decidimos merendar, la merienda no era cosa que unos sánguches con cerveza, el tema era, cómo filtrar la cerveza al hotel. Nosotros, al lado de cualquier otro pibe de nuestro curso, éramos dos perejiles, los chicos pasaban medio alambique y nosotros no sabíamos cómo pasar ni una latita. La cuestión, es que estamos en el súper comprando las vituallas, y Leo, corajudo, agarra una latita fría de Heineken, yo agarro otra y la escondemos debajo de la campera. Llegamos al hotel, y Leo, con su cámara de fotos en la mano, intenta pedir la llave de la habitación, y mientras extiende su mano hacia la del conserje cual traía la llave de nuestra pieza, cae de la nada, una lata de cerveza Heineken de adentro de su campera. El lobby del hotel explotaba de risas gritándole cualquier animalada diciéndole que estaba traficando alcohol, por poco y lo comparan con Al Capone. El conserje, con cara seria y de pocos amigos, le dice... “A ver qué tenés...” y Leo, ingenuo, le da la lata de cerveza, y el conserje corrige y le dice, “no no, la cámara.” Así que el conserje se entretuvo viendo la cámara y pasamos el preciado néctar. El papelón más grande de la historia de Leo.
Una vez arriba, merendamos, hicimos alguna que otra charla con otros flacos y nos preparamos para la noche. Empezamos a recorrer las habitaciones a ver cómo venían y vemos que Caro, tiene un estado de ebriedad increíble para su imagen que ella siempre portó. Nosotros no lo podíamos creer, la chica era una santa, y ahora la veíamos desbocada. Vimos el porqué, había una botella de Legui que técnicamente, estaba liquidada, solamente tenía un culito, pero era muy, muy poco, ahí habían tomado a morir. Acto seguido, Caro lo ve a Manu y se cuelga de él cual collar. Visto y considerando, se suscitaron las miradas y medio como que Leo y yo le decíamos con la mirada a Manu “se te dio, dale para adelante”. Manu en ese momento estaba en una disyuntiva, sabía que si hacía una jugada con Caro, nosotros íbamos a ir con Lau, quien era nuestra amiga, y técnicamente, no por disposición nuestra, sino de ellos, estaban en pareja. Pero nos importaba poco, y nosotros le dimos luz verde a Manu pero haga lo que quiera, y que después aclare las cosas con Lau. Manu se abrazaba con Caro como si fuera la última vez y Manu nos quería hacer creer que le daba lástima que Caro esté así y que él no iba a hacer nada. Nosotros somos perejiles, pero no comemos plástico. Obviamente era algo que decía Manu o bien para sacarnos del medio o para hacerle creer a Caro Dios sabe qué.
La cuestión es que con Leo, los acompañamos a Gel, a otro boliche, y luego emprendemos la vuelta al hotel, en busca de Frías. Llegamos al hotel, y nos encontramos que estaba Porota con un coordinador con cara de desesperados, y Porota nos encara y nos dice... “chicos, por favor, nos prestan la pieza, es re urgente”. Nosotros entendimos claramente la urgencia, y les dijimos que sí, pero primero había que sacar a Frías de la misma, así que subimos y nos topamos con la puerta cerrada, eso claramente quería decir que Frías no estaba, así que le dijimos, vamos abajo a buscar la llave y te dejamos la pieza. No nos escucharon, abrieron la puerta de la pieza de adelante que estaba sin llave y se mandaron. Dentro de esa pieza, estaba Chan durmiendo, (un compañero de origen oriental con cero vida nocturna) y se mandaron. Vamos abajo a buscar las llaves, y nos topamos con que el resto de los integrantes de la habitación sigilosamente usurpada por Porota y el Coordinador, estaban llegando al hotel. Corrimos en forma desaforada los 6 pisos que nos separaban de la recepción con la habitación y empezamos a golpear la puerta diciéndole... “¡¡¡Porota!!! ¡Vienen los demás de la pieza!”, caso omiso nos hizo, ya que no salió nunca de ahí. Nosotros nos quedamos súper expectantes a ver que pasaba, claro, como era el asunto, los chicos de esa pieza, habían arreglado con Chan que él dejaba la puerta abierta porque se iba a dormir antes que el resto, ergo, el resto tenía la puerta siempre lista hasta que entre el último, pero que pasó, Porota, cerró la puerta con llave, entonces, los chicos, pensaron que Chan había cerrado con llave. Lluvia de insultos para el oriental, diciéndole que abra la maldita puerta, al mismo tiempo la estaban golpeando con una ira increíble, y ¿cuál era el asunto? Que Chan se despertara y se encuentre con que en la cama de al lado, estaban haciendo la porquería. Finalmente Chan jamás se despertó, Porota y su amiguito casual, terminaron con sus menesteres y salieron. Luego, tuvieron los demás chicos, la puerta abierta.
Seguimos viaje por el hotel, y nos encontramos con el Pelado, que estaba muy pasado de copas, y le contamos la anécdota esta y no fue excelente idea, empezó... “¿Cómo que un coordinador le dio a Porota? ¡Marcármelo que lo mato! ¡Cómo va a venir así!” Empezó a pegarle a las puertas salvajemente y cualquier persona que pasaba, nos preguntaba... “¿Es ese? ¡Lo mato!” y nosotros tratando de calmarlo, mientras le seguía pegando unos puñetazos bestiales a los muebles y a las paredes, llegó a arrancar la puerta de un placard. Leo, hizo memoria, y recordó lo que el Pelado le había dicho en el viaje de ida, y se le puso a hablar de la novia, luego que él casi ya mataba a dos personas y arrancaba los muebles, y fue santo remedio, ¡el Pelado se calmó! No podíamos entender cómo era tan eficiente lo que él nos había mencionado, pero sí, era eficiente, así que zafamos que no le pegue de casualidad a nadie, ni que termine destruyendo el hotel, como en un momento pensamos que así iba a ser.
Capítulo 4 – Cruzamos el charco
Estaba en pareja en ese momento con Rose, quien era ávida docente de matemática y fanática también de los números. Se involucró con cátedras de la facultad de arquitectura, donde ella enseñaba también. Un día cae y me dice, hay un proyecto en San Sebastián, España en donde podemos presentar un proyecto cuya vertical sea “La matemática se encuentra con la arquitectura”. Ok, ¿cuándo vamos? respuesta obvia mía.
Este viaje, fue mi primer viaje al exterior en serio, el que inició mi locura por viajar y porque antes de hacerlo, no tenía ni idea que iba a tener este efecto. Tal es así, que el viaje lo armó casi entero Rose. Yo medianamente dispuse que quería conocer Londres. Toda mi vida aprendiendo un supuesto inglés británico y conocer Londres por fotos. A la mierda, quiero ir ahí.
Mi amateurismo en ese momento con la vida, me llevó a solamente participar en cuantos días íbamos a quedarnos en cada uno de los lugares que yo no había elegido y tampoco sabía qué iba a hacer. En ese momento no me importó, era una experiencia nueva y la quería aprovechar, aparte el recorrido, para ser un pibe de 24 años, Argentino, recién empezaba a hacer unos pesos con mi trabajo, no estaba mal. Caímos